La sensación de ardor, de acidez o de empacho, los gases o la somnolencia excesiva y la nebulosa mental que a veces sentimos después de comer son signos claros de una mala digestión. Puede que te hayas acostumbrado a ellos, pero, si te ocurre de manera regular, no deberías normalizarlo y es mucho más recomendable que intentes indagar por qué tu organismo debe destinar tanta energía al proceso digestivo.
La calidad de la digestión depende de muchos factores. Entre ellos, por supuesto, qué comemos y cómo lo hacemos van a ser dos cuestiones cruciales que condicionarán la forma en la que asimilamos los nutrientes y también nuestras sensaciones físicas, mentales y emocionales a corto plazo, o poco después de la comida.
En ese sentido, las comidas copiosas, mal equilibradas, muy cargadas en hidratos de carbono simples, en grasas trans o en azúcares van a requerir de un proceso digestivo mucho más complejo, lento y pesado. A su vez, comer deprisa, sin masticar bien los alimentos, hacerlo de manera desordenada o con ansiedad también supondrá una digestión menos plácida.
No debes olvidar incluir vegetales frescos a todas tus comidas
Así pues, de entrada, deberías poner más atención a la composición de tus platos consiguiendo un correcto equilibrio entre macronutrientes como las proteínas de calidad, las grasas saludables y los hidratos de carbono complejos con otros micronutrientes como las vitaminas y los minerales. En ese sentido, no debes olvidarte nunca de incluir vegetales frescos a todas tus comidas.
Más allá de mejorar la composición de nuestros platos, otra gran opción es poner en práctica los preceptos del mindful eating o la alimentación consciente, que nos invita a comer de manera mucho más respetuosa con nosotros mismos.
De postre, una infusión
¿Y de postre? ¡Una infusión! Tengas o no algún trastorno digestivo, lo cierto es que existen muchas plantas medicinales que, en su forma de infusión, representan el mejor postre que puedes tomarte para aprovechar al máximo la energía de los alimentos sin que el proceso te deje invalidado por la pesadez estomacal.
Recuerda que no hace falta estar a dieta ni querer adelgazar para que las infusiones se conviertan en tu mejor postre. Se trata, más bien, de un hábito muy saludable que te recomendamos adquirir en cualquier momento de tu vida.
Después de la cena, además, te ayudarán a relajarte y a conciliar mejor el sueño. Eso sí, evítalas por la noche si tienes algún problema de incontinencia.
