Cualquier situación social (un simple apretón de manos a modo de saludo) resulta terriblemente incómodo para quien padece sudoración excesiva. Su cuerpo está regado en sudor y, en contra de lo que pueda pensar el interlocutor, no es una cuestión de falta de higiene, sino una enfermedad de origen genético llamada hiperhidrosis.
Según los últimos datos de la Asociación Española de Dermatología y Venereología (AEDV), esta patología que aparece de forma más habitual en la infancia o la adolescencia (0,6-1%), afecta a un 2% de la población siendo las palmas de las manos, los pies y las axilas las zonas más afectadas. Pero lo más molesto es sin duda la repercusión social que agrava a su vez el problema. El estrés y la ansiedad que le genera al paciente el hecho de sudar en público dispara aún más la sudoración. Y es entonces cuando pueden producirse otras complicaciones como el mal olor, para seguir añadiendo puntos negativos.
La AEDV propone diversas alternativas para aplacar la sudoración excesiva. Entre ellas, productos denominados antisudorales que inhiben y minimizan el olor, medicamentos anticolinérgicos o un tratamiento que consiste en la eliminación de los ganglios encargados de estimular la sudoración de axilas y manos (simpatectomia transtorácica). Sin embargo, el que gana más enteros en la comunidad médica es la toxina botulínica, un tratamiento especial para axilas y manos, que bloquea temporalmente los nervios que estimulan la sudoración.
El sudar se va a acabar
Un simple apretón de manos puede convertirse en una pesadilla si padecemos sudoración excesiva. Pero este problema, denominado hiperhidrosis, puede combatirse.
