Sal de mesa o refinada: es la más conocida para ensalzar el sabor de algunos alimentos. Su composición química es el cloruro sódico aunque a veces se le pueden añadir otros minerales como el yodo o el flúor. Procede de la sal gema (yacimientos marinos naturales), sal de manantiales marinos o sal marina. Después es purificada y cristalizada.
Sal marina: procede de la evaporación del agua del mar. Dentro de este tipo se encuentra la sal marina virgen que se obtiene por la acción del viento y del sol y se recoge a mano, se cristaliza pero no se le añade ningún ingrediente.
Flor de sal: se obtiene al retirar la capa superior en los bancos de sal en las salinas marinas. Tiene un color blanco o levemente grisáceo. Es muy rica en nutrientes. Por sus características físicas y su sabor, está considerada como la sal de alta cocina por excelencia.
Sal Maldon: es una sal especial, empleada en alta cocina, que se produce en las salinas del estuario del río Blackwater en el municipio de Maldon, en el condado de Essex, en Inglaterra. Su producción es artesanal y muy laboriosa. La forma de sus cristales se asemeja a las escamas (de ahí que también se denomine sal de escamas). Suele ser más cara que la sal normal.
Sal del Himalaya: se extrae de forma limitada y muy costosa en la cordillera montañosa del Himalaya. Sus cristales se caracterizan por tener un tono que va desde el rosa hasta el rojo según la presencia de óxido ferroso. Se considera una de las mejores sales del mundo. Puede utilizarse como sal de mesa pero con molinillos especiales.
¿Cuántos tipos de sal podemos emplear al cocinar?
Además de la conocida sal de mesa, existen diferentes tipos de sal que mejorarán el sabor de nuestros platos. Todas ellas son marinas pero cristalizaron en diferentes momentos. Nombramos algunas de las más conocidas.
