Tras pasar tantas semanas dentro de casa, sin contacto social, teletrabajando, utilizando las tecnologías a diario como único medio para poder hablar y ver las caras de nuestros familiares, comprando de manera online y con la idea constante en la cabeza de que el virus sigue ahí fuera y de que es probable que si no hacemos las cosas medianamente bien pueda haber rebrotes, es totalmente normal que la persona sienta incertidumbre y miedo al enfrentarse a cada fase de la desescalada.
Sonia Castro, psicóloga y orientadora en el Instituto Europeo de Psicología Positiva, nos ayuda a reorientas nuestros pensamientos y emociones dominadas por el miedo o la angustia frente a la nueva normalidad.
¿Por qué cada cambio de fase del desconfinamiento, en vez de darme ánimos y alegría, nos provoca más miedo e inseguridad?
El miedo es una emoción que experimentamos de forma innata y automática y que es "adaptativa" al gran cambio que nos ha tocado experimentar meses atrás.
Por lo tanto, sentir miedo y la sensación de falta de seguridad ante los cambios de fase y al hecho de salir a la calle en la desescalada es algo totalmente normal, comprensible y natural.
Y ¿por qué pasa? Porque nos hemos tenido que enfrentar a algo impensable, sorpresivo e inesperado por cualquiera si nos lo hubieran contado hace sólo un año atrás.
Todo ha cambiado de manera muy brusca y rápida. Mascarilla obligatoria, los niños sin colegio, la enorme cifra de contagiados y fallecidos, la saturación de hospitales… Está fuera de nuestro control, de nuestra zona de confort y por todo ello nos sentimos así y el miedo se dispara.
¿Debo obligarme a salir si no tengo ganas?
No es necesario, ni causa de fuerza mayor salir a diario a pasear a la calle si hay días en los que el teletrabajo se alarga o si por algún motivo concreto el día se ha complicado y salir ese día no está dentro de las opciones… Ahí no pasa nada, siempre puede haber excepciones e imprevistos, ya saldrás mañana.
Eso sí, si la cosa se intensifica, se cronifica y te encuentras buscando excusas “tontas” para quedarte en casa y no salir, ahí sí, has de hacer el esfuerzo y retomar las salidas, porque de esta manera te expondrás a la nueva realidad y la exposición hará en gran parte que el miedo disminuya.
Algo que ayuda mucho es quedar con alguien para salir a pasear, no sentirse solo en las primeras salidas es fundamental, de esta manera el compromiso adquirido con esa persona también suma.
Una vez en la calle, ¿cómo gestiono mi miedo?
Enfrentarnos al estímulo que desencadena el miedo en muchísimos casos es la solución para que poco a poco nos vayamos acostumbrando y podamos superarlo o por lo menos, acostumbrarnos a él y que no nos incapacite y nos limite en exceso.
Así que lo primero que hay que hacer es un trabajo sincero de introspección para evaluar y poder identificar a qué le tengo miedo en realidad (a contagiarme por primera vez, a contagiar a mis padres u otros familiares que son grupo de riesgo, a volver a pasar por lo mismo si ya me contagié de Covid-19 pero no me fio de la inmunidad que me han explicado los médicos, a que mis hijos se pongan malos, a la muerte…) y una vez identificado el miedo, enfrentarnos a él de manera paulatina.
Lo que sí sabemos es que el coronavirus ha llegado para quedarse, así que hasta que no haya una vacuna real, tendremos que aprender a convivir con el riesgo al contagio y hacer siempre caso a las medidas que los expertos en el tema saben que sí funcionan.
No te sientas obligado a quedar con gente si todavía no te sientes preparado, o simplemente no te apetece. Ya habrá tiempo para hacerlo.
¿Y si no tengo ganas ni de ver a mis amigos porque tengo miedo al contagio?
Date tiempo, cada persona es un mundo y cada persona necesitará diferentes tiempos en esta adaptación. Has de respetar los espacios de otros y por supuesto tus propios espacios.
No te sientas obligado a quedar con ellos si todavía no te sientes preparado, o simplemente no te apetece. Ya habrá más opciones en el futuro para hacerlo.
Y es que cuando poco a poco, vayas acostumbrándote a la nueva realidad, retomando tus rutinas y superando el miedo a salir, empezarás a tener ganas de quedar con ellos. Ese será el momento de hacerlo.
¿Qué hago si me obligan a volver presencialmente al trabajo, pero eso me provoca mucha ansiedad?
Si no hay opción de teletrabajar y tenemos que acudir de manera presencial al trabajo, nos toca enfrentarnos a ello.
No obstante, si el miedo a salir nos lleva a evitar sistemáticamente la situación temida, si el malestar a la hora de salir es muy elevado, si empieza a aparecer alguna interferencia a nivel social, laboral o personal, entonces podemos estar hablando de una complicación psicológica que requerirá ayuda profesional. Ponte en contacto con un psicólogo experto que te acompañe en la vuelta al trabajo.
¿Es normal sentir que me estoy volviendo más egoísta?
Las prioridades desde que se declaró el estado de alarma han cambiado. Ahora nos preocupamos más por nosotros y por los nuestros. Es normal y es adaptativo.
Por tanto, si tú no te cuidas en primera persona, es posible que nadie lo haga de la misma forma y recuerda que para estar bien con los demás, es fundamental primero sentirse bien con uno mismo.
Si la obsesión por la limpieza y por la higiene está generando un deterioro significativo de la actividad, es el momento de ponerse en manos de un/a psicólogo/a
¿Cómo gestiono mi obsesión por la higiene?
Es importante llevar a la práctica las medidas de limpieza e higiene que nos han aconsejado y explicado los profesionales para evitar el contagio (lavado de manos frecuente, uso de gel desinfectante, guantes en determinados contextos, mascarilla obligatoria, metro y medio de distancia de seguridad…) Si aún así eres consciente y otros allegados también te están comunicando que en tu caso las medidas normales se están convirtiendo en obsesivas, lo más recomendable es que busques ayuda de un experto.
Si la obsesión por la limpieza y por la higiene está generando un deterioro significativo de la actividad social o laboral y persiste en el tiempo o si genera un malestar muy significativo, es el momento de ponerse en manos de un/a psicólogo/a, ya que podemos estar hablando del inicio de un trastorno de ansiedad.
También es recomendable tener un seguimiento profesional si se han padecido problemas psicológicos de este tipo en el pasado.
Si yo lo llevo con serenidad y calma, pero son mis hijos o mi pareja quien vive con miedo a la nueva normalidad, ¿cómo puedo ayudarles?
En el caso de los más pequeños es fundamental que los padres o las personas adultas con las que convivan sean su modelo, su referencia. Y es que los pequeños necesitan esa seguridad de los adultos.
Hay que empezar a educarles ante las situaciones de incertidumbre y en los dilemas y en el “no saber”, en que conozcan que existen causas externas ajenas a uno mismo y fuera de nuestro control y ayudarles en la tolerancia a la frustración.
En el caso de la pareja, normalizar, apoyar, acompañarle en sus miedos ayuda, pero, de la misma manera que antes he comentado, si llega el momento en que la situación se torna insoportable, generando malestar e incapacitando el día a día, lo más recomendable es buscar ayuda de un psicólogo profesional.