Según la Sociedad Española de Cirugía de la Obesidad, la tasa de obesidad se ha duplicado en España en las últimas dos décadas y se estima que aproximadamente el 53% de las personas adultas está por encima de su peso, un 36% con sobrepeso y un 17% con obesidad.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la obesidad y el sobrepeso han alcanzado caracteres de epidemia a nivel mundial. Y no es de extrañar que cause preocupación, teniendo en cuenta que la obesidad es considerada como una patología inflamatoria crónica de bajo grado.
Esto se refiere a una respuesta inflamatoria prolongada en el tiempo, caracterizada por una elevación de los niveles plasmáticos de citoquinas proinflamatorias. Un tema complejo que conlleva múltiples complicaciones de salud, como son las enfermedades cardiovasculares, fatiga, estrés y depresión, deterioro cognitivo, problemas gastrointestinales, dolor, diabetes, trastornos del sueño...
¿Sabías que dormir mal nos engorda?
¡Así es! La aparición de la obesidad no sólo está relacionada con una ingesta inadecuada de alimentos o con una falta de ejercicio, sino que hay otros factores que influyen en nuestro peso, como son la alteración del sueño y de los ritmos circadianos.
El cuerpo humano nace con un reloj biológico que lo sincroniza con el ritmo de la naturaleza. Este cronómetro corporal adapta a los seres vivos a los ciclos diarios de luz y de oscuridad y a los cambios estacionales. Nuestro reloj biológico se encuentra en el hipotálamo y regula a su vez nuestros ritmos circadianos, ciclos de 24 horas.
Uno de los ritmos circadianos más importantes es el ciclo sueño-vigilia, y la melatonina es la hormona principal implicada en su regulación. Desórdenes en la alimentación, trabajar por turnos, sedentarismo, la epigenética, estrés emocