[imagen id=498] Una de las funciones fisiológicas que suele verse más afectada por el cambio de hábitos es el tránsito intestinal, que es el recorrido que realizan los alimentos que ingerimos a través del tubo digestivo, desde el momento de la deglución hasta su llegada al intestino grueso y posterior evacuación.
La alteración de su ritmo es un desorden muy frecuente ?se calcula que afecta a uno de cada cuatro españoles en edad adulta, cifra que aumenta considerablemente en el caso de mujeres embarazadas? que provoca incomodidad y malestar y que se debe principalmente a una alimentación inadecuada, a la falta de ejercicio, a la alteración de la rutina y al estrés, entre otros factores. No obstante, sabiendo qué elementos contribuyen a una correcta movilidad intestinal y teniendo en cuenta algunas pautas y recomendaciones, es posible evitar problemas de esta naturaleza y favorecer el ciclo de los alimentos desde su ingesta hasta su deposición.
La dieta es uno de los factores que más infuyen en la regularidad del tránsito intestinal. Según la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria (SENC), para funcionar bien el organismo necesita unos 25 gramos de fibra al día, en forma de verduras y hortalizas frescas, frutas con piel, cereales (mejor si son integrales) y legumbres. Asimismo, ingerir aproximadamente dos litros de agua al día es esencial para que esta sustancia desempeñe correctamente su papel dentro del organismo.