De repente notamos una pequeña molestia en la boca, pero no le damos importancia. Unos días después notamos un leve pinchazo, curiosamente en la misma zona en la que se produjo la anterior, pero ya no nos acordamos.
Una semana después el dolor regresa, intensificado. “Tal vez debería acudir al dentista”, nos decimos, pero hemos reaccionado tarde: esa pieza corre peligro.
El dentista ayuda a mantener los dientes y las encías saludables
Solemos esperar a que se produzca una emergencia para asistir al odontólogo. Esta realidad refuerza la idea de que en el dentista nos harán daño, porque ya entramos en la consulta con graves molestias.
Lavarse los dientes cada día no es negociable
Sin embargo, no es necesario esperar a sentir dolor para revisar nuestra boca. ¿Sabías que una boca sana también agradece un chequeo de vez en cuando para confirmar que se conserva en buen estado de salud?
El cepillado: clave para una correcta salud bucal
Lavarse los dientes cada día no es negociable. Además, debería realizarse entre dos y tres veces al día y siempre, sin excepción, antes de ir a dormir, pues los microorganismos se acumulan más durante la noche porque no ingerimos alimentos o bebidas, precipitando así la creación de placa bacteriana.
El proceso de limpieza de los dientes debe incluir un cepillado profundo y prolongado durante unos minutos, el uso del hilo dental e incluso la utilización de un colutorio que facilite la realización de un último repaso.
Más allá de las revisiones periódicas y la limpieza anual, existen cinco grandes razones por las que es conveniente acudir al dentista, incluso aunque no tengamos síntomas o pensemos que no lo necesitamos.