Sentir el calor del sol en la piel es una de las sensaciones más placenteras del mundo. Ahora, en plena primavera, y cuando nos acercamos cada vez más al verano, podemos disfrutar de una manera más intensa de esos momentos de relax y luz tan esperados. Está demostrado que tomar el sol con moderación es bueno para la mente y el cuerpo; nos activa, nos llega de energía… Una sensación de placer instantáneo que nos hace confiar ciegamente en él y exponernos sin precaución. Sin embargo, ¡todos los excesos son malos! Demasiada exposición puede ser perjudicial, en especial para la piel. Lo de aprovechar los beneficios de la Vitamina D, el micronutriente que nuestra piel produce gracias a la radiación ultravioleta B, no se nos puede ir nunca de la manos.
Por eso, en el marco del Día Mundial del Melanoma, que se celebra el próximo 23 de mayo, queremos hacer hincapié en los peligros de la excesiva exposición solar. Y es que, lo que a priori podrían ser unas quemaduras después de horas frente al sol, con el paso de los años puede derivar en cáncer de piel y ciertos problemas oculares.
De hecho, “el melanoma es uno de los cánceres más peligrosos y mortales y su factor de riesgo más importante es, precisamente, la exposición excesiva al sol”, explica la Dra Andrea Combalia en su libro ‘Piel sana in corpore sano: consejos prácticos para tener una piel sana, bonita y radiante’.
El bronceado saludable no existe
La cultura del bronceado se puso de moda hace casi un siglo. Desde entonces, en la sociedad occidental, estar moreno se ha asociado con vacaciones y felicidad. Tener un tonito de piel más oscuro se ha convertido para muchas personas en una obsesión —también llamada tanorexia— ya que al broncearnos nos vemos más estilizados, y parece que nuestra piel está más lista y tonificada. ¡Error!
Como explica la Dra Combalia, tan solo se trata de un efecto óptico. “Al adquirir un color uniforme y más oscuro se disimulan las irregularidades. Pero tiene sus consecuencias”. Por ejemplo, aunque ahora no podamos verlo, a lo largo del tiempo el exceso de sol favorece el desarrollo de arrugas, manchas, rojeces y flacidez. Es lo que conocemos como “fotoenvejecimiento”. “¿Qué prefieres, una piel sana o una piel morena?”, reflexiona la dermatóloga.
Cerca del 80% del envejecimiento exógeno de nuestra piel es debido a la exposición excesiva a la radiación solar
Es una realidad: llega el buen tiempo y nos confiamos más de la cuenta frente al sol. Del mismo modo, aplicar un protector solar proporciona una falsa sensación de seguridad que nos hace creer que podemos pasar todo el día bajo el sol. Sin embargo, los fotoprotectores no están hechos para permanecer más tiempo expuestos a la radiación ultravioleta, sino para estar más protegidos durante el tiempo de la exposición.
¿Lo principal entonces? Entender estos productos como un complemento, su función no es otra que la de minimizar los efectos nocivos de la radiación solar en nuestra piel. Es decir, que todos, estemos más o menos bronceados, debemos utilizarlos.
“Si bien es cierto que, a más bronceados, más protegidos estamos frente a las radiaciones del sol, cuando se activa el sistema de bronceado se produce un daño en nuestras células”, confirma la Doctora, por lo que "nadie debería confiarse frente los rayos ultravioleta".
¿Con qué frecuencia nos ponemos crema?
Hay quien se enorgullece de no ponerse crema solar o de no usarla en todo el año. Sin embargo, nos olvidamos que en realidad los protectores deberían utilizarse casi todo el año. ¿O es que solo lo hacemos cuando el sol nos achicharra literalmente?
Según un estudio elaborado por Garnier Delial, cerca de la mitad de los españoles encuestados (44%) afirmaron ponerse protección solar en cara y cuerpo “a veces, cuando está muy soleado y hace calor fuera”.
Las mujeres tienden más a protegerse la piel todos los días, un 26% lo hace en el cuerpo y un 31% en la cara, independientemente de la estación.
El verano es la principal época en la que aplicamos crema solar, un 88% la usa entonces. Pero ¿realmente sabemos cómo y cada cuánto debemos utilizarla? Para empezar, no debemos olvidarnos de que el motivo de utilizar un factor alto no es que proteja más, sino durante más tiempo. De hecho, el Factor de Protección Solar (FPS) indica el tiempo máximo al que se puede estar expuesto al sol sin quemarse.
¿Cómo se calcula? Solo hay que multiplicar el tiempo que la piel podría estar expuesta al sol sin quemarse por el factor de protección solar de la crema solar que utilices. De esta forma, si la piel de una persona puede estar 10 minutos expuesta al sol sin quemarse y la crema solar es FPS 50, esto nos daría un resultado de 500 minutos de exposición solar segura.
A pesar de ello, y aun sabiendo en muchas ocasiones cómo funciona el índice de protección solar, más de 7 de cada 10 encuestados ha experimentado quemaduras solares en los últimos diez años, con especial incidencia en la población joven. En muchos casos sucede porque “nos olvidamos de hacerlo antes de salir de casa” (27%), o bien porque “no creemos que sea necesario para la cantidad de sol a la que nos expondremos” (23%).
Revisiones y cuidado dermatológico
Además de la protección solar que podemos aplicar desde manos hasta cara y cualquier otra parte del cuerpo, es importante acudir con frecuencia al dermatólogo para prevenir el retraso de un diagnóstico en cáncer de piel y, en consecuencia, un mal pronóstico.
“Hay que transmitir la importancia de acudir al dermatólogo, sobre todo a aquellos pacientes de edad avanzada que suelen presentar un peor pronóstico por los cambios de piel que sufren asociados a la edad”, advierte la Doctora Pilar López Criado, responsable de la Unidad Multidisciplinar de Piel y Melanoma de MD Anderson Cancer Center Madrid.
Además, se recomienda que prestemos atención a los cambios de pigmentación de la piel, descamaciones o lesiones que vayan acompañadas por picor o irritación, ya que es frecuente que crezcan de tamaño y las molestias no remitan.
Como vemos, la piel tiene memoria. Cuidarla ahora implica asegurarnos un futuro más sano, evitando al máximo la aparición de manchas, rojeces, arrugas e incluso melanoma, el cáncer de piel que mayor mortalidad causa a día de hoy.
Por todo ello, para que disfrutes al máximo de las horas de sol al aire libre, y lo hagas con precaución, te dejamos con una serie de productos solares que puedes utilizar para prevenir y cuidar la piel después de una larga jornada de rayos ultravioleta (UV). Recuerda que es importante tener una buena relación con el sol. “Ni tan cerca que te quemes ni tan lejos que te hieles”, como diría el refrán popular.