Cada día más gente quiere mantener una dieta y estilo de vida saludables. Pensamos en qué alimentos son mejores para nuestra salud, pero también deberíamos centrarnos en cuáles previenen enfermedades. El yogur se encuentra entre uno de estos alimentos que podría ser beneficioso para nosotras.
El consumo de este lácteo se asocia a la reducción del riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares, una de les principales causas de mortalidad en España, según indica la Asociación Española de Fabricantes del Yogur (AEFY).
Además, uno de sus estudios científicos indica que el consumo de yogur reduce el riesgo de contraer diabetes. Incluso, se relaciona con la disminución del riesgo de padecer sobrepeso y obesidad, en la edad adulta, y con un estilo de vida más activa.
¿Qué es la matriz alimentaria?
Los expertos hablan y dan valor a la matriz alimentaria, es decir, la estructura de los alimentos y la naturaleza e interacciones de los nutrientes que contienen en su conjunto. Consideran que el yogur puede mejorar la calidad de la dieta, si ésta es equilibrada y variada, porque ofrece una gran cantidad de nutrientes en pocas calorías.
¿Qué nos aporta el yogur?
Del lácteo, destacan que es una vital fuente de calcio y de proteínas, las cuales contienen un alto valor biológico. Además, aporta vitaminas muy importantes para el organismo, como las del grupo B y las liposolubles A y D.
Asimismo, el yogur es un alimento de fácil digestión, ya que contiene los fermentos Lactobacillus bulgaricus y Streptococcus thermophilus, los cuales ayudan al proceso digestivo.
¿Los compramos desnatados o enteros?
Siempre buscamos los productos desnatados y bajos en grasas, pero ¿es cierto que son mejores? La respuesta no es clara ni evidente.
Las organizaciones científicas, las instituciones de salud pública y muchas guías sobre alimentación, señalan los lácteos bajos en grasa o desnatados como los más adecuados para reducir el riesgo cardiovascular. Y sucede así desde hace años.
No obstante, hay investigadores, dietistas y nutricionistas, como Jordi Salas-salvadó, Nancy Babio y Manuela Juárez-Iglesias, entre otros, que afirman la falta de argumentos para confirmar esta teoría. De hecho, apuestan por el efecto neutro o beneficioso para la salud cardiovascular de los alimentos lácteos, independientemente de su contenido en grasa.