Lo "100% natural", además de una demanda de los compradores, se ha convertido ya en todo un reto para las empresas de cosmética. Cada vez son más las personas que vuelven la mirada hacia la etiquetas. Buscamos lo natural, lo vegano, lo sostenible y, como no, la calidad de los productos. ¿Pedimos demasiado? ¿Cuáles son las diferencias entre estos cosméticos?
Aunque son conceptos que van de la mano, no significa lo mismo que un producto sea natural, que sea vegano, que sea ecológico o que sea sostenible. Y, aunque algunas marcas cuentan con todas estas denominaciones, combiene saber qué significa cada una.
Desde que la cosmética natural llegó hasta nuestras vidas nos hemos acostumbrado a detectar en los pintalabios, las cremas y otros artículos de maquillaje la etiqueta de "100% natural" o el trinomio de los "sin": sin parabenos, sin sulfatos, sin siliconas. Unos conservantes muy utilizados hasta ahora en la cosmética convencional, pero que están bajo sospecha por no ser del todo buenos para nuestra salud. De hecho, según la Organización de Consumidores y Usuarios, OCU, los parabenos pueden alterar el equilibrio hormonal del organismo si permanecen sobre la piel a través de cremas y lociones corporales durante varias horas.
Frente a esta disyuntiva, en lo últimos años han surgido alternativas mucho más naturales y respetuosas con nuestra salud y la del planeta, que nos prometen un buen cuidado sin tóxicos.
Cosmética natural
¡Natural no significa ecológico!
Esta denominación es la que, probablemente, genere más dudas y a la que se están sumando una grandísima cantidad de marcas en su transición hacia el greenwashing. Y debemos ir con cuidado, porque "natural" no significa ni sostenible ni ecológico.
Para que un producto sea "natural" debe estar hecho con ingredientes naturales o, en su defecto, derivados de naturales. Por supuesto, estos no contienen derivados del petróleo, metales pesados u otros compuestos químicos potencialmente tóxicos, que suelen ser muy habituales en la cosmética convencional.
Pero también es necesario que nos cuestionemos el origen de ese producto que se venden como natural. Nos guste o no, lo natural no siempre es vegano, ya que puede tener derivados de los animales como la cera de abeja, el carmín de la cochinilla, la lanolina, el colágeno, etc.
Además, tampoco tienen por qué ser ecológicos. ¿Acaso es sostenible irse al otro lado del mundo a conseguir ingredientes exóticos que supuestamente tienen determinadas propiedades? O vayamos más allá: los aceites esenciales, tan demandados pero para los que usan toneladas de plantas para unas gotitas de producto.
Cosmética vegana
¡Lo vegano no implica necesariamente sostenibilidad!
Es bien sabido que los cosméticos veganos no tienen ningún ingrediente derivado de los animales ni que impliquen su explotación. Pero ¿esto implica que sean los mejores?
Hay quien busca exclusivamente productos que no tengan ni un solo ingrediente de origen animal. Cuando solo interesa este aspecto, entonces se pueden encontrar muchos cosméticos con estas características en la industria tradicional. Por ejemplo, un pintauñas puede ser 100% vegano porque únicamente contiene compuestos sintéticos y ninguno de ellos es natural, es decir que no habrá nada animal.
Por lo tanto, ser vegano, o cruelty free (no testado en animales) no exhime a estos productos de incluir en sus formulaciones ingredientes sintéticos o potencialmente tóxicos, o bien que el proceso de producción haya sido sostenible.
Cosmética sostenible
¡Un producto sostenible no siempre es vegano!
Imaginemos que ahora tu prioridad es el cuidado del medio ambiente, es decir, llevar un estilo de vida lo más sostenible posible. Un nuevo concepto que está relacionado con los anteriores, pero con otro significado. Si apuestas por lo sostenible, significa que apuestas por la proximidad al elegir una materia prima que se fabrica localmente con el fin de reducir la huella de carbono y contribuir al comercio local, y que, eso sí, puede valer mucho más que una que viene de la otra punta del mundo. También, cuando priorizas el medioambiente, es importante que busques productos que contengan un envase reciclable o biodegradable.
En resumidas cuentas, priorizar la sostenibilidad significa que valoras que en su producción se ha priorizado el bajo impacto sobre el planeta tanto al elegir ingredientes, como envases, como el lugar de producción. Entonces, ¿es éste el ideal?
Cuidado antes de sacar esta conclusión porque lo que también debemos tener en cuenta es que estos productos pueden contener tanto derivados de animales —es decir ser sostenible no implica ser vegano— como ingredientes sintetizados químicamente. Por lo que tampoco tienen por qué ser 100% naturales.
Cosmética ecológica
La más fiable y la más recomendable
Estos son, sin duda, los más fiables. Para que un producto cosmético se pueda considerar ecológico necesita contar con un sello que certifique esta denominación y que garantice un alto porcentaje de ingredientes obtenidos de la naturaleza, sin el uso de pesticidas ni de otros componentes prohibidos en el cultivo ecológico, a través de procesos respetuosos con el medio ambiente. Por lo tanto, el sello de un organismo certificado nos asegura que el producto cumple con una normativa que garantiza la salud del medio ambiente, así como el bienestar animal, lo que significa que el producto será más respetuoso con nuestra salud.
Eso sí, un cosmético puede ser ecológico, pero recorrer miles de kilómetros desde que es producido hasta que lo compramos y lo consumimos en casa, o bien puede contar con ingredientes de origen animal (si no tiene el sello de vegano).
En resumen, ¿cuál es nuestra recomendación? Utilizar, siempre que sea posible, productos de higiene y de cosmética con el sello ecológico dando prioridad a los producidos dentro de nuestro país. Y, si somos veganos, asegurarnos de que cumplen también con este precepto.