La artrosis es una enfermedad compleja que, a día de hoy, afecta a nada más y nada menos que el 30% de la población española. Se trata de una patología reumática con mayor prevalencia en las mujeres y cuya incidencia aumenta con la edad y que suele ir asociada a la vejez, siendo sus determinantes la edad, el sexo y la obesidad. Sin embargo, lo cierto es que, según han demostrado diversos estudios, con el aumento de la esperanza de vida y la progresiva adopción de estilos de vida más activos, mayor práctica deportiva, etc., los casos de artrosis se detectan cada vez más en otros grupos de riesgo más jóvenes, como deportistas.
Así lo explica el Dr. Josep Vergés, presidente de la fundación OAFI (Osteoarthritis Fundation International), la primera fundación dedicada a las personas con artrosis a nivel mundial. Clasificada como enfermedad crónica, actualmente se desconocen todavía las causas de la artrosis, por lo que los tratamientos que se utilizan están enfocados a reducir el dolor, la inflamación y la progresión de la enfermedad.
Los tratamientos que se aplican, en este aspecto, son en general de tipo no farmacológico (rutinas de ejercicios específicos, higiene postural, etc.) o bien farmacológico, en función de cuál sea la severidad de la artrosis y del criterio de los profesionales. En los casos más extremos, se suele recurrir también al uso de analgésicos, tratamientos conocidos como AINE (Antiinflamatorios No Esteroideos), opiáceos o, como medida final, se opta por la cirugía.
El incremento del consumo de opioides en España
En los últimos 7 años, el creciente consumo de opioides y de otros analgésicos potentes, que ha ascendido en casi un 80%, ha puesto en alerta a las administraciones españolas, puesto que un consumo continuado de este tipo de fármacos, así como de AINE u otros analgésicos como el paracetamol, aumenta el riesgo de sufrir efectos secundarios que a la larga pueden afectar negativamente en nuestras vidas. Tal y como explica el Dr. Jordi Monfort, jefe del servicio de reumatología del Hospital del Mar, en Barcelona, “la realidad del paciente artrósico que emplea comúnmente tratamientos farmacológicos de forma crónica es que, aunque son altamente efectivos, está expuesto a los inconvenientes o molestias que estos pueden producir, como, por ejemplo, el riesgo gastrointestinal que existe con algunos fármacos o la acción lenta o retardada de otros”.
Este abuso de potentes fármacos ha llevado a muchos laboratorios a enfocar la búsqueda de nuevas soluciones terapéuticas que tengan un origen natural, y ahí es donde entra nuestro protagonista de hoy: la cúrcuma.
Los efectos de la cúrcuma para la salud ósea
La cúrcuma es una especie que se extrae de la raíz de la planta Curcumam longa y que se utiliza desde tiempos inmemoriales en países asiáticos como la India o Japón. En la medicina tradicional ayurvédica, por ejemplo, la cúrcuma se emplea para tratar dolencias asociadas a inflamaciones como las enfermedades reumáticas.
El principio activo de la cúrcuma, la “curcumina”, no sólo es el responsable del pigmento amarillo de esta conocida especia, sino que es también donde yacen las propiedades antioxidantes y antiinflamatorias que se aprovechan también para tratar golpes traumáticos, dolor de muelas o hematomas. Pero, ¿cuál es su secreto? Te estarás preguntando. Pues bien, el poder curativo de la curcumina yace en estos dos aspectos principales:
- Su gran capacidad para reducir la liberación de los mediadores inflamatorios, lo que a su vez estimula la producción de cortisona en las glándulas adrenales, pequeñas glándulas ubicadas en la parte superior de cada riñón cuya función consiste en regular la respuesta al estrés en nuestro cuerpo.
- Su efecto similar a la cortisona y a la fenilbutazona, componentes que se emplean en medicina para tratar inflamaciones agudas en las articulaciones.
Soluciones terapéuticas de origen natural
La evidencia científica que respalda todos estos beneficios de la cúrcuma y la necesidad de buscar alternativas a opioides y analgésicos, sumados a un interés cada vez mayor de la sociedad en general por mantener hábitos saludables, practicar deporte y evitar la medicina agresiva, han llevado a muchos laboratorios a investigar soluciones terapéuticas alternativas de origen natural que mantengan basadas en la evidencia científica. En este contexto, los estudios clínicos llevados a cabo recientemente en diversos colectivos con artrosis han demostrado, además de una reducción significativa del dolor, una mejora en la calidad de vida de los pacientes.
Esos han sido los fundamentos para la creación de productos como Dolocare® Flex, un nuevo complemento alimenticio a base de extracto bio-optimizado de cúrcuma elaborado por Procare Health, un laboratorio farmacéutico nacido en 2012 y enfocado principalmente en la salud y el bienestar de la mujer. Sus productos, elaborados mayoritariamente con principios terapéuticos de origen natural y no hormonal, han sido fabricados a partir de evidencias clínicas, dando como resultado un nuevo producto que aprovecha el potencial terapéutico de la curcumina para reducir el dolor en las articulaciones.