Vivimos en un mundo contradictorio. En Occidente, luchamos porque los índices de sobrepeso y de obesidad no sigan creciendo y afectando a más de un tercio de la población mientras que, en los países en vías de desarrollo, la malnutrición y el hambre siguen imperando de forma alarmante. Y, por si fuera poco, estamos devorando el planeta: según datos de WWF, al ritmo actual de consumo, necesitaríamos los recursos de 1.6 planetas al año para poder mantener esta intensidad.
Al ritmo actual de consumo, necesitaríamos los recursos de 1.6 planetas al año
Es incuestionable que el panorama exige cambios inmediatos: según las estimaciones de la ONU, durante los próximos 35 años, la población mundial aumentará un 30%, poniendo al descubierto una lucha aún más feroz, y probablemente más desigual, por el control de los recursos de tierra, agua y energía, cada vez más escasos. Así que, ¿cómo podemos asegurar la comida del futuro para todos los habitantes del planeta, sin devorar los recursos ni comprometer el futuro ambiental?
La solución pasa, ineludiblemente, por asegurar unas políticas más verdes y más justas, por apostar por una producción más sostenible y por priorizar un consumo más responsable que evite también el despilfarro alimentario. Así que todos somos y seremos responsables de ello y todos debemos poner de nuestra parte, desde ya, en la solución.
El poder de lo que nos llevamos a la boca
¿Sabías que, a nivel mundial, la agricultura y la ganadería intensivas son responsables del 60% de la pérdida de biodiversidad? ¿Que la industria alimentaria produce 1/3 de los gases responsables del calentamiento global? ¿O que el 31% de las poblaciones de peces están sobreexplotadas?
La industria alimentaria produce 1/3 de los gases responsables del calentamiento global
Aunque pueda parecer un panorama desalentador, la buena noticia es que, los consumidores, tenemos mucho margen de mejora: ¡podemos revertirlo! Escogiendo conscientemente aquello que compramos y que nos llevamos a la boca, podemos cambiar el mundo, luchar contra el cambio climático y apoyar a un sistema alimentario más eficiente y más justo para las comunidades y los ecosistemas. ¿Por dónde empezamos?