En los últimos años hemos oído hablar mucho de la dieta paleo. No se trata de ninguna dieta milagro. Es algo mucho más básico y sencillo. Es un concepto basado en la forma de alimentarse del ser humano del Paleolítico: cazador-recolector; cuando aún no era ni siquiera agricultor. No consiste en comer carne cruda, ni seguir la dieta de nuestros antepasados. Simplemente se trata de volver a lo básico, lo que de verdad necesita nuestro cuerpo. Los alimentos naturales son los mismos. El origen de los nutrientes es hoy el mismo que entonces: los animales y las plantas, aunque a veces nos resulten paleolíticos comparados con los productos que vemos en los lineales de los supermercados.
La dieta paleo no consiste en comer carne cruda, ni seguir la dieta de nuestros antepasados. Simplemente, trata de volver a lo básico
Mi filosofía se basa en este concepto, pero yo añado algo, voy más allá de la dieta Paleo. Mi aportación, en este sentido, es que no hace falta seguir unas pautas concretas y estrictas, sino aplicar una máxima sencilla pero crucial: escuchar a nuestro cuerpo. Yo, por ejemplo, sigo un modelo paleo al que he añadido los lácteos porque a mí me sientan bien.
Para mí, comer sano, es un hábito que se sostiene en cuatro pilares: NO a los ultraprocesados, NO al azúcar, NO al exceso de carbohidratos y SÍ a las grasas.
Llamamos ultraprocesados a todos aquellos productos que han pasado por numerosas transformaciones y procesos químicos para aumentar su durabilidad, potenciar los sabores, colores u otras características que los hagan más atractivos para la venta y que abaraten costes. Lamentablemente, suponen más del 80% de los productos que podemos encontrar hoy en día en el lineal de un supermercado.
Con el azúcar ha sucedido lo mismo. Su consumo ha ido creciendo exponencialmente. Pese a que su consumo es perjudicial para la salud, está presente en nuestra dieta desde hace más de 60 años de una forma abusiva. En España consumimos, de media, 34 kilos de azúcar por persona al año ¡Una barbaridad! El principal problema es que se encuentra oculto en productos que consumimos diariamente con más de 60 nombres diferentes (glucosa, dextrina…)
El tercero de los pilares de una correcta alimentación es seguir una dieta baja en carbohidratos. Están presentes en los cereales, el pan, las patatas, el arroz, la pasta, etc. Los seres humanos no estamos preparados para consumirlos en la cantidad en que lo hacemos. Cada vez más estudios demuestran que, una dieta tan alta en carbohidratos como la que llevamos desde hace 50 años es una de las responsables de la epidemia de sobrepeso y obesidad, las enfermedades cardiovasculares, la diabetes tipo II e incluso el Alzheimer.
El cuarto y último pilar es un claro ¡SÍ! a las grasas. Desde los años 60 han sido injustamente atacadas para fomentar el desarrollo de la industria del azúcar y los carbohidratos. Está demostrado que los países con mayor consumo de grasas, presentes en los pescados, la carne, los huevos, la mantequilla, etc., presentan menor índice de muertes por enfermedades cardiovasculares.
Niklas Gustafson
Consumidores concienciados
La industria alimentaria es la más importante, la que más beneficios genera. El problema es que la salud de los consumidores no está entre sus prioridades. Si se preocupara mínimamente por nuestra salud, cambiaría muchísimo el panorama actual. El 80% de lo que nos pasa, para bien o para mal, está directamente relacionado con la alimentación. Pero, claro, esto supondría menos beneficios.
Una mala dieta es causante de más muertes que los accidentes de tráfico, el tabaco y el alcohol juntos
Es un punto que nos tenemos que tomar realmente en serio. Está demostrado que una mala dieta es causante de más muertes que los accidentes de tráfico, el tabaco y el alcohol juntos. La respuesta está en la alimentación. Puede matarnos o hacernos vivir más y mejor. Nosotros elegimos.
A la hora de hacer la compra, es fundamental leer los ingredientes y los valores nutricionales y optar por productos que no contengan aditivos artificiales; elegir productos frescos y naturales, sustituyendo los ultraprocesados, el azúcar, etc. Al principio puede parecer difícil, pero no es imposible. Es cuestión de romper los malos hábitos y las barreras mentales. El resto va rodado.
Yo, por ejemplo, vivo en una ciudad grande, Madrid, y viajo continuamente: Estocolmo, Los Ángeles, Barcelona... No vivo en una granja ni me gasto una millonada en mis compras para conseguir que sean saludables. Pero me alimento de forma natural. Simplemente he interiorizado una filosofía de vida que también está presente a la hora de hacer la compra y lo priorizo en mis decisiones.
Por suerte, cada vez hay más consumidores concienciados y cada vez hay más oferta de productos saludables. Los consumidores estamos provocando el cambio, en unos casos demandando alimentos más naturales de empresas más responsables y en otros, como es mi caso, innovando y creando alternativas realmente saludables.
Los consumidores han cambiado, y mucho. Internet, el acceso a la información y a múltiples opciones de compra en cualquier momento y lugar, nos han vuelto también exigentes. Es un reto para las marcas y es súper positivo. Ya no sirve cualquier cosa. Hay que innovar y buscar la excelencia en la calidad, el sabor, la funcionalidad y los beneficios.
Por eso los valores de Natural Athlete son la salud, honestidad, el sabor, la transparencia. La gama de productos que hemos desarrollado está diseñada para cubrir diferentes momentos del día de una forma sencilla y rápida o para que se puedan incorporar en múltiples platos y recetas. Así, ofrecemos opciones saludables para todos los públicos, desde las madres preocupadas por la alimentación de sus hijos, hasta los más deportistas y los que pasan demasiadas horas en la oficina.
Niklas Gustafson, CEO de Natural Athlete