Cada tipo de piel tiene sus problemas y sus necesidades, por eso es tan importante conocer cuál es tu tipo de piel para poder cuidarla de la forma adecuada. Mientras que las pieles grasas se quejarán de la producción de brillos a lo largo del día, las pieles secas lo estarán envidiando porque su piel está tirante.
Ninguna es mejor que la otra, ya que ambas tienen sus pros y sus contras. En el caso de las pieles secas, están acostumbradas a sentir picor, tirantez, falta de luminosidad, y a la larga, sufren antes la aparición de las arrugas. Y, aunque pieles grasas y secas necesitan la hidratación, estas últimas deben prestarle especial atención.
Las pieles grasas deben buscar un equilibrio entre productos matificantes que controlen sus brillos y otros hidratantes, ya que cuanta más deshidratación, más grasa se genera. Sin embargo, las pieles secas deben buscar la máxima hidratación posible, ya que su piel no produce ese sebo necesario para compensar la falta de agua.
Esa falta de grasa tiene consecuencias, ya que es un componente básico en la barrera de la piel. Por eso las pieles secas suelen verse más envejecidas, porque tienen la barrera más frágil y expuesta, con lo que las arrugas y líneas de expresión se marcan mucho antes.