“Una de las primeras preocupaciones que te asaltan cuando recibes un diagnóstico de cáncer es pensar que se te va a caer el pelo”. “Sobre todo, por el estigma social que supone, ya que todo el mundo sabe en todo momento que estás enferma”. Así lo explica Georgina, paciente oncológica que hace apenas unas semanas ha terminado su tratamiento de quimioterapia y radioterapia contra un cáncer de mama.
A sus 36 años, Georgina es probablemente una excepción entre los afectados de esta enfermedad, cuyos tratamientos suelen conllevar la pérdida del cabello, de las cejas y de las pestañas, así como la afectación severa en uñas de las manos y pies: “no he tenido que usar peluca ni pañuelo porque he conservado gran parte de mi cabellera gracias a un método desconocido: los cascos de hielo”, asegura.
Gracias a los cascos de hielo, no he tenido que usar ni peluca ni pañuelo porque he conservado el pelo
A pesar de que su oncóloga le advirtió que la caída del pelo sería un proceso inevitable ya desde la primera sesión del tratamiento, la joven no se resignó y buscó soluciones alternativas hasta dar con la terapia de hielo. Un método que, si bien ya hace años que se practica en Latinoamérica y en algunos hospitales de Australia, en Europa sigue siendo todavía un gran desconocido.
Terapia de hielo contra la caída del pelo
Asesorada por Quimio con pelo, una red internacional y altruista de pacientes de cáncer que han puesto en práctica la terapia de hielo, Georgina propuso a su oncóloga probar este sistema antes de iniciar la quimioterapia y la radioterapia. Y, al recibir su consentimiento, se puso manos a la obra: creó ella misma un kit de complementos formado por varios cascos artesanales, antifaces y manoplas para manos y pies contenedores de hielo.
El hielo aplicado localmente impide que la actividad bioquímica penetre hasta la raíz del cabello
La eficacia de este procedimiento reside en la capacidad del hielo de impedir que las sustancias químicas inyectadas por vía venosa lleguen tan fácilmente hasta la raíz del cabello y lo debiliten: el frío extremo aplicado directamente sobre la cabeza tiene un efecto vasoconstrictor en el cuero cabelludo, lo que conduce a una reducción del flujo sanguíneo hacia los folículos pilosos y, por tanto, a una menor recepción de sustancias químicas en estas zonas del cuerpo que están sometidas de manera local a tan bajas temperaturas.
Esta menor exposición a la actividad bioquímica hace que los folículos resten menos vulnerables a los agentes de la quimioterapia, previniendo o minimizando así la que hasta ahora se consideraba inevitable pérdida del cabello, sin restar eficacia al tratamiento a nivel global.

Cómo practicar la terapia de hielo durante la quimioterapia
Georgina acudía a cada una de sus sesiones de quimioterapia con un congelador portátil cargado con seis o sietes cascos, ocho antifaces, un par de guantes y un par de peúcos. Todos ellos, rellenos con bolsas de hielo y congelados previamente durante un mínimo de 48 horas.
Para asegurar su efectividad, se los colocaba no solo durante toda la sesión sino también durante una hora antes y una hora después del tratamiento, y los reemplazaba por uno nuevo cada treinta minutos, ya que este el tiempo que estos complementos consiguen mantener el hielo compacto fuera del congelador.

Para soportar el frío, también se cubría con una manta, aunque asegura no haber padecido más allá de sentir una cierta sensación desagradable, pero soportable.
Gracias a conservar el pelo me he mantenido mucho más positiva, enérgica y sociable
Y el resultado, sorprendió a todos. “Gracias a la terapia de hielo no he sufrido el trauma de ver mi imagen muy cambiada, y eso me ha permitido mantenerme mucho más positiva y enérgica y no evitar el contacto social como suele ocurrirles a muchos pacientes de quimio, que acaban recluyéndose en casa”, asegura, orgullosa, Georgina.
Su extraordinaria experiencia ha convencido al equipo de oncólogos que la trataron desde el Hospital Clínic de Barcelona, quienes ya están informando a los nuevos pacientes de esta posibilidad alternativa que, si bien todavía no cuenta con aval científico suficiente, tampoco supone ningún tipo de riesgo para el paciente (aunque no está indicado para niños ni para pacientes con tumores cerebrales).
“Necesitamos estudios rigurosos que confirmen con datos lo que la experiencia directa nos está demostrando a muchos pacientes”, reflexiona la joven. Quien también colabora con la Asociación Española Contra el Cáncer (Aecc) divulgando su testimonio y alentando a otros pacientes a probar la terapia de hielo, además de haber puesto en marcha la cuenta española de Instagram Quimio con pelo (@quimioconpelo_spain).

La caída del pelo por los tratamientos contra el cáncer no es solo una cuestión estética
Uno de los principales objetivos que persigue la campaña de divulgación de esta joven educadora social es concienciar a la sociedad de que la pérdida del cabello no es una cuestión solamente estética sino de salud mental. “Los oncólogos le quitan importancia diciendo que el pelo y las uñas volverán a crecer, pero minimizan los duros efectos a nivel mental y emocional que este proceso conlleva para el paciente”, denuncia Georgina, que también recuerda que quedarse calva hace visible constantemente el trauma de la enfermedad y tiene un duro impacto en la calidad de vida de quienes lo padecen.
Perder el cabello afecta muy duramente a tu salud mental y emocional
“Tenemos que explicar al mundo que tenemos alternativas. Lo ideal sería que fueran los mismos centros de oncología los que ofrecieran esta opción, pero mientras no sea así, me encantaría conseguir al menos crear una red que permitiera poder dejarnos prestados unos a otros estos complementos. Así los haríamos accesibles también para personas con pocos recursos”. Explica la joven, que asegura haber invertido aproximadamente unos mil euros en la compra de todos los materiales necesarios para elaborar su exitoso kit casero.
“Me quito el sombrero ante mi misma después de descubrir una fortaleza interna que desconocía y de ver cómo no me he resignado y he encontrado soluciones a lo que parecía imposible”, concluye, feliz y optimista.