El trabajo que se realiza en un proceso de coaching depende directamente de la persona, de su punto de partida y necesidades, por eso es muy difícil especificar qué se hace exactamente. Se hace lo que se necesita hacer para que la persona avance hacia su objetivo y, como imaginarás, al no haber dos personas iguales, no hay dos procesos iguales.
Esto dificulta, en gran medida, sistematizar el cómo se fija un objetivo y cómo se consigue. Y ocurre lo mismo en los procesos centrados en la alimentación de las personas: quizás un individuo necesita trabajar su motivación, mientras que otro prefiere empezar por la organización –y por eso lo que leemos en los libros nunca es tan efectivo como lo que trabajamos en nosotros mismos directamente-.
No obstante, sí pueden darse unas recomendaciones generales, los libros de autoayuda sí pueden ser de gran utilidad y conocer un esquema de cómo se fija y se trabaja por un objetivo puede ayudar mucho a la hora de recorrer el camino que te separa de tu meta.
Tips de coaching nutricional
Previsión
Este es uno de los puntos que más surgen a trabajar en las primeras sesiones de coaching: cómo ser previsivos y tener a nuestra disposición todo lo que necesitamos para cumplir con el plan.
¡Pues bien! ¿Cómo lo harías tú? La recomendación es tener en casa todo lo que necesitas para tus comidas y, sobre todo, no tener aquello que no quieres comer. Para ello puedes revisar el plan de alimentación que quieres cumplir, listar aquello que no tienes en casa y hacer una sola compra con todo lo necesario. Además, recuerda hacer alguna merienda antes de ir al mercado, ¡se ha comprobado que compramos más sano cuando vamos sin hambre!
Por otro lado, también se habla de previsión en relación a las comidas fueras de casa y las meriendas, ¿crees que si organizas tus meriendas y las llevas contigo, tomarías mejores decisiones cuando notes que tienes hambre?
Organización
Muchos nutricionistas recomiendan a sus pacientes darle una vuelta a la nevera y la despensa, organizando los alimentos de una forma muy concreta. Esto permite poner a la vista los alimentos que más vamos a comer y tener una idea completa de qué tenemos y qué no. A veces no tomamos las mejores decisiones, simplemente, porque no sabemos que tenemos opciones saludables disponibles.
La organización va de la mano con la previsión y también puede referirse a planear con tiempo qué vamos a comer en cada momento para así no exponernos a tomar la decisión cuando ya tenemos hambre. En este sentido, podemos hablar con nuestro dietista o nutricionista y pedirle un menú semanal o unas ideas para componer tu menú –si es que no te lo ofrece directamente-. Teniendo esta información podrías tener todo listo y tus opciones preestablecidas.
Objetivo presente
¿A qué me refiero con esto? A tener en mente que nuestro objetivo actual más importante es cuidarnos desde alimentación. Cuando lo trabajamos en un proceso de coaching es muy fácil tener el objetivo presente y mantenerse enfocado, porque esto es exactamente lo que se busca en el proceso. Sin embargo, si no vas a realizar un seguimiento tan continuo con ningún profesional, es muy conveniente analizar de qué forma te vas a asegurar ser consciente de tu camino en relación a tu objetivo.
¿Cómo lo harías tú? Quizás sería una buena idea llevar un diario, tener un calendario en la nevera, marcar los días que cumplimos y los días que no, etc. Hay muchísimas herramientas disponibles, ¿cuál sería la tuya?
¡Ojo! Llevando un seguimiento de los días que cumplimos y los días que no, no buscamos perfección, presión o castigo. Buscamos ser conscientes del camino, de los resultados y poder hacer los ajustes necesarios si comprobamos que algo no está funcionando.
Simplificar
Esta medida no es tan común, pero funciona a muchas personas. Respetando la diversidad de alimentos que proponga el profesional de la salud, buscaremos simplificar al máximo posible nuestra nevera, despensa y, por tanto, nuestras posibles elecciones.
La práctica ha demostrado que algunas personas funcionan mejor cuando adquieren un hábito de desayunar todos los días lo mismo o de elegir todos los días las mismas meriendas, por ejemplo. De esa forma se crea la costumbre de tomar determinadas elecciones y es más posible adaptarse a la nueva alimentación.
Sin embargo, es importante tener en cuenta que esto puede no funcionar a todos por igual. Si una persona siente aburrimiento o aversión a las comidas que tiene planteadas porque son muy monótonas, la adopción de hábitos se puede ver afectada. De manera que, como siempre digo, mi recomendación es observarte, probar y comprobar qué funciona para ti y qué no.
Herramientas de escritura
La búsqueda de herramientas que apoyen tu objetivo es siempre una buena idea. Como he comentado, para mí las herramientas más útiles son las que conllevan un análisis de lo realizado cada día –o cada semana-, bien sea en un calendario, agenda o un diario. Del mismo modo, llevar la previsión y organización por escrito es una herramienta muy poderosa porque siempre podemos volver a nuestras notas.
Objetivos intermedios
La configuración del objetivo es increíblemente importante, así como también lo es la fijación de pequeños objetivos intermedios. ¿Por qué? Porque es más fácil llegar a una semana de buena alimentación que a un año de buena alimentación –por cuestión de tiempo, básicamente- y nosotros necesitamos comprobar cada cierto tiempo –poco tiempo, de hecho- que nuestras acciones son viables y los objetivos son posibles.
Es muy probable que tu nutricionista marque objetivos intermedios de forma expresa, pero si no es así, ¡adelántate! Pregunta qué pasos vais a seguir, cada cuanto tiempo vais a revisar que el plan de acción está funcionando y márcate tú misma tus propios días de análisis. ¿Qué te parece comprobar cada semana cómo te has encontrado con tu nueva alimentación, qué ajustes puedes hacer y cómo puedes mejorar tu experiencia?
Tu actitud es lo más importante
En un proceso de coaching cuando se busca un objetivo de este tipo, suelen aparecer tantos retos y posibles situaciones, que la persona pone a trabajar su creatividad y busca mil soluciones –tips y recomendaciones- para cada uno de esos posibles obstáculos.
Déjate aconsejar por tu nutricionista en todo cuanto puedas, ¡pero busca tú también cosas que te puedan funcionar! A menudo esperamos que otros lo hagan todo y, como imaginarás, pagar al profesional y llevarte el plan de alimentación a casa no va a mejorar tus hábitos, ni bajará tu colesterol, ni cambiará tu composición corporal.
Sé proactiva, mantente enfocada, busca la ayuda necesaria, ármate de constancia y paciencia, y comienza a caminar. Quizás el recorrido es largo, pero si lo disfrutas desde el minuto uno, cada paso merecerá la pena.