El hambre se puede manifestar en cualquier momento del día, a través de diversos estímulos externos o internos. Pero antes de nada, empecemos desterrando un mito: cocinar en casa no es sinónimo de comer bien. Dependerá de la técnica de cocción que utilicemos, de los ingredientes y de las cantidades... La cocinoterapia se ocupa de todo ello. Nos invita a perfeccionar nuestras habilidades para acercarnos a la mejor versión posible de cada alimento entendiendo las cocciones, los colores e incluso el hambre para nutrirnos a consciencia.
1. Hambre real
Es el que hay que educar a partir de hábitos. “Probablemente es el más complejo de controlar, o no comeríamos una hora después de cenar”, ejemplifica la experta en nutrición Anna R. Alós.
2. Hambre visual
La practicamos los domingos, en fiestas varias y, por supuesto, en Navidad. Estamos completamente saciados pero podemos decir: “estoy llena, pero puedo con esta maravilla”, explica Alós.
3. Hambre de olfato
El pan recién horneado, un guiso con fundamento... Ciertos aromas son capaces de abrirnos instantáneamente el apetito y hacernos desear ese alimento de manera repentina.
4. Hambre auditiva
También ciertos sonidos activan el mecanismo cerebral del hambre. “Es, por ejemplo, el sonido de las palomitas al saltar, las patatas fritas o una galleta crujiente”, enumera Alós.
5. Hambre “celular”
“Hay dos apetencias innatas espontáneas. Tendemos al dulce para lograr energía y al salado, para evitar la deshidratación”, cuenta Alós. Es el mecanismo que nos garantiza la supervivencia.
6. Hambre de novedad
La curiosidad, disfrutar de nuevos sabores es para muchos un motor capaz de mantener muy activo el apetito. Siempre hay sitio para todo lo que cumpla con el requisito de ser nuevo y original.
7. Hambre de corazón o emocional
Sentir que tenemos hambre para ‘tapar’ otras emociones menos agradables. “Es el hambre de premio o de castigo, la que sirve para compensar un bajón emocional”.
8. Hambre mental
Somos capaces de autoconvencernos de que ese alimento, a pesar de estar saciados, nos conviene. “Es justificarnos cuando comemos fresas o chocolate porque contienen antioxidantes”.
El equilibrio en los alimentos y la variedad es fundamental en una dieta saludable por eso hay afirmaciones que no hemos oído muchas veces pero que llevan toda la razón. “Somos lo que asimilamos, no solo lo que comemos. Porque dos personas que comen lo mismo y se mueven igual tienen pesos distintos”. De la misma manera, controlar el hambre y comer rico y sano depende de ti misma y de tu voluntad, por eso si quieres, puedes aunque es cierto que hemos perdido la transmisión generacional de habilidades culinarias y recetas tradicionales. Recuperar ese conocimiento es básico. Recuperarla está en nuestras manos.