La sal es un mineral necesario para mantener el equilibrio de los líquidos corporales. Su deficiencia podría conducir a la deshidratación. Sin embargo, un exceso puede ocasionar problemas como la hipertensión.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha establecido que las cantidades necesarias de este mineral son unos cinco gramos diarios. Cantidad que se puede satisfacer a través de los productos naturales ya que muchos de ellos contienen sodio en su composición. Es el caso de la leche, los huevos, el pollo, el pescado... Otros productos como el pan, las bebidas gaseosas, el queso, los embutidos, las conservas también la llevan.
Y si revisamos la etiqueta de preparados como los dados de caldo o los precocinados, las cantidades pueden ascender entre los 1.500 hasta los 2.000 mg por cada 100 gramos. Y de ahí deriva la advertencia de los organismos internacionales: consumimos demasiada sal ya que además de consumirla de forma natural, salamos las comidas y consumimos preparados ricos en ella. En resumen, en la práctica podemos estar consumiendo más de 15 gramos, el triple de lo recomendado.
La misma organización internacional recomienda que se incrementen los alimentos ricos en potasio, el mineral que ayuda a controlar la presión arterial. Se encuentra en las legumbres, los frutos secos como las nueces y algunas frutas como los plátanos. En definitiva, en los alimentos de la dieta mediterránea. Por tanto, para evitar comer una cantidad excesiva de sal y aumentar el riesgo de enfermedades del corazón bastaría con volver a este tipo de dieta, consumir productos naturales y frescos y condimentar los platos con hierbas o especias.
¿Estás consumiendo demasiada sal y no lo sabes?
Puedes pensar que estás consumiendo cantidades adecuadas de sal. Sin embargo, es fácil excederte y tomar hasta el triple de lo recomendado. Averigua por qué.
