La OMS estima que entre el 0,3 y 0,5 % de las personas adultas en el mundo pertenecen a la comunidad transgénero, lo que supondría unos 25 millones de personas. Sin embargo, tanto la Organización Mundial de la Salud como nosotros mismos podemos intuir que este número está subestimado.
Además de las dificultades diarias a las que deben enfrentarse, el embarazo de las personas transgénero sigue siendo considerado un tema controvertido socialmente. Hoy en día esta posibilidad depende en gran medida de los órganos reproductivos con los que nació la persona y de los tratamientos hormonales de reasignación de género, que tienen impacto en el funcionamiento de dichos órganos.
Antes de meternos de lleno a explicar en qué consiste a día de hoy la fertilidad trans, repasemos el momento presente.
Un nuevo contexto para las personas trans: la Ley Trans
La reciente aprobación de la Ley para la Igualdad real y efectiva de las personas trans y para la garantía de los derechos de las personas LGTBI, más conocida como Ley Trans, permitió la autodeterminación de género a partir de los 14 años, así como la prohibición de las terapias de conversión en todo el territorio nacional.
La nueva ley permite la modificación del sexo legal en el Registro Civil sin necesidad de presentar un informe médico o someterse a tratamiento previo, desvinculando el proceso del ámbito de la patología y la enfermedad.
Es precisamente esta despatologización de la vida y de las decisiones que corresponden a su propia salud una de las razones por las que las personas trans están encontrando, progresivamente, nuevos espacios en los que se pueden relacionar con seguridad sin sentirse juzgadas.

¿Qué es ser trans? Crecen las cirugías de afirmación de género
Fertilidad trans: un reto futuro que ya es presente
Según Equipo Juana Crespo, se calcula que en España hay más de 10.000 personas transexuales, de las que alrededor de 700 serían jóvenes en edad fértil con disforia de género: es decir, personas que nacen con unos genitales que no sienten como propios y no se corresponden con la identidad de género que quieren desarrollar en su vida.
A pesar de los avances legislativos, el día a día de las personas trans continúa siendo una realidad de minorías que discurre paralela a la sociedad. Concretamente, dentro del entorno médico existe una escasa especialización de los sanitarios en salud trans y un desconocimiento, en algunos casos hasta prejuicios, sobre la hormonación, sus efectos y su impacto en la fertilidad.
Según la doctora Juana Crespo, médica especializada en ginecología y obstetricia con más de 30 años de experiencia en reproducción humana, ya “no se trata de si se debe o no ayudar, sino de cómo ayudar. Hay que dotar a la medicina trans de recursos que le den la dignidad que cualquier otro tipo de especialidad médica tiene desde hace años”.

La planificación de la fertilidad, la asignatura pendiente en la transición de género
Existen diferentes preguntas en torno a la maternidad/paternidad biológica en el colectivo trans, incluido el momento óptimo para preservar su potencial reproductivo. Esta es la principal motivación por la que se ha creado la primera Unidad Específica de Fertilidad Trans en España en Equipo Juana Crespo, para atender la creciente demanda de nuevos modelos de familia que, ahora sí protegidas por la ley, desean vivir su identidad de género con normalidad.
La transición a un género diferente es compleja y única para cada individuo. Las personas transgénero pueden o no optar por modificar sus cuerpos con opciones de tratamiento quirúrgico o basado en hormonas. Lamentablemente, ambas opciones tienen un efecto negativo sobre la fertilidad. Pero la comunidad trans debe saber que los objetivos de la transición de género y la capacidad reproductiva no son mutuamente excluyentes.
En esta línea, el Dr. Adolfo De Prados, director de la Unidad Trans de Equipo Juana Crespo, afirma que “la recomendación es planificar la fertilidad antes de dar comienzo a ningún tratamiento de cambio de sexo. Debemos comprender que los deseos de un paciente y la comprensión de su propia fertilidad pueden cambiar con la edad, por eso debemos informar en cada etapa de la transición, porque en la actualidad en la mayoría de las ocasiones se llega tarde”.
Esta planificación implica valorar los deseos reproductivos de cada persona sea o no trans para trazar una estrategia que le asegure una familia en un futuro.

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Un espacio de protección para todas las personas trans
Las unidades de fertilidad trans se han convertido, tal vez inconscientemente, en espacios seguros donde todas las personas trans se sienten protegidas para comentar libremente con los profesionales sanitarios que los atienden aquellas cuestiones que más les preocupan.
De hecho, cada una de estas unidades ofrece protección y cuidado en tres grandes áreas:
- Desarrollan procedimientos específicos trans para evitar la discriminación, que podría ocurrir con preguntas incómodas o teniendo que dar explicaciones no relevantes para su caso concreto.
- Evitan situaciones incómodas delante de los profesionales sanitarios, como utilizar un instrumental no adecuado o realizar pruebas pensadas para el sexo con el que nacen, no con el género con el que se identifican. Ocurre, por ejemplo, en el caso de hombres trans a los que se les podría solicitar una ecografía vaginal, en lugar de una ecografía abdominal, atentando así contra la preservación de su intimidad.
- Adaptación de los textos legales. De la misma manera que se realizó en su día con mujeres que acudían a las clínicas de fertilidad solas, o parejas de mujeres que deseaban ser madres, las unidades de fertilidad tienen la sensibilidad de adaptar los textos de consentimiento para los procedimientos médicos teniendo en cuenta el nombre propio escogido, no el de nacimiento.
Conseguir procedimientos que garanticen la fertilidad en personas transgénero es uno de los principales retos del movimiento LGBTIQ+, pero afortunadamente cada vez hay más información, aceptación y comprensión por parte de la sociedad y de los profesionales.