Acostumbradas al ritmo frenético de nuestra vida, pensamos que todo funciona igual. No es así. Todo lo que respecta al cuerpo lleva un tiempo para que haga efecto. Sin ir más lejos, el desodorante conviene aplicarlo antes de meternos en la cama y con la piel totalmente seca, según los consejos de la Sociedad Internacional contra la Hiperhidrosis.
Nuestras ocho horas de sueño permiten a las sales de aluminio de ese producto llegar hasta las glándulas sudoríparas, cristalizar y taponarlas parcialmente. A la mañana siguiente, aunque nos duchemos, ya estarán por debajo de la piel y no podremos arrastrarlas con la esponja. Listas para actuar: cuando el calor apriete, solo podrá salir una parte del sudor. El resultado: menos rodal y menos olor.
Los desodorantes naturales son una alternativa para todas aquellas mujeres que quieren cuidar su piel a la vez que proteger el medio ambiente.