La operación bikini es uno de los procesos de adelgazamiento más conocidos y más seguidos que una gran cantidad de mujeres y de hombres emprenden cada primavera. Con más o con menos acierto, todos ellos establecen un plan de pérdida de grasa o de peso con el fin de llegar al verano, y a la ropa más ligera que deja el cuerpo al descubierto, lo más atractivos posible.
El problema es que, a menudo, o no lo consiguen o bien no logran mantenerlo en el tiempo. El motivo es que este tipo de dietas rápidas, también conocidas como dietas milagro, ponen el foco en la pérdida de kilos (normalmente en la pérdida de grasa abdominal) y no en la mejora de la salud, a través de un plan alimenticio muy restrictivo e hipocalórico. El resultado suelen ser altas dosis de estrés, de ansiedad y de frustración, que acaban revirtiendo en un efecto contrario al que se deseaba: con la necesidad imperiosa de volver a la alimentación habitual (probablemente insana) y/o con conductas compensatorias que nos alejan de nuestro objetivo.
¿Existe una operación bikini saludable?
Por supuesto. Pero, para poder considerarla sana, es importante cambiar el foco en la estética y devolverlo a la salud como real epicentro de nuestros hábitos diarios. Porque, si así lo hacemos, nuestra composición corporal va a mejorar y nos veremos y nos sentiremos mucho más a gusto con nosotros mismos.
Debemos cambiar el foco del adelgazamiento en la estética y devolverlo a la salud como epicentro de nuestros hábitos diarios
La clave está en saber conjugar nuestras necesidades físicas con nuestras necesidades mentales y emocionales, estableciendo objetivos realistas y respetando con cariño los procesos naturales del cuerpo, sin tener una prisa excesiva por conseguir un cuerpo diez. Vamos a ver, punto por punto, cómo podemos conseguirlo.