La microbiota intestinal está de moda. En pocos años, hemos pasado de no saber prácticamente nada del estado de los microorganismos que pueblan nuestro intestino a convertir esta cuestión en un pilar básico de la salud humana, capaz de darnos una información valiosísima sobre muchas molestias que empeoran nuestro día a día y para las que no hallamos explicación o solución.
Néstor Sánchez (@nestorregenera) es uno de los grandes conocedores de este fascinante mundo. Psiconeuroinmunólogo clínico (PNI) y uno de los fundadores del centro médico Regenera, nos recibe en su clínica barcelonesa para hablar de microbiota y disbiosis intestinal, inmunología, inflamación y hábitos saludables. Sin dogmas, con ciencia y con mucho sentido común.
¿Qué es exactamente la psiconeuroinmunología clínica?
Se trata de una rama de la salud que surge de la necesidad de poner un contrapunto a la alta especialización de la medicina. El cuerpo es tan complejo que, durante mucho tiempo, para entenderlo, lo fragmentábamos en trocitos y así surgieron las especialidades. Pero llega un momento en el que aparece un nuevo planteamiento: todos los sistemas corporales se relacionan entre ellos. Por ejemplo, si me pongo nervioso, se me acelera el corazón, o si mi sistema digestivo no está bien, mi sistema inmune se inflama. Así que apareció una nueva rama encargada de entender cómo se hablan estos sistemas corporales, además de cómo se expresan en un contexto u otro.
Porque no es lo mismo vivir en una ciudad que en el campo, tener un jefe que nos estresa o no tenerlo, etc.
La PNI no es una medicina alternativa sino complementaria o funcional
¿Se engloba dentro de las conocidas como medicinas alternativas?
De base, esta me parece una mala aproximación. Porque no es una alternativa a nada, sino un complemento a otros tipos de aproximaciones que también son muy válidas. La medicina convencional es muy buena salvando vidas, por ejemplo, a través de las operaciones o del uso de antibióticos para según qué casos. Pero hay muchas personas que tienen disfunciones, es decir, desórdenes en la funcionalidad que no llegan a la patología pero que alteran mucho la calidad de vida.
¿Cuántas personas tienen problemas con las digestiones, se les hincha la barriga o tienen diarrea, etc.? ¿O dolores de cabeza inespecíficos? ¿Cuántas mujeres tienen dolores de regla?
En estos momentos, la medicina se enfoca en paliar síntomas mediante medicamentos potentes, y es importante poder entender por qué se dan estas disfunciones y atacarlas con intervenciones que no tienen efectos secundarios.
¿La llamarías medicina natural?
Creo que estaría más próxima a la medicina funcional. No tratamos síntomas con intervenciones, sino que intentamos entender qué es lo que te ha llevado al sufrimiento, poder explicarlo para que la persona lo entienda y, a partir de ahí, juntos, poder decidir las mejores herramientas.
¿Acabáis haciendo de psicólogos, pues?
También. Y es que la psicología forma parte de la vida y, durante mucho tiempo, nos han dado este mensaje raro de “patología psicosomática”, separando la psique del som, que es el cuerpo. ¡Pero somos uno! Por ejemplo, lo vemos en los deportistas de élite, cuyo rendimiento depende muchísimo de cómo esté su vida y sus emociones.
Hacer dejar el gluten a alguien que tiene problemas digestivos no es hacer PNI
¿La gente llega a los PNI cuando ya lo han probado todo?
Cada vez menos, afortunadamente. Pero la PNI, poco a poco, se ha ido expandiendo, y eso también hace que la disciplina corra el riesgo de contaminarse. Y estamos viendo cómo el enfoque de la medicina de tratar síntomas se está trasladando poco a poco a la PNI. Por ejemplo, hacer dejar el gluten a alguien que tiene problemas digestivos, eso no sería PNI.
Se trataría de entender por qué tienes ese problema digestivo. Así que es importante llegar a la PNI con el enfoque adecuado.
El objetivo sería que se incorporara como parte del conocimiento de muchos profesionales de la salud, y que casi nuestra figura no existiera, sino que los médicos entendieran y aplicaran estos conocimientos en su día a día.
¿Tenéis muchos médicos entre vuestros alumnos?
Representan, más o menos, el 30%. Piensa que son personas que han estado muchos años preparándose y estudiando y, cuando se enfrentan al paciente, solo pueden recetarles “anti-cosas” para paliar síntomas: antiácidos, antiinflamatorios, analgésicos, antipiréticos, etc. Se frustran, y a menudo buscan otras soluciones.
