La continencia es el control de cuándo y dónde queremos evacuar, un acto casi reflejo que realizamos sin dificultad durante nuestra vida sin importar la hora, el lugar o la situación en la que nos encontremos.
La incontinencia consiste precisamente en la pérdida de este control. Según la Fundación Internacional para los Desórdenes Gastrointestinales (IFFGD de sus siglas en inglés), la incontinencia fecal ocurre "cuando la pérdida en el control del gas o de las evacuaciones líquidas o sólidas produce malestar emocional y sufrimiento".
¿Qué indica la incontinencia fecal?
Este problema es una alerta clara de que alguna cosa en nuestros intestinos no está funcionando bien.
¿Cuáles son sus causas?
No existe una sola causa que explique este complejo problema. Los gastroenterólogos y digestólogos consideran que está causada por una combinación de dos o más causas.
Las principales causas son:
- Daño en los músculos. Puede ocurrir de forma natural, por ejemplo, después de un parto. Los anillos que están situados al final del recto se dilatan hasta tal punto que las heces pueden traspasarlos sin dificultad porque esos músculos no tienen fuerza suficiente para retenerlos.
- Daño en los nervios. Nuestro recto está lleno de terminaciones nerviosas que detectan el paso de las heces. Si están dañados pierden esta capacidad de “avisar” a nuestro cerebro de su presencia. Los nervios del recto se dañan a causa de presión en el parto, una lesión de la médula espinal, diabetes o esclerosis múltiple.
- Estreñimiento o diarrea. Uno u otro es normalmente el primero de los varios causantes de la incontinencia fecal. Mientras el estreñimiento crónico puede dañar los nervios del recto, las heces muy blandas de diarrea suelen empeorar la incontinencia.
- Cirugía. Bien sea por hemorroides, bien sea por operaciones más complejas que incluyan el recto y el ano, las cirugías pueden causar el daño muscular y nervioso que hemos comentado más arriba.
Aunque aparecen menos a menudo, otras causas de la incontinencia fecal son el prolapso rectal (el recto cae hacia el ano) y el rectocele (el recto sobresale a través de la vagina).
¿Cuáles son sus síntomas?
Es muy sencilla de identificar. Suele ir más allá de un episodio ocasional y aparece frecuentemente.
Una de las principales alertas de que estamos sufriendo este problema es que tenemos necesidad urgente de ir al baño y no somos capaces de llegar a tiempo. Esto ocurre porque nuestro organismo no ha sido capaz de alertarnos de que las heces “están viniendo” y no hemos podido resolverlo (buscar un baño) a tiempo.
Desde la organización sin ánimo de lucro Mayo Clinic nos recuerdan que suele estar acompañada de otros problemas intestinales, como la diarrea, el estreñimiento y gases e hinchazón.
¿Por qué nos avergüenza?
Porque pensamos, erróneamente, que debemos avergonzarnos.
La incontinencia fecal nos transporta a una etapa de nuestra vida, nuestra primera infancia, en la que todavía no habíamos aprendido a controlar los esfínteres.
Da la sensación que la incontinencia fecal nos infantiliza porque no somos capaces de controlar un reflejo básico para nuestra supervivencia diaria.
Nada más alejado de la realidad. La incontinencia fecal es el resultado de un trastorno y como tal, debe valorarse e interpretarse desde una perspectiva médica.
¿Cómo me enfrento a este problema?
Con naturalidad.
Los médicos son personas que escuchan, diagnostican y tratan una gran variedad de problemas de salud a lo largo de toda su vida. Son profesionales completamente acostumbrados a tratar con estas situaciones. De hecho, ¿sabías que hasta el 2% de la población sufre incontinencia fecal?
Acude sin miedo a tu médico de cabecera y coméntale con tranquilidad que sufres este problema.
Cuanta más información seamos capaces de ofrecerle, más fácil será que identifique las causas que la provocan y pueda ayudarnos. Y si él no puede ayudarnos, podrá indicarnos con facilidad con qué médico especialista deberíamos hablar.
Lo importante es que no dejes de realizar las actividades que más te gustan por la incontinencia fecal. Existen tratamientos, como por ejemplo, cambios en la dieta, medicamentos, entrenamiento intestinal y ejercicios para fortalecer los músculos de la pelvis que pueden ayudarte a mejorar o resolver tu situación.