Como seres humanos, somos el resultado de una síntesis evolutiva moderna estable en los últimos 200.000 años, donde nuestro sistema inmunitario ha supuesto un papel decisivo en nuestra capacidad de resistir la exposición a parásitos, bacterias, virus, toxinas y otros factores de riesgo. Actualmente, el cuerpo humano se asemeja a un complejo ecosistema o red social que contiene billones de bacterias y microorganismos que habitan la piel, las zonas genitales, la boca y el intestino.
Aunque estamos adquiriendo cotas elevadas en cuanto a longevidad se refiere, debemos plantearnos cuanto de calidad de vida hay en ello. La industrialización bajo sistemas de carbón, el uso de pesticidas y otros cambios en estilos de vida (sedentarismo, comidas refinadas, etc.) han generado la aparición temprana de enfermedades crónicas que atacan directamente al sistema inmune, adelantando el debut prematuro de enfermedades crónicas, pero también el envejecimiento biológico de la población a través de un deterioro de nuestro sistema inmune.
El cuerpo humano se asemeja a un complejo ecosistema o red social que contiene billones de bacterias y microorganismos que habitan la piel, las zonas genitales, la boca y el intestino
Un sistema inmune que no tiene un espacio físico propio en el organismo y supone una organización de células y moléculas con funciones especializadas en la defensa contra microorganismos infecciosos manteniendo cierta respuesta de normalidad de nuestras células.
La aparición repentina de infecciones repetitivas e inexplicables, que a veces no responden a antibióticos, y otros síntomas, como el cansancio crónico, o la inflamación crónica, nos debe orientar hacia un estudio de la inmunidad de los pacientes. Es curioso como muchos de los problemas declarados conducen a mejorías en períodos vacacionales o de estaciones cálidas y empeoran en estaciones frías, húmedas o períodos de estrés; lo que llevó a muchos especialistas a derivar a sus pacientes a las unidades de Salud Mental.
No debemos olvidar al ser humano como un conjunto, hablábamos de que nuestro sistema de defensas se encuentra ubicado por todas las células de nuestro cuerpo y los últimos estudios avanzan en la importancia de una de nuestras puertas de entrada: la boca. Una disfunción en la masticación, así como la existencia de una microbiota disfuncional en este espacio puede inducir a la aparición de enfermedades, que finalmente afecten al sistema inmune y que muchas veces cursan con síntomas nada significativos: inflamación intestinal, aerofagia, eczemas, alteración de la consistencia de las heces, hongos en las uñas, etc.
Cómo prevenir infecciones
En condiciones normales, mediante una serie de pasos denominada “respuesta inmune”, nuestro organismo mostrará una majestuosa eficacia en la prevención de infecciones. Y lo hace gracias al modo por el cual se organiza el sistema inmunitario.
Todos nacemos con una inmunidad innata, inespecífica o natural, genéticamente codificada, como una forma de protección general. Precisamente, esta es la que permite que los microorganismos que afectan al mundo animal, como regla general, no afecten al ser humano y viceversa. Lamentablemente, no le solemos dar la importancia que merece.
Hemos de tener en cuenta que nuestro estilo de vida condiciona nuestra salud. Al margen de la gestión del estrés, el estado emocional, consumo de alcohol, tabaco y otras drogas, dormir las horas necesarias y la práctica de ejercicio físico, la alimentación, también es un factor clave para reforzar nuestro sistema inmunitario y así salir reforzados de esta situación que estamos viviendo.
Las vitaminas C y D son fundamentales para mantener fuerte nuestro sistema inmunitario
De entre las vitaminas relacionadas con el sistema inmunitario, dos son fundamentales. Por una parte, la vitamina C. Ésta, estimula las células Natural Killer (NK), mejora la movilidad de neutrófilos, fundamentales cuando existe un proceso infeccioso y acelera el proceso de recuperación cuando este ocurre. Pese a que podemos alcanzar las dosis mínimas de vitamina C con una dieta abundante en frutas y verduras consumidas a diario, en situaciones especiales, como las actuales, se hace necesario suplementar a dosis más elevadas para potenciar nuestro sistema inmunitario frente, por ejemplo, la COVID-19. Por otra parte, la vitamina D. Dado el conocimiento que tenemos acerca que bajos niveles de vitamina D influyen sobre nuestro sistema inmunitario, debilitándolo y, por tanto, dificultando nuestra defensa frente a los agentes externos como es el caso del coronavirus, se hace necesario suplementar hasta alcanzar los niveles séricos óptimos.
Cómo fortalecer nuestro sistema inmune
Una gran cantidad de investigaciones muestran que además de las vitaminas C y D, antes mencionadas, complementadas con las vitaminas A, B6, B2, B2 (folato) y vitamina E, junto con los oligoelementos, incluidos zinc, hierro, selenio, magnesio y cobre; así como los ácidos grasos omega-3, el ácido eicosapentaenoico (EPA) y el ácido docosahexaenoico (DHA), juegan un papel importante y complementario en el apoyo al sistema inmune.
Por otra parte, los hongos medicinales contienen polisacáridos que pueden estimular la inmunidad antiviral innata. Los más estudiados son la cola de pavo (Coriolus versicolor), el maitake (Grifola frondosa), el shiitake (Lentinula edodes) y el reishi (Ganoderma lucidum).
Determinadas sustancias procedentes de la colmena, especialmente el propóleo, junto con plantas inmunomoduladoras, como la equinácea así como determinados aceites esenciales antivíricos e inmunoestimulantes, como el tomillo o la ravintsara, por citar algunos de ellos, nos permitirá de forma muy eficaz potenciar nuestro sistema inmune inespecífico a la vez que producir determinadas moléculas clave en el proceso inmunológico, las citoquinas, a la vez que producen anticuerpos, es decir, nuestras células de memoria.
Juan Serrano. Licenciado en Ciencias Biológicas. Especialista en Bioquímica y Biología molecular.
Pedro Rodríguez. Director de Medintegra. Especialista en Clínica Integrativa. Máster en Salud Mental.
Miembros de la Junta Sociedad Española de Salud y Medicina Integrativa (SESMI)