La madrugada del próximo sábado daremos oficialmente la bienvenida al horario de verano: una semana después del inicio de la primavera, los relojes se adelantarán una hora a las 02.00 de la madrugada, que pasarán a ser las 03.00.
Se trata de un cambio que normalmente pasa por desapercibido en nuestras rutinas, pues como mucho notamos cansancio al haber dormido una hora menos de lo habitual. Sin embargo, este adelanto de hora puede tener consecuencias negativas en nuestra salud si no tomamos las medidas adecuadas.
Este cambio de hora de verano suele ser bastante más perjudicial que el del mes de octubre, cuando se atrasa la hora, se pasa a horario de invierno y empieza a oscurecer antes. La modificación del horario de finales de marzo, sin embargo, puede causar en nosotros una serie de síntomas poco agradables: trastornos en el sueño, cambios de humor, cansancio, mareos, dolores de cabeza y hasta problemas digestivos, entre otros. Síntomas que, además, suelen tener más incidencia entre la población infantil y las personas mayores.
Conciliación del sueño y coronasomnia
Los más frecuentes y notorios son los problemas de descanso y sueño, algo comprensible si tenemos en cuenta que perdemos una hora de descanso. En este sentido, la calidad del sueño puede disminuir hasta en un 10% durante los días posteriores al cambio de hora, hasta que nuestro cuerpo se acostumbra.
Un malestar que puede agravarse en plena crisis sanitaria, que ya de por sí ha provocado problemas en la conciliación del sueño de muchas personas. A este fenómeno se le conoce como coronasomnia, y podría aumentar su incidencia con este cambio de hora, por lo que se recomienda tomar ciertas medidas para evitar que nos afecte.
Sin embargo, podemos prepararnos para el cambio: estas son una serie de recomendaciones que podemos seguir para prevenir o paliar los posibles trastornos derivados del nuevo horario de verano.