Imagínate que tienes previsto pasar un día en la playa con tu familia o con tu grupo de amigos más cercano. Lo primero que se te pasa por la cabeza es que podrías comprar en el supermercado que encontréis más cerca de la arena.
Pensarás que así ahorrarás tiempo y que una bolsa de patatas siempre podrá llenar vuestro estómago hasta que regreséis a casa.
Para evitar la tentación de comer lo primero que se cruce por tus ojos es muy importante planificar con antelación, unas horas basta, lo que querremos comer en la playa.
Existen tres claves muy importantes para elegir qué nos llevaremos a la playa:
- ¿Aguantará el calor?
- ¿Es fácil de transportar?
- ¿La comida aguantará ese transporte?
Que aguante el calor
Lógicamente, porque si compras un helado en cuanto llegues a la playa, es muy probable que se funda en menos de treinta minutos. La comida que lleves debe poder aguantar temperaturas muy altas.
Fácil de transportar
Si la comida tiene líquidos, deberemos escoger un tupper lo suficientemente grande para que quepa y que además disponga de cierre hermético para que no se salga y pueda manchar otras bolsas o la sombrilla.
Capacidad de aguantar el transporte
Si vamos en coche a la playa o a pie será más fácil, pero si vamos en bicicleta y cruzamos muchos baches, tal vez nuestro tentempié se deforme por el camino.
Si llevamos la comida en una bolsa, mejor que ocupe un espacio independiente (como un tupper), o lo coloquemos arriba de todo de las bolsas de playa, para que el peso de toallas, cremas o incluso libros no la estropee.
Hoy te presentamos algunas alternativas más allá de las barritas energéticas y recuerda: ¡lleva agua en abundancia!