Llega el buen tiempo y las altas temperaturas y, con ellos, las ganas de vernos bien delante del espejo. Esta situación lleva a querer perder esos kilitos de más a través de dietas rápidas, restrictivas e hipocalóricas, lo que te podrás imaginar que no es muy apropiado.
Si tu objetivo es bajar de peso de forma saludable y sostenida en el tiempo, seguramente esta no sea la mejor opción, ya que la mayoría de dietas no terminan funcionando o se produce el efecto rebote. ¿Por qué? Porque estás pasando por alto un factor clave: la inflamación.
La obesidad es un estado inflamatorio
La obesidad es considerada una alteración inflamatoria crónica de bajo grado y, mientras haya inflamación, tendremos todos los puntos para no bajar de peso ni decir adiós a la temida grasa abdominal. Y peor todavía, no pondremos solución a todo tipo de alteraciones que van de la mano del sobrepeso, como son el síndrome metabólico (hipertensión, colesterol, triglicéridos, resistencia a la insulina, diabetes), hígado graso no alcohólico, enfermedades pulmonares, alteraciones musculares y articulares…

Debemos considerar que la inflamación es una reacción de nuestro organismo natural e indispensable para combatir una infección o cualquier tipo de lesión. Esto es la llamada inflamación aguda que todos conocemos y que suele producir enrojecimiento, calor, hinchazón y suele durar días o semanas. Todos conocemos un dolor de rodilla, por ejemplo.
El inconveniente es cuando la inflamación se cronifica, como es el caso de la obesidad. Esta situación crónica supone un ataque y un estrés constante para nuestro organismo, puesto que mantiene al sistema inmunitario en lucha permanente.
Además, no debemos olvidar que va dañando los tejidos del organismo poco a poco y sin manifestar sintomatología alguna y, como consecuencia, veremos cómo se deteriora nuestra salud y calidad de vida. De hecho, las investigaciones recientes confirman que la inflamación crónica de bajo grado es la mayor amenaza sobre la salud del mundo occidental, así que no debemos quitarle el ojo de encima.

Gabriela Pocoví: "Cada vez hay más gente con inflamación y a edades más tempranas"
¿Qué causa la inflamación?
Para llegar a este punto de cronificación influyen varios aspectos: seguir una mala alimentación (rica en procesados, aditivos, azúcares, carnes rojas de mala calidad, grasas trans...), el sedentarismo, la falta de sueño, el estrés crónico, exposición a sustancias tóxicas, la obesidad…
Y sí, las personas obesas presentan un estado inflamatorio crónico de bajo grado debido al incremento de tejido adiposo, el cual secreta unas sustancias llamadas citoquinas que propician los procesos inflamatorios. Esta situación es vivida como un agente estresante para el cuerpo y es el desencadenante, entre otros factores, de la resistencia a la insulina.
La resistencia a la insulina ocurre cuando el exceso de glucosa en sangre reduce la capacidad de las células de absorber y utilizar el azúcar para obtener energía. Y esto, ¿en qué se traduce? En un incremento de grasa abdominal, un tipo de grasa localizada en barriga a la que debemos prestarle especial atención, ya que esta grasa visceral es metabólicamente activa generando inflamación y aumentando el riesgo cardiovascular.

Por si fuera poco, todo este cuadro inflamatorio nos aumentará el cortisol, una hormona que aumenta delante situaciones de estrés. Normalmente asociamos el estrés a condiciones relacionadas con el trabajo, el tráfico, el ruido o la contaminación, pero lo es también un cuerpo sometido a una inflamación crónica que mantiene al organismo en estado de alerta permanente.
Además, el cortisol va a tener una influencia directa en los niveles de ansiedad y de insulina, generando muchas ganas de comer todo el día y con especial predilección por los alimentos de alta densidad energética, como son las grasas y los azúcares. Y es que el organismo va a pedir combustible rápido y centrará todos sus esfuerzos en almacenar recursos para subsistir a esta situación “amenazante y peligrosa”.
Con toda esta situación, ya ves que tendrás todas las papeletas para no bajar ni un gramo. ¿Quieres perder peso? ¿Cansada de la grasa abdominal? Entonces lo primero que debes revisar y controlar es tu estado de inflamación.
¿Cómo reducir la inflamación?
La dieta antiinflamatoria, rica en alimentos frescos y de proximidad, puede ser un buen punto de partida. Es un cambio en las pautas nutricionales, pensada para que dure en el tiempo, y que tiene por objetivo reducir la inflamación del organismo y, por supuesto, mejorar así nuestra salud a todos los niveles.
Beneficiará a personas que quieran llevar una vida saludable, mejorar cualquier tipo de sintomatología y, aunque el objetivo principal no es la pérdida de peso, conforme te vayas desinflamando verás que poco a poco el cuerpo va perdiendo kilos de forma sostenida en el tiempo.
Te dejamos una propuestra de menú semanal antiinflamatorio para que hagas la prueba, pero no te olvides de complementarlo con ejercicio físico, una buena higiene del sueño, técnicas de relajación para tener el estrés controlado, y otros hábitos saludables.