Ya aparecía en las leyendas y sagas medievales islandesas, pero su nombre no ha comenzado a sonar en tierras mediterráneas hasta hace bien poco. El skyr, con una apariencia que anda entre el yogur y el queso, combina sabores amargos, ácidos y dulces.
Los islandeses lo toman como desayuno o tentempié –en el país nórdico es típico mezclarlo con frutos del bosque y cereales–, pero también lo emplean para elaborar múltiples recetas.
¿Qué es el skyr?
Este lácteo se produce a partir de leche desnatada, que se fermenta con una cuajada previa y desechando el suero. Después se cuece y se deja enfriar a temperatura ambiente. Esta elaboración hace que sea muy bajo en grasas –apenas contiene un 0,5%–, y además tiene un alto aporte de calcio y es muy rico en proteínas.
Todo esto lo convierte en un gran aliado para nuestra alimentación, especialmente en dietas para deportistas y personas con problemas como la osteoporosis. Por eso, no es de extrañar que este alimento tenga muchos adeptos. Y no solo por sus propiedades nutricionales, sino también por su textura sedosa y su adictivo sabor, más intenso y menos amargo que el yogur tradicional.

Beneficios del skyr para la salud
La ciencia ha demostrado que los productos altos en proteínas, como este lácteo, son beneficiosos para regular el azúcar en sangre, mejorar la salud de los huesos y cuidar nuestros músculos. Además, cuanta más proteína contiene un lácteo, más sensación de saciedad nos provocará y menos sensación de hambre tendremos a lo largo del día, lo que conduce a mantener un peso saludable.
Al tener un alto contenido en calcio, te ayudará a mantener la salud ósea y una alta densidad en los huesos, evitando así problemas como la osteoporosis. Solo una porción puede proporcionarnos el 20% del calcio diario que necesitamos. Además, su alto contenido en probióticos hace que también fortalezca el sistema inmune, equilibre la flora intestinal y apoye los procesos de digestión
Sus otros minerales, como es el potasio y el magnesio, son importantes para la salud cardiovascular, ayudando a mantener una presión arterial saludable y dentro de los límites.
Diferencias entre skyr y yogur griego: ¿cuál es mejor para ti?
A pesar de que tienen una apariencia y textura similar, no son lo mismo, y tienen notables diferencias. El skyr tiene menos grasa y calorías que el yogur griego porque se elabora con leche desnatada en lugar de leche entera. Además, una ración de ½ taza de skyr contiene unos 14 gramos de proteínas. Esto es más del doble que ½ taza de yogur griego natural descremado, que contiene unos siete gramos. Por tanto, siempre será mejor tomar la opción islandesa que yogur griego.
Recetas con skyr: ideas sanas y fáciles para incluirlo en tu dieta
A modo de yogur es la forma más habitual de degustarlo, pero como cualquier otro lácteo, también se puede tomar en forma de batido mezclado con frutas de temporada o para acompañar ensaladas, pastas, o incluso pescados. Algunas recetas sanas y fáciles para incluirlo en tu dieta son el bizcocho de skyr con pepitas de chocolate, skyr con muesli y frutas o salmón asado con salsa skyr.
Marcas de skyr en España
En España todavía no ha inundado las estanterías de cualquier establecimiento de alimentación –como sí ha ocurrido ya en Estados Unidos y en algunos países de Europa–, pero puedes probar a hacerte con él en grandes cadenas de supermercados como Carrefour o Lidl y tiendas especializadas en gastronomía de los países nórdicos. Además, hay algunas marcas muy extendidas en España que también lo comercializan, como es el caso de Danone.
Si tras descubrir todos los beneficios del skyr te ha entrado el gusanillo de probarlo y te apetece hacerlo casero, te contamos una receta súper fácil y saludable para que puedas prepararlo sin problemas.
Cómo hacer skyr casero: la receta más fácil y saludable
Ingredientes:
- 2 litros de leche desnatada
- 1 cápsula o sobre de cultivos para queso
- 1 cucharadita de moka de cloruro de calcio
- 1 cucharadita de moka de cuajo de ternera
Preparación:
- Añadimos el cloruro de calcio a la leche y la calentamos hasta unos 80ºC. Apagamos el fuego para que se vaya enfriando poco a poco
- Cuando vaya a llegar a la temperatura ideal de trabajo de los fermentos lácticos, se introducen estos en la leche, se mezcla, y a continuación se añade el cuajo, volviendo a mezclar por última vez
- Dejamos la leche en un lugar cálido para que mantenga la temperatura durante una noche. Lo más sencillo es introducir la olla en un horno precalentado suavemente y apagado para que se conserve el calor durante un periodo de tiempo largo. Si la cocina fuera muy fría puede ser necesario volver a darle un calentón suave al horno
- Pasado ese tiempo la leche habrá cuajado. Colocamos entonces una tela de quesero sobre un escurridor, encima del fregadero. Con la ayuda de un cucharón vamos colocando la cuajada sobre la tela, para que escurra. Lo dejamos escurrir durante unas horas. Lo colocamos en un frasco de cristal, y ya se puede consumir
Con la globalización, cada vez son más los alimentos y recetas de otros lugares que vamos incorporando a nuestra dieta de forma habitual. Otro de ellos es el kimchi coreano. ¿Te atreves a probarlo?