1. ¿Te saltas el desayuno? El desayuno, como su nombre indica, significa acabar con el ayuno. El organismo necesita comer algo tras el descanso nocturno para recibir energía y poder funcionar. Y si tú te lo saltas, estarás obligándole a realizar un sobreesfuerzo. Te sentirás más decaída, cansada y te costará más concentrarte.
2. Comer hasta que ya no tienes hambre: ¿Sabías que el cerebro tarda un tiempo en saber que el estómago está lleno? Si comes hasta sentirte saciada es muy probable que te hayas pasado. Acaba cuando aún sientas una pizca de hambre. Verás como en 15 minutos te sentirás satisfecha.
3. Utilizar la sal como condimento: Es una costumbre pero que puede pasarte factura ya que es muy probable que estés consumiendo más sal de la que deberías. Y es que muchos alimentos ya contienen sodio. Y los platos precocinados también. Podrías estar consumiendo hasta el triple de lo aconsejado. Intenta utilizar hierbas y especias que son mucho más saludables, realzan el sabor de los alimentos y no retienen líquidos.
4. Cuidado con el aceite: El aceite de oliva es muy saludable. Es tu tipo de grasa insaturada, en concreto, monoinsaturada que ha demostrado efectos beneficiosos para el corazón. Pero no puedes excederte ya que también muy calórico. Una sola cucharada contiene 90 calorías.
5. Evitar los carbohidratos: En primer lugar, debes saber que hay muchos alimentos dentro del grupo de los carbohidratos. Por ejemplo, las frutas y las verduras lo son. Pero también lo son el pan, la pasta y los dulces. Estos últimos se han llamado 'alimentos blancos'. Suben los niveles de glucosa y de insulina en el cuerpo rápidamente y al poco vuelves a tener hambre. Procura no consumir azúcares vacíos. Y si vas a consumir pan o pasta, que sea integral para aprovechar todos los nutrientes.
6. Atiborrarte en la cena: Es un error frecuente en la sociedad actual. Las cenas deberían ser ligeras, de no más de 500 calorías, tomarlas unas dos horas antes de dormir y procurar que estén compuestas de alimentos precursores del sueño: verduras u hortalizas crudas, en cremas o en caldos, proteínas magras y fruta o yogur. Una cena demasiado copiosa se digerirá más despacio y puede alterar el sueño.
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