Además, la esperanza de vida ha subido, pero la gente cada vez vive más años enferma, y eso no tiene ningún sentido. La media de medicamentos que toma una persona mayor son 4. Las mujeres que sufren una patología autoinmune, que son el 25%, suelen darse cuenta entre los 40 y los 50 años, y la van a sufrir durante el resto de su vida. Y eso solo nos dice que algo no estamos haciendo bien.
La esperanza de vida ha subido, pero la gente cada vez vive más años enferma
Vosotros no dais medicamentos “anti”, ¿pero en qué consiste el tratamiento?
Desde nuestro enfoque en Regenera, lo primero y más determinante es entender qué es lo que pasa. Las soluciones no sirven para nada sin el problema adecuado. Eso significa que es necesario identificar qué ocurre. Y, a partir de aquí, hay que explicarlo bien, porque la incertidumbre genera alarma y activa nuestra respuesta al estrés. Lo que nos pasa no es nunca un castigo divino sino una consecuencia de una o varias situaciones.
A partir de ahí, juntos, consensuamos el tratamiento, que normalmente pasa por cambios en el estilo de vida, regular el descanso, los ritmos circadianos, asesoramiento nutricional, incorporación de la actividad física, etc. Uno de mis socios publicó un libro que se llama Si no quieres tomar pastillas, tienes que tomar decisiones en el que lo explica muy bien.
En algunos casos también podemos valorar los suplementos alimenticios, pero no serán para paliar síntomas sino apoyar aquella respuesta que queremos que el cuerpo recupere para autorregularse. Porque no es lo mismo dar un antiinflamatorio que algo que sabemos que va a permitir que el cuerpo produzca sustancia inmunoreguladoras por sí mismo. La idea es generar un contexto de tu metabolismo que permite recuperar tu capacidad de utilizar todos tus recursos energéticos.
La idea no es aliviar síntomas sino generar un contexto que permita a tu cuerpo curarse
¿Por qué Xavi Cañellas, otro de tus socios, asegura que nuestro primer cerebro no está en nuestra cabeza?
Porque la comunicación entre el intestino y el cerebro es muy elevada, y en el intestino convivimos con muchísimos microbios con capacidad de influenciar en la conducta que va a tomar el cerebro. Muchas veces, nuestra vida está teñida por el filtro de cómo estamos viviendo nuestra relación con nuestro exterior, que es el aparato digestivo.
Por ejemplo, hay un parásito que se llama toxoplasma que vive en el intestino de los ratones, pero se reproduce en el intestino de los gatos. Y este patógeno es capaz de inhibir la sensación de miedo del ratón para que cuando venga un gato se lo pueda comer y él se pueda reproducir.
¿El control de nuestras heces es el punto de partida para valorar otros problemas de salud?
Sí, porque la máxima comunicación que tenemos con el exterior es nuestro aparato digestivo. Si yo cogiera un intestino y lo estirara y lo abriera, ocuparía unos 100 m2, y eso hace que el cuerpo destine muchos recursos para entender cómo está el exterior. El 70% de nuestras defensas están en el intestino, el 70% de las neuronas que no están en nuestro sistema nervioso central están en el intestino, de manera que tiene una gran influencia en cómo estamos. Y por aquí es por dónde llegan los principales peligros.
Ahora comemos desastrosamente y tomamos muchas toxinas por vía oral, de manera que hay muchas toxinas acumuladas en el aparato digestivo.
La máxima comunicación que tenemos con el exterior es nuestro aparato digestivo
¿Entonces tenemos que fijarnos cada día en cómo vamos al baño?
Fíjate, para que luego te puedas olvidar. Esa sería la idea. Porque si nos obsesionamos con ello, también tendremos un problema. Pero, efectivamente, si cada día tienes diarrea o si vas al baño cada tres días, deberíamos averiguar qué está pasando.
¿Cómo es la caca perfecta?
Un churro que cuando lo haces te da la sensación de vaciado completo, que no flota, que no macha y que casi no te tienes que limpiar.
Beatriz Larrea asegura que la gran mayoría estamos inflamados. Entonces, ¿casi todo el mundo tiene la microbiota alterada?
Esto tiene muchos matices, porque cada uno tiene la microbiota que se merece. Es decir, la microbiota se adapta en el contexto en el que vive, y muchas veces hay una adaptación a comer mal. Seguramente sí que ninguno de nosotros tenemos la microbiota que nuestro sistema inmune espera de nosotros, pero en muchos casos forma parte de las adaptaciones que hacemos dentro de un contexto dificultoso. Pero estoy de acuerdo en que casi todo el mundo está inflamado, pero el tema de la microbiota es más sutil. Piensa que tenemos un trillón de bacterias en nuestro intestino, y un cuatrillón de virus. Y, de hecho, nos falta mucho por saber.
