La microbiota intestinal humana es una compleja red de microbios y bacterias que ejerce una importante influencia en la salud humana. Está compuesta, por un lado, de bacterias beneficiosas que nos protegen de patógenos, colaboran con la respuesta inmunitaria, ayudan a asimilar los nutrientes en el cuerpo y regulan otras hormonas de vital importancia.
Pero, también hay otros habitantes que afectan a la salud, como pueden ser los virus, hongos, arqueas y helmintos que pueden tener un impacto potencial en el microbioma y en la salud del individuo.
Qué son las arqueas y dónde se encuentran
Al igual que las bacterias, las arqueas son organismos unicelulares que contienen material genético. En diferentes estudios en humanos se ha demostrado que el microbioma intestinal humano tiene una prevalencia de arqueas del 0,8 al 0,10%. Las arqueas más presentes son los metanógenos (productores de metano) y las halófilas. Una característica es que pueden vivir en hábitats extremos, sobrevivir a temperaturas altas y en entornos muy ácidos. Esto hace que sean resistentes y que se puedan reproducir con facilidad.
Situadas en el intestino humano, pueden afectar al correcto desarrollo de las funciones corporales, especialmente el equilibrio energético, y pueden contribuir a la obesidad porque aumentan la producción de ácidos grasos de cadena corta y contribuyen a un exceso de calorías disponibles para el cuerpo. Además, las arqueas producen metano, que ha demostrado que ralentiza el tránsito intestinal y provoca estreñimiento. También están directamente relacionadas con respuestas proinflamatorias. En la actualidad, los estudios que relacionan las arqueas con enfermedades humanas son limitados y se necesita más investigación para conocer su papel completo en la salud humana.
Lo que sí está claro es que cualquier desequilibrio en la composición de la microbiota intestinal, afectada por una sobrepoblación de bacterias, virus, hongos, arqueas… puede afectar a la salud humana general. De esta forma, para modular la microbiota se deben tener en cuenta todos sus componentes.
Justo este punto ha sido foco de muchas investigaciones recientemente, y un creciente cuerpo de evidencia demuestra que el uso de probióticos y prebióticos es una técnica útil para manipular la microbiota. Los probióticos se consideran moduladores naturales, seguros y beneficiosos de la composición microbiana intestinal, pero su eficacia depende de la cepa y la dosis y no todos los probióticos funcionan contra los diferentes trastornos y enfermedades que surgen a raíz de un desequilibrio intestinal.

Cómo funcionan y por qué aparecen las arqueas
Éstas se alimentan del hidrógeno que generan las bacterias y lo utilizan para producir gas metano en el intestino delgado. Esto conlleva a una paralización y ralentización del paso de los alimentos, lo que a su vez provoca estreñimiento, hinchazón e inflamación abdominal. Justo esta ralentización de la digestión favorece que las arqueas usen más hidrógeno para alimentarse y fomenten el crecimiento excesivo de bacterias, pudiendo desencadenar esto en una disbiosis y desequilibrio en la microbiota.
Este exceso de bacterias en el intestino se conoce popularmente como SIBO, por sus siglas en inglés (Small Intestine Bacterial Overgrowth), y una de las formas para detectar y diagnosticarlo es mediante un test de aliento que calcula la cantidad de hidrógeno y el metano que tiene este, pudiendo analizar la sobrepoblación de arqueas.
Qué provoca el SIBO o sobrecrecimiento bacteriano del intestino delgado
El SIBO es una colonización anormal dentro del intestino delgado formada por bacterias que normalmente se encuentran en el colon. El SIBO es uno de los principales contribuyentes al síndrome del intestino irritable y es el culpable de incómodos síntomas como son el hinchazón, dolor abdominal y cambios en las heces, como puede ser estreñimiento o diarrea.
Otros síntomas son los calambres abdominales, gases, intolerancia a la lactosa y anemia megaloblástica. También puede llevar a problemas potencialmente más graves como es la mala absorción de nutrientes, pérdida de peso, permeabilidad intestinal entre otros problemas.
Los factores de riesgo para la aparición de SIBO son multifactoriales. Algunas causas conocidas del sobrecrecimiento bacteriano son una reducción de las enzimas digestivas inducida por la ingesta de medicamentos, cambios del pH en el intestino delgado, un sistema inmunitario deficitario, el estreñimiento crónico, cambios estructurales en el intestino (diverticulosis, cirugías, obstrucciones intestinales), insuficiencia pancreática, hipotiroidismo, diabetes o la enfermedad de Crohn. Asimismo, tener una edad avanzada, obesidad mórbida, VIH o Parkinson pueden aumentar el riesgo de padecer SIBO.

Acciones para prevenir el SIBO
La dieta es un factor importante para tratar el SIBO, mientras que se acompaña de un tratamiento guiado por un médico que en ocasiones puede incluir la toma de una serie de antibióticos.
La dieta Fodmap, cuyo nombre viene del inglés por sus siglas que hacen referencia a dieta baja en “oligosacáridos, disacáridos, monosacáridos y polioles fermentables”, se utiliza cada vez más en consultas nutricionales para controlar los síntomas del síndrome del intestino irritable y otras dolencias digestivas como es el SIBO. Llevar una dieta baja en Fodmap puede ayudar a reducir los síntomas y reducir los recuentos bacterianos.
Esta dieta es una herramienta o estrategia temporal que se usa para reducir la cantidad de azúcares fermentables para las bacterias del intestino y con ello reducir los síntomas digestivos como la hinchazón abdominal, dolor de barriga, gases o eructos. Asimismo, la gestión de los factores externos como son la modulación del sueño, una adecuada actividad física, la modulación del estrés y el espaciamiento entre comidas, dejando más de 4 horas de diferencia, se han considerado de gran ayuda para reducir la sobrepoblación de bacterias.
Controlar la población de arqueas en el intestino es vital para la salud. La microbiota intestinal es muy importante y, aunque tiene enemigos, también se puede cuidar con recetas como estas. La alimentación y unos hábitos saludables básicos son fundamentales para tener una salud intestinal correcta.