Ya sabíamos que nuestra memoria, nuestro sistema inmune, nuestra composición corporal, nuestra capacidad cognitiva, nuestro ánimo y sentido del humor y nuestro rendimiento deportivo dependen en gran medida de cuánto dormimos y de cuan bien descansamos. Es decir, que nuestra salud física, mental y emocional, así como nuestra calidad de vida, vienen fuertemente determinadas por las horas que pasamos en la cama y por cómo las aprovechamos.
Pues bien, un nuevo estudio de la University of South Florida publicado en la reconocida revista Scientific Reports demuestra que también existe una conexión muy estrecha entre nuestro sueño y nuestra salud cardiovascular, tanto a corto como a largo plazo. Algo que pone en relieve cómo la medicina del sueño resulta tan decisiva, ya que puede agravar otros problemas de salud subyacentes o bien dar paso a nuevas dolencias.
Resultados hallados en el estudio
Casi siete mil adultos estadounidenses, de distintos géneros y razas, participaron en el estudio del doctor Soomi Lee, que consistió en analizar información sobre su calidad del sueño y su salud cardiovascular, teniendo en cuenta factores como las horas que duermen al día, la franja horaria, su nivel de satisfacción, su regularidad, etc. Para hacerlo más fiable, algunos de ellos durmieron con un dispositivo llamado actígrafo, que permitió a los investigadores traquear su actividad y sus ciclos de sueño.
El riesgo de padecer una enfermedad cardiovascular aumenta hasta un 141% cuando no dormimos bien
Los hallazgos demostraron la relación entre peor calidad del sueño y peor salud cardiovascular, sin distinción entre géneros o razas. De hecho, según los datos recogidos y analizados, el riesgo de padecer una enfermedad cardiovascular aumenta hasta un 141% cuando no dormimos suficiente o suficientemente bien.
Para el autor del estudio, el doctor Lee, los resultados de esta nueva investigación demuestran lo necesario que es tener en cuenta la calidad del sueño en el momento en que se tratan problemas relacionados con la salud sanguínea en absolutamente todo el mundo.

Cómo mejorar la calidad del sueño
Existen muchas maneras para llevar a la práctica una buena higiene del sueño, reducir o eliminar los patrones alterados y conseguir descansar mejor. Se trata, sin lugar a dudas, de cambiar nuestros hábitos y de tomarnos muy en serio la necesidad que nuestro cuerpo y nuestra mente tiene de ponerse en reposo, por lo menos siete horas cada día durante la edad adulta (la cantidad depende de distintos factores como la edad, el metabolismo, el tipo de actividad física y mental que llevamos a cabo, etc.):
- Cenar pronto y ligero: al menos, dos horas antes de meternos en la cama
- Apagar el móvil a partir de las diez y evitar dispositivos electrónicos y luces azules
- Asegurarnos un entorno cómodo y confortable, con temperatura fresca pero no fría
- Apagar todas las luces cuando nos metemos en la cama, y utilizar solo luminarias secundarias y cálidas después de cenar
- Apagar o alejarnos del wifi y de cualquier dispositivo electrónico en modo activo
- Tomar una infusión relajante como postre (a menos que tengamos problemas de incontinencia)
- No trabajar, estudiar ni hacer actividades estimulantes después de cenar
- Evitar el entreno de alta intensidad al atardecer
- Mantener una vida activa e intentar llegar cansado a casa
- Hacer un baño relajante antes de cenar
- Aprovechar las propiedades de los aceites esenciales relajantes como la lavanda: podemos poner unas gotitas directamente sobre la almohada o utilizar un difusor
- Practicar yoga o estiramientos suaves al atardecer
- Tomar un nutracéutico natural como la melatonina o el triptófano para ayudarnos a conciliar el sueño
- Crear un ritual antes de irnos a dormir: desmaquillarnos, lavarnos los dientes, un poco de lectura, etc.
- Evitar el café, el té o cualquier bebida estimulante más allá de las tres de la tarde
- Disponer de un colchón y de ropa de cama de calidad
- Establecer un horario concreto para irte a dormir y para levantarte y respetarlo siempre (sin trasnochar demasiado los fines de semana)
Los adultos debemos dormir un mínimo de siete horas cada noche
Si todo esto no es suficiente y sigues tardando más de diez minutos en conciliar el sueño, te despiertas varias veces por la noche, tienes muchas pesadillas o te despiertas con sensación de cansancio, es hora de pedir ayuda profesional y de ponerte en manos de un especialista en medicina del sueño. ¡Tu salud te lo agradecerá!