Cada uno tiene la microbiota que se merece
¿Cuáles serían los síntomas de una microbiota alterada?
A nivel del aparato digestivo, si no hay una disbiosis muy grande, más tendencia al estreñimiento que a la diarrea, mucha fermentación, que se traduce en el hinchazón de la tripa, o cualquier síntoma inmunitario puede tener que ver con una alteración a este nivel.
Hay un gastroenterólogo muy famoso que se llama Alessio Fasano que habla sobre el intestino y su desregulación como la puerta biológica para la inflamación, la autoinmunidad y el cáncer. Y eso es porque ellos han investigado cómo marcadores de desórdenes a nivel intestinal están presentes en todas estas patologías. Incluso llegan a afirmar que es muy difícil desarrollar una patología de este tipo, de las crónicas modernas, si no has alterado primero tu aparato digestivo.
Hemos transitado del sentido primario de “curar” de la medicina, al manejo de síntomas
¿Cómo puede ser que los médicos no detecten la disbiosis intestinal?
Yo también me lo pregunto. Porque la información está ahí. Pero tiene que ver con eso, con el enfoque y el no buscar entender qué ocurre. Si la intervención ante una inflamación es un antiinflamatorio, te da igual entender si es una disbiosis o no, le vas a dar un ibuprofeno y ya está. Y hemos transitado del sentido primario de “curar” de la medicina, al manejo de síntomas. Y si estás manejando síntomas, no te importa si hay una disbiosis o no. Pero una vez empezamos a cambiar esto, el origen y la progresión de cómo ha pasado empieza a ser importante.
Por eso ahora ya son muchos médicos los que hacen cultivos de heces para ver por qué pasan las cosas.
Los “trastornos digestivos funcionales” son un eufemismo para decir “no tenemos ni idea de lo que te pasa”
¿Y todo esto no se puede ver en una prueba convencional?
No. Además, muchas de las molestias por las que la persona consulta a nivel digestivo se les llama trastornos digestivos funcionales, que es un eufemismo para decir “no tenemos ni idea de lo que te pasa”. No es que tengas un reflujo porque sí, es que tu mucosa no puede tolerar una cantidad de ácido determinada, y eso hace que haya una válvula que se queda entreabierta y entonces se te escapa el ácido. ¿Por qué ocurre? Puede ser por un helicobacter pylori, pero también puede ser por comer demasiadas veces al día y no dejar que tu estómago se recupere. Y eso no se ve en ninguna prueba, sino en una entrevista. Así que lo primero que necesitas es tener tiempo para hacer las preguntas adecuadas. Y es cierto que muchos médicos no tienen ese tiempo, pero no es su culpa, es una deficiencia del sistema.
¿Qué papel juega el estrés en la microbiota?
Hay una relación muy clara. El órgano principal de nuestro cuerpo es el cerebro y, cuando estamos estresados, lo organiza todo para hacer frente a una alarma. Altera nuestra microbiota y eso nos genera más estrés. Y a pesar de que todo el mundo lo conoce, no se le da el papel que debería tener.
Las personas que tienen un fenotipo más obeso, tienden a tener una microbiota concreta
¿Y el sobrepeso y la obesidad?
También hay una relación bidireccional. Sabemos que las personas que tienen un fenotipo más obeso, tienden a tener una microbiota concreta. De manera que, cuando pierden peso, también cambian su microbiota. En el laboratorio se ha visto cómo haciendo un trasplante de microbiota de un ratoncito obeso a uno delgado, comiendo lo mismo, lo volvemos gordo. Y también al revés.
El sobrepeso acaba generando el aumento del tejido adiposo o graso que tiene la capacidad de producir sustancias inflamatorias. Por eso es muy fácil decir que la alteración metabólica acaba generando inflamación. Eso activa el sistema inmunitario, que influye muchísimo en cómo está la microbiota.
¿Entonces también habría una relación directa entre peso y cerebro?
100%. Tanto pasando por el intestino como directamente. Si el cerebro es el rey, el sistema inmunitario es el consejero, que le susurra y le dice lo que tiene que hacer. Cuando estamos resfriados, por ejemplo, no tenemos ganas de hacer cosas, nos sentimos más tristes, nos duele el cuerpo, etc. Adoptamos la conducta de enfermedad. Pero, ¿y si esa inflamación no viene de un virus, sino que un tejido adiposo produce esas sustancias inflamatorias? Ocurre lo mismo: las personas con desórdenes metabólicos tienden a tener demasiada influencia de la inflamación en el cerebro y, cuando eso pasa, nos cuesta mucho más percibir cuál es nuestro estatus energético.
