Todo el mundo habla de la crisis de los cuarenta. Pero lo cierto es que, para mí, y para la mayoría de las mujeres que conozco y visito, la menopausia es el momento donde solemos hacer una recapitulación y un balance de nuestra vida.
De repente nos vemos reflexionando sobre cosas que hasta ahora no nos habíamos planteado de un modo serio, porque siempre pensábamos que tendríamos tiempo para hacerlo todo. Y, en nuestro caso, no son los números los que marcan la edad física que tenemos, sino el hecho de dejar de tener la oportunidad de reproducirnos lo que nos hace darnos cuenta de que estamos en otra etapa muy diferente de la vida y que ya no hay vuelta atrás.
A punto de cumplir cincuenta años sentía que, si la vida es un cien por cien, yo estaba ahora en el cincuenta por ciento. Entonces me empecé a preguntar ¿He vivido todo lo que quería? La respuesta en muchos casos fue que sí, pero de repente empecé a reprocharme todos mis “y si…” ¿y si hubiera sido más arriesgada, más egoísta, más aventurera? Porque de todo lo que no he hecho hasta ahora, hay cosas que ya no podré hacer de la misma manera o ya no lo haré nunca.
Me descolocó bastante ese periodo y en algunos momentos negros, esa certeza de que me quedaba la etapa más difícil de mi vida: las renuncias, la vejez, la senilidad, la enfermedad, la co-dependencia…y me asusté.
Empecé a buscar información en blogs, artículos, libros… Todos eran de lo más felices y optimistas: '50 y divina', 'Vive sin reglas y a tope', 'La mejor etapa de tu vida', 'Recupera tu nueva libertad'... Todos estaban escritos desde un optimismo que en ese momento no me resultaba familiar y sobre todo me hacían sentir solísima en mis dudas.
Viví un tiempo sin atreverme a contarle a nadie cómo me sentía en realidad, porque entonces parecería deprimida. ¡Y nada más lejos! Sólo estaba en un momento crucial de mi vida, en el que no podía dejar de pensar en todo y de darle vueltas a la cabeza.
Me sentí igual que cuando tuve a mis tres hijos. Entonces nadie osaba decir que, a veces, la maternidad te vuelve loca, que a veces eres mala madre porque añoras tu ático en Manhattan, porque durante un día, una semana o un mes, te rindes y dejas a los niños ver la tele y comer pizza, o porque aunque adoras a tus hijos estás deseando volver al trabajo, o que se vayan a un campamento.
Sí además coincide que el campamento es la misma semana que el estupendo tiene un congreso ¡eso sí que sería un milagro de los buenos!
Todo eso hace unos años no se podía decir. Por suerte ahora ya puedes decirlo sin que nadie piense que eres una madre desnaturalizada. A todas nos pasa de vez en cuando que, no es que te arrepientas o no quieras a tus hijos y a tu estupendo, sólo que a veces la dedicación o las renuncias infinitas que hacemos al ser madres, nos pesan, y eso es de lo más normal, porque sólo somos personas.
Pues, volviendo al tema, creo que con la menopausia pasa lo mismo. No puedes decir que a veces estás asustada de que sólo te queda la peor parte: envejecer dignamente.
La realidad de cumplir años en la menopausia
No puedes hablar de los cambios de humor hormonales, sin que alguien te recomiende a su psiquiatra, su cirujano o su dietista.
No puedes decir que es un asco los sofocos y que te duelan los huesos, o que te apena verte la cara con arrugas que ya no se irán. Y menos decir que si no te matas a lechuga y agua es imposible perder medio quilo, para ganar siete, en cuanto bajas la guardia.
A veces esos blogs, o artículos de opinión tampoco ayudan con el remedio ya que parece que nuestro bienestar dependa simplemente de un medicamento que, por milagro, hará que desaparezcan los síntomas de la menopausia.
Pero… ¿que ocurre cuandos esa no es una opción? Es decir, si yo no contemplo las pastillas, ni las inyecciones, ni estar a dieta continuamente para superar esta etapa ¿cómo puedo hacer para entender lo que es normal y juntarme con otras mujeres que sean capaces de reconocer lo mismo sin vergüenza?
Creo que hacen falta voces que lo escriban, mujeres que lo reconozcan y, por ende, ayudarnos entre nosotras y vivir en plenitud y sin miedo este proceso natural de la vida. Por eso, decidí hablar de ello en mi nuevo libro Hazte la vida fácil (Ediciones Punto Rojo), –porque todas pasamos por esto– y compartir mi plan para superar ocn éxito la menopausia. Ahí va:
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Haz una lista de las cosas que desearías cambiar o hacer de otra forma poniéndote como prioridad, porque, aunque ames mucho a todo el mundo que te rodea, a quien tienes obligación de querer más que a nadie, es a ti misma. Porque si algo que he aprendido en mi vida, es que, si yo estoy bien, todo va bien.
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Ponte un plazo de tiempo razonable para empezar con los cambios que desees realizar. Pequeños objetivos y una cosa detrás de la otra, son la clave del éxito.
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Encuentra ayuda profesional multidisciplinar y holística. Esto no es un resfriado que ya pasará. Nos faltan algunas hormonas, nos varía la química, se nos ralentiza la funcionalidad. Así que busca consejo en un buen equipo empático: Quiropráctica, Psicóloga, Internista endocrino, Naturópata, y Ginecóloga. Evidentemente pueden ser profesionales varones, pero creo que en esta etapa te identificas más con el equipo femenino porque estamos todas en la misma tribu y hablamos el mismo lenguaje, es decir, todas pasamos por ello.
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Practica mindfulness, vive el momento presente. Hay que priorizar, planear y ejecutar basado en lo que es importante más que en lo que es urgente. Dedica a las cosas que te importan el tiempo suficiente. Si eres de las que todo me va mal, empieza a hacer listas y a solucionar punto por punto. Si aun así no consigues aclarar tus prioridades una buena coach te puede ayudar.
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Que lo que hagas te cargue las pilas. Antes de hacer algo, plantéate ¿va a cargarte las pilas o a quitártelas? Decide en base a lo que respondas. Seguro que hay compromisos, pero intenta que si ya estás agotada lo que hagas te nutra. La rutina y el sufrimiento nos bajan las defensas y nos volvemos vulnerables a la enfermedad. Haz cosas nuevas y cambia la percepción de tu día a día.
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Rodéate de gente que te haga feliz. Si hace media vida que estás con gente que no te alegra la vida, tal vez es el momento de cambiar eso. Ya sea pidiendo lo que se necesita, acudiendo a actividades lúdicas, o buscando nuevos intereses y amigos que resuenen más con nosotros en este momento. Apartar las personas tóxicas de nuestra vida es una obligación, pero en este momento mucho más.
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Plantea las tareas o rutinas domésticas con la participación de toda la tribu que vive en casa. No eres la cocinera de nadie ni la única de lavar y planchar en casa. Si puedes permitírtelo paga a alguien con la ayuda de todos los de la casa. Si no puedes, asigna tareas a todos para mantener la casa en condiciones.
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El cuidado de las personas mayores de la tribu no es sólo tu responsabilidad. Sé que nadie lo va a hacer como nosotras, pero debemos aprender a delegar también porque el precio es nuestra salud mental y física.
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Si tienes hijos cultiva tu relación con ellos, súmate a las actividades que les guste hacer. El “Síndrome del nido vacío” existe, así que verles con frecuencia y mantenerte activa en tu profesión te ayudará.
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Comunícate. Es mejor ser sincera. Di lo que sientes y lo que piensas, seguro que encontrarás más apoyo del que te esperabas. Y si no, todo el mundo sabrá en qué momento te encuentras y lo que necesitas.
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Cultiva tu mente. Estudia algo nuevo que te haga ilusión. No te dejes nada por hacer, por muy descabellado que sea, inténtalo. Siéntete orgullosa de tus logros.
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Mira el lado amable en todas las cosas. Puedes ser feliz simplemente porque hoy no te has muerto, aquí estamos hoy otra vez. Una forma de pensar positiva se puede entrenar.
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Sonríete al espejo. Trátate con la misma educación y benevolencia con la que tratarías a alguien desconocido. Para todo por lo que hemos pasado ¡estamos fenomenal!
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Cuida tu Hidratación. Bebe suficiente agua diariamente, es decir entre un litro y medio y tres al día. Aclara las ideas, pues da hidratación al cerebro, elimina la fatiga y protege los discos de tu columna y extremidades.
No tiene nada que ver con la sed y es imprescindible para tu cuerpo. Además de eliminar las arrugas, porque la hidratación viene del interior y no de la crema del supermercado.
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Haz algo de ejercicio “posible” al día. No hace falta ir al gimnasio: Baila 2 canciones en la cocina, sube o baja un tramo de escaleras, anda media hora a buen ritmo.
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Mímate. Te puedes dar los caprichos que quieras siempre. Intenta usar la lógica en todo, pero sin agobiarte.
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Deja que la vida te sorprenda. No intentes controlarlo todo, aprende a dejar que las cosas sucedan. No todo depende de ti. Vive con asombro y aceptación.
- Respira para centrarte. Ante la mínima duda, cierra los ojos y respira 10 veces como mínimo. Y vuelve a empezar el día.
La menopausia no es final de nuestra vida, más bien es como un renacimiento, en el que libres de la reproducción y del cuidado de hijos pequeños, podemos volver a dedicarnos un poco de tiempo a nosotras mismas –con la mente madura y el espíritu más sereno– y cambiar lo que no nos gusta si así lo necesitamos para dejar el lastre de lado y salir al mundo empoderadas, libres y felices hasta el final. ¿Te apuntas? ¡Yo estoy en ello!