Aunque, desde hace años, son cada vez más las campañas públicas creadas para frenar los accidentes de tráfico, estos siguen siendo la primera causa de muerte entre personas de 5 a 29 años, y la octava a nivel global. Estos siniestros, además, generan una importante morbilidad, un gran sufrimiento en las personas afectadas y un elevado coste económico a nivel de la sociedad.
A pesar de que el consumo de alcohol u otras sustancias o las distracciones con el móvil son dos de los principales motivos por los que suceden estos accidentes, lo cierto es que las personas que padecen enfermedades neurológicas tienen un riesgo 1,75 veces mayor de tener accidentes de tráfico.
Por este motivo, la Dirección General de Tráfico (DGT) y la Sociedad Española de Neurología (SEN) han elaborado y publicado el ‘Manual de Neurología y Conducción’, con el objetivo de analizar la repercusión de las enfermedades neurológicas sobre la capacidad de conducir. Y es que muchas de las enfermedades del sistema nervioso aumentan considerablemente el riesgo de sufrir accidentes, ya que se reducen las habilidades para la conducción al mermar la función cognitiva o las habilidades motoras o de coordinación.
Son muchos los factores que intervienen en los accidentes de tráfico, pero “el factor humano sigue siendo el más determinante, ya que está presente en el 70-90% de los casos. Por esta razón, desde la SEN, creímos oportuno elaborar este manual para intentar aportar todo nuestro conocimiento en aras a seguir reduciendo las consecuencias de esta plaga social”, señala el Dr. José Miguel Láinez, Presidente de la SEN.
Manual de neurología y conducción
Este manual o guía aborda cada uno de los aspectos relacionados con la conducción y el sistema nervioso. Se divide en tres partes, que se organizan de la siguiente manera:
En la primera parte, se expone la normativa que sirve para regular la capacidad de los conductores, y se dan respuesta a las preguntas más frecuentes que se puede plantear un profesional médico sobre este tema.
A continuación, se analizan las bases neurológicas de la conducción de vehículos, los aspectos importantes que se deben incluir al realizar una historia y exploración neurológica y se revisan todos los tratamientos farmacológicos que emplean las diferentes patologías y su influencia en la capacidad de conducción. Además, se repasan las limitaciones que producen el consumo de drogas y alcohol en los conductores.
Finalmente, en la tercera parte del manual se describen todas aquellas consideraciones que deben tenerse en cuenta al evaluar las capacidades que tiene o ha tenido una determinada enfermedad, detallando cada una de las enfermedades neurológicas que pueden mermar la shabilidades de los pacientes.

“Puesto que en el Manual se describen patologías, se incide en las condiciones que limitan la conducción, se abordan los aspectos legales e incluso se dan consejos a los pacientes, pensamos que será de gran utilidad tanto para los neurólogos como para cualquier persona que esté interesada en conocer las consecuencias de las diferentes patologías neurológicas sobre la conducción de vehículos. Y estamos seguros de que es un libro a tener cerca cuando nos soliciten un informe de capacitación para los permisos de conducción”, apunta la Dra. Susana Arias, Vocal de la SEN, a lo que Elena Valdés, asesor médico de la DGT, añade que “el Manual de Neurología y Conducción va a suponer una herramienta de gran ayuda para los médicos y psicólogos de los centros de reconocimiento, ya que pone a su disposición las claves para evaluar de forma individualizada la capacidad de conducir de los pacientes teniendo en cuenta el momento evolutivo en el que se encuentra, su sintomatología, los efectos secundarios del tratamiento, las posibilidades de compensar el riesgo, etc.”.
Factores de riesgo
En el año 2019 y según datos de la DGT, 1.755 personas fallecieron por accidente de tráfico, y 8.605 tuvieron que ser ingresadas en un centro hospitalario durante más de 24 horas.
Se sabe que quienes tienen mayor riesgo de sufrir un accidente de tráfico y fallecer por esta causa son los jóvenes, por un lado, a causa de conducir bajo los efectos de sustancias psicoactivas, así como por distracciones o pérdidas de atención (hasta un 38% de los accidentes), y las personas mayores, por otro, a causa del deterioro psicomotor, enfermedades y medicaciones propias del envejecimiento.

Sin embargo, y en el caso de las enfermedades, determinar qué patologías suponen un factor de riesgo de un siniestro no es tarea fácil, al intervenir gran cantidad de variables. Sin embargo, se tienen algunos datos que confirman que las personas que padecen patologías neurológicas tienen un riesgo de 1,75 veces mayor de tener accidentes. Dentro de este grupo, los pacientes con deterioro cognitivo o demencia presentan de 2,5 a 8 veces más riesgo, 3,7 en el caso de personas con narcolepsia o 1,8 en pacientes de epilepsia. En el caso de consumo de drogas o medicamentos, el riesgo de sufrir un accidente incrementa en un 1,6%.
“No todas las enfermedades neurológicas se consideran un factor de riesgo de accidente, ni todas se asocian al mismo nivel de riesgo. Además, en muchas de ellas, cuando la enfermedad está controlada y existe un buen cumplimiento del tratamiento el riesgo se reduce considerablemente. En cuanto a los medicamentos para el tratamiento de las enfermedades neurológicas, en general, reducen la sintomatología de la enfermedad y mejoran la capacidad para conducir; pero en ocasiones, son estos los que aumentan el riesgo. Por lo tanto, son factores que deben ser considerados por el médico que los prescribe y sobre los que debe informar al paciente”, señala la Dra. Cristina Íñiguez, Vicepresidenta de la SEN. “Por lo tanto, las diferencias en la forma de presentación de una enfermedad entre un paciente y otro, el momento evolutivo de la enfermedad, la respuesta al tratamiento, el tipo de fármaco empleado y la asociación a otros problemas (como por ejemplo consumo de alcohol), hacen necesaria la valoración de la aptitud del conductor de forma individualizada”.
Finalmente, desde la SEN insisten en recordar que conducir es una tarea compleja, y que requiere mantener las capacidades perceptivas, cognitivas y motoras para hacerlo con seguridad. Una conducción segura depende de un sistema nervioso integrado y coordinado, y este puede verse afectado por un trastorno o enfermedad, lo que conlleva que aumente el riesgo de sufrir una colisión y lesiones al conducir. Por lo tanto, es de vital importancia que pacientes y profesionales sanitarios adopten una actitud responsable a la hora de valorar la capacidad para la conducción de cada persona.