Si el cerebro es el rey, el sistema inmunitario es el consejero, que le susurra y le dice lo que tiene que hacer
Estamos hablando de tratamientos muy a largo plazo, ¿no?
Depende de cada caso. Las primeras mejoras son rápidas porque el cuerpo es muy agradecido.
La microbiota está de moda…. ¿Por qué comer yogures digestivos no es suficiente?
Todo esto, incluido la suplementación, sirve de muy poco si no haces lo básico, que es generar un estilo de vida saludable y un contexto más adecuado. Que no estrese, agobie ni irrite tu aparato digestivo.
¿Cómo sería ese contexto?
En cuanto a la alimentación, comer alimentos y no productos procesados, y ya con eso regularemos mucho mejor la sensación de hambre y saciedad. También tenemos que relacionarnos mejor con la luz y la oscuridad, es decir, vivir de día y dormir de noche. Ver el sol durante el día y estar a oscuras, y sin pantallas, por la noche. Y con eso respetaríamos el descanso. Y también nos quedaría movernos, porque el ser humano es un mono que se mueve. Con eso, muchos de los problemas se van a solucionar. Y, si no, incorporaremos acciones concretas.
En ese sentido, la vida moderna va muy en contra de la salud, porque todo nos impulsa a vivir deprisa, a dormir poco, a producir…
Sí, llevamos un mal estilo de vida. El 95% de las generaciones humanas anteriores, el máximo tiempo que destinaban a tener sustento eran cuatro horas al día. Excepto en las grandes cacerías, en este tiempo ya tenías tu vida solucionada, y el resto del día lo dedicaban a jugar o a vigilar las nubes.
Lo ideal sería trabajar cuatro horas al día
¿Así que lo ideal sería trabajar cuatro horas al día?
Efectivamente.
Duchas de agua fría, ayuno intermitente, entreno de fuerza… ¿Todo lo sano es incómodo?
Bueno, hay una frase que me encanta que dice “vidas demasiado cómodas generan cuerpos demasiado débiles”. Hay un fenómeno que se llama hormesis, que se refiere a la necesidad de nuestro cuerpo de tener determinados estímulos estresantes para mejorar. Y sí que es verdad que, hasta hace nada, estos estímulos eran inevitables, porque pasábamos frío. Y, para evitarlo, nos movíamos para generar calorías, ¡no nos quedaba más remedio!
Así que, nuestra fisiología, durante millones de años, se ha preparado para funcionar de esta manera, y aquello que fue inevitable, la evolución lo transforma en una necesidad. Pero como ahora no existen estas necesidades, necesitamos generar el artefacto artificial. Tomando duchas de agua fría, por ejemplo.
Estos pequeños sufrimientos generan una gran recompensa, y la actividad física es el ejemplo más claro. Cuando trabajamos los músculos, los estresamos, pero después somos más fuertes y nos sentimos mejor.
Creo que hemos confundido la metodología científica con la ciencia, y la hemos transformado en una religión
¿Eres crítico con el paradigma científico moderno?
Creo que hemos confundido la metodología científica con la ciencia, y la hemos transformado en una religión. Y no se puede hacer evidence base medicine de la vida, porque hay muchas cosas que no podemos evidenciar con esta metodología. De hecho, la hemos diseñado para validar fármacos, y lo que hacemos es aislar al máximo todas las variables posibles para demostrar que un fármaco funciona o no en un desorden determinado. Pero la vida es justamente todo lo contrario, porque no podemos aislar variables. Así que debemos saber que este método tiene sus limitaciones. Deberíamos buscar ampliar el conocimiento, no solo sentar verdades.
En ese sentido, ¿crees que ha faltado debate científico con la crisis del Covid-19?
Ha faltado libertad para poder expresar cada uno su opinión y poder llegar así a consensos. Se trataba de algo que era nuevo y de lo que nadie sabía nada. Hemos perdido cultura de debate en estos dos años, y ha habido mucha censura descubierta y encubierta.
La famosa intervención que hizo Joan-Ramon Laporte en el Congreso es un claro ejemplo de ello. Porque no hay persona más contrastada, a nivel de rigurosidad, que este hombre. Pero recibió un número impensable de críticas por decir que él creía que la gestión hecha hasta el momento era extremada. ¿De verdad no podemos mostrar estos datos y empezar a debatir?