Las últimas investigaciones han constatado que dormir al menos 7 u 8 horas durante la noche es indispensable para evitar la obesidad. Josiane Broussard y sus colegas del Centro Médico Cedars-Sinai de Los Ángeles han demostrado que una noche de privación total de sueño equivale a seis meses de dieta rica en grasas, lo que aumenta el riesgo de sensibilidad a la insulina y, por tanto, de padecer diabetes.
Si el cuerpo es menos sensible a la insulina, tendrá la necesidad de producir más para mantener los niveles de glicemia estables, lo que puede desembocar en diabetes del tipo 2, una enfermedad en la cual la respuesta a la insulina del cuerpo no funciona correctamente, por lo que hay demasiada azúcar en sangre. Dormir bien es fundamental para mantener estables los niveles de azúcar en sangre y reducir los riesgos de padecer patologías como la diabetes o la obesidad.
Asimismo otros estudios han puesto de manifiesto que dormir poco crea undesequilibrio en los niveles hormonales: descienden los niveles de leptina, la hormona responsable de comunicar al cerebro que la cantidad de alimento consumido es suficiente, mientras que aumentan los de grelina, la hormona que estimula el apetito. El resultado es que consumimos más dulces y más alimentos ricos en grasas o muy salados, por lo que la balanza se desequilibra.
Para conciliar el sueño debemos aumentar el consumo de fibra, así como de frutas y verduras, elegir cenas ligeras y tomar tisanas. Regular los horarios, evitar dormir la siesta durante el día, no tomar comidas muy pesadas y realizar de manera regular ejercicio físico son algunas de las claves para conseguirlo. El arroz, la avena, el plátano, la lechuga y las almendras pueden ayudarte a relajarte y, de este modo, conciliar el sueño.