Muy vulnerable al estrés y a las emociones, el cabello también reacciona ante cualquier mimo que se le dé, especialmente a finales de verano, cuando el sol, el mar, el viento y el agua de la piscina lo han debilitado. Tras estos días de desgaste, no basta con aplicar un champú y un acondicionador porque el cabello reclama más atenciones que nunca para prevenir las caídas.
Dos horas de cuidados al mes en casa tienen el mismo efecto que un tratamiento en los spas capilares. En primer lugar, para realizar un tratamiento correcto lo mejor es airear el pelo con un cepillo natural. Esto permite desempolvar el cabello, dándole volumen y eliminando no sólo aquellos que están a punto de caer, sino también los restos de productos capilares y las partículas contaminantes. A continuación, para relajar y activar la microcirculación se recomienda realizar un masaje craneal, favoreciendo así el suministro de nutrientes a las raíces.
Una vez terminado el masaje y antes de aplicar el champú es aconsejable calentar aceite entre las manos y remojar el cabello mechón a mechón dejando que penetre, sobretodo en las puntas. Luego, con una toalla caliente o en papel film, se envuelve el pelo para que el vapor que desprende el aceite se absorba bien. Ajusta la cantidad y el tiempo de exposición en función de tu tipo de pelo.
Después de este baño el pelo quedará liso, brillante e hidratado. Se puede terminar frotando el cuero cabelludo, ya que esto no solo libera impurezas, células muertas y caspa, sino que también estimula la microcirculación. Solo se tiene que aplicar el producto capilar favorito sobre el cabello seco o húmedo, masajearlo suavemente y enjuagarlo bien para luego enjabonarse con champú. Por último se seca el pelo y se aplica una mascarilla tratante por toda la longitud del cabello, evitando tocar el cuero cabelludo.