Muy recientemente, la OMS ha publicado un documento que trata sobre la importancia de comer saludablemente ya en el embarazo, pensando en el futuro ser vivo que la madre lleva en su interior. Según este informe, la Década para la Acción en Nutrición (2016- 2025) será una prioridad de Salud Pública para conseguir una mejora de la nutrición y el bienestar de las mujeres en edad reproductiva, especialmente durante la preconcepción, el embarazo y el período posparto, además de revisar las políticas actuales en estas materias con la finalidad añadida de acabar con el sobrepeso y la obesidad de niños y jóvenes en la región europea.
El ambiente metabólico que existe en el organismo materno influye en el feto y puede determinar una futura obesidad infantil, además de otras patologías. Todos sabemos que las cifras de sobrepeso y obesidad infantil son inaceptablemente altas en nuestro país, llegando casi a alcanzar a un 45% de toda nuestra infancia. Y esto, a pesar de estrategias que son ineficaces por no atacar con intensidad a una de las raíces del problema: el exceso de publicidad de productos insanos que acosan a toda hora y en todo lugar a nuestros hijos.
Nos hemos acostumbrado a recorrer largos pasillos en los supermercados, con escaparates repletos de productos alimenticios muy procesados —y casi siempre muy azucarados— dirigidos inequívocamente a los niños, con dibujos atractivos , con personajes conocidos y con frases del estilo: “¡alto en hierro!, ¡repleto de vitaminas!, ¡recárgate de energía!”. Para complicar más la situación, además del ambiente obesógeno en el que se nos invita a comer a todas horas, en toda situación y en todo lugar, alimentos insanos y con intensos sabores, las recomendaciones oficiales emitidas por las sociedades sanitarias no han sido durante muchos años —y en muchas guías siguen sin serlo— todo lo correctas que deberían de ser.
Así, muchas familias piensan que para desayunar de manera saludable hay que comprar cereales altamente transformados e introducidos en atractivas cajas, a los que se añade “de todo”, sobre todo, azúcar; o piensan que es recomendable que sus hijos desayunen galletas cada día porque llevan un sello de una sociedad pediátrica.
Por último, si tenemos clara la manera adecuada de alimentarnos en el día a día, sabemos que el ejemplo de los padres, comiendo saludablemente, no solo desde el lunes a las 8 horas hasta las 15 horas del viernes, sino también durante los dos días y medio que dura el fi n de semana para la mayoría de niños, será la única manera de conseguir que adopten hábitos de vida saludable, que incluirán una mayor actividad física, además de una alimentación en la que predominen las frutas, las hortalizas, las legumbres, las semillas, los frutos secos, los cereales integrales (arroz, pan, pasta…), algún lácteo (no azucarado) y huevos, pescado o carnes blancas. Así de sencillo.
Por otra parte, el auge de las técnicas culinarias y gastronómicas, y la gran oferta de alimentos buenos y seguros que tenemos hoy día al alcance debe ser motivo de un entusiasmo y de un placer en la mesa, mucho mayor que el que se deriva de ingerir procesados con altos contenidos en azúcar, en grasas insanas y en sal. En definitiva, comer sano es divertido y sabroso: ese es el mensaje que debemos transmitir a las futuras generaciones. Así que invierte en salud, invierte en tu propio futuro y, sobre todo, hazlo en el de tus hijos.
El ejercicio físico es esencial. Pero para Casabona: “Es más fácil bajar de peso comiendo menos y mejor que haciendo exclusivamente ejercicio físico”. Porque “se tiende a sobrevalorar las calorías que gastamos a la hora de movernos y subestimar las que ingerimos”.