Búho, alondra o colibrí. ¿Cuál es tu cronotipo?

Los ritmos circadianos o nuestro reloj interno rigen nuestro cronotipo sin que podamos hacer mucho para cambiarlo: los horarios en los que naturalmente nos despertamos y nos acostamos, los momentos en los que sentimos más energía o los que somos más reflexivos o comunicativos. Ser diurno o nocturno está escrito en nuestros genes.

Búho, alondra o colibrí
Búho, alondra o colibrí
Marta

Periodista y posgrado en comunicación alimentaria

Saltar de la cama sin vacilar o quedarse pegado a las sábanas durante horas. Rendir al máximo a primera hora o preferir la tarde y el atardecer para darlo todo. Cenar y acostarse pronto o forzarse a ir a dormir cuando todavía no tienes sueño. Estas son algunas de las grandes diferencias que existen entre los búhos o noctámbulos, las alondras o diurnos, y los colibrís o intermedios, tres categorías de personas que se clasifican en función de cuál sea su cronotipo, o horario biológico natural.

Porque, muy a pesar de que la mayoría debamos cumplir con un horario laboral estricto que favorece a los más madrugadores, nuestros genes no siempre nos acompañan a la hora de satisfacer la agenda clásica occidental. Y nuestro reloj interno puede complicarnos mucho la vida si no tenemos la capacidad de adaptar nuestros horarios a nuestras características particulares.

Nuestro cronotipo depende en un 50% de nuestros genes

De hecho, según diversos estudios científicos, se estima que solo el 50% de las diferencias del cronotipo se deben a nuestros hábitos y al entorno que nos rodea. De manera que, la mitad restante, depende directamente de factores genéticos que no podemos cambiar a nuestra voluntad por mucho que nos esforcemos yéndoles a la contra.

Los responsables de los ciclos de sueño y vigilia, de la cantidad de energía o de fuerza que sintamos, de nuestro apetito o incluso de la necesidad de ir al baño son los conocidos ritmos circadianos: los reguladores del organismo que controlan distintas funciones fisiológicas cíclicas, que se suceden cada 24 horas. Este reloj interno es el que rige pues la temperatura del cuerpo, el funcionamiento de los órganos, la segregación de hormonas o las respuestas cerebrales.

La rapidez o la tardanza en la que nuestro cuerpo segregue naturalmente melatonina, la hormona que propicia el sueño, una vez se haya puesto el sol y, por tanto, haya ausencia de luz natural, es lo que regirá nuestro cronotipo.

En cualquier caso, lo importante es ser consciente de cuáles son las necesidades personales de cada uno y conseguir adaptar nuestras rutinas ajustando el horario de nuestras actividades a nuestro favor.

Sobre el autor
Marta

Periodista y posgrado en comunicación alimentaria. Coordinadora y editora de Objetivo Bienestar.

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