El “querer hacerlo” es el empujón que necesitas para crear una nueva rutina. Si pensamos en todo lo que nos ofrece un supermercado para picar entre horas, tenemos desde barritas de cereales, patatas fritas de multitud de formas y sabores, frutos secos fritos y salados, galletas saladas, etc. Por eso creo que es muy importante dar ejemplos de recetas, consejos y trucos para que nos llevemos al trabajo algo para picar que sea saludable y no nos dé ningún remordimiento tomarlo.
El tentempié vale la pena
Si hacemos un desayuno adecuado como, por ejemplo, una tostada de pan integral con una buena porción de proteína acompañada de algo de fruta y un café con leche, estaremos llenando nuestras reservas de glucógeno en hígado y músculo unas 3-4 horas, por eso aguantamos sin hambre bastante tiempo durante la mañana. Pasadas esas horas, lo ideal es que volvamos otra vez a ingerir alimentos porque, si no lo hacemos, llegaremos a la hora de la comida con mucha más hambre y picotearemos lo que nos sirven antes de la comida -como el pan o las aceitunas. Y, además, puede que nos bebamos una o dos cervezas. Todo esto hace que al final no tengamos hambre y dejemos de lado el plato principal de la comida, que es el que realmente nos va a nutrir y nos debería saciar. Por todo esto, es mucho mejor tomar un tentempié saludable a media mañana para no sucumbir a la ansiedad a la hora de comer.
El estrés nos lleva a la tentación
Las situaciones de estrés inducen la liberación de unas hormonas que pueden alterar el comportamiento alimentario. Las principales hormonas relacionadas con la obesidad de forma directa son la petina, la grelina y la insulina, aunque hay muchas más.
Estudios recientes apuntan que la grelina -un péptido intestinal que induce el apetito y la adiposidad- se libera durante el estrés induciendo la ingesta calórica y la ganancia de peso. Existen otras hormonas que son las que se liberan cuando se activan los sistemas de recompensa, como son la serotonina, la dopamina y la noradrenalina. Estas son las que provocan que vayamos a la cocina a por comida que nos haga sentir mejor. Sucumbimos a lo que se denomina “hambre emocional”.
Por lo tanto, la liberación de estas hormonas afecta a la elección de los alimentos que comemos, ya que tendemos a escoger los más palatables, los que más placer nos provocan. Estos alimentos suelen ser los más ricos en grasas y azúcares. Pero, además de la elección de alimentos, también se ve afectado el tamaño de las raciones que escogemos.
Mira las etiquetas de los “snacks saludables” y comprueba que, en muchos, el contenido de verduras suele ser ridículo y predomina el almidón de patata o el aceite de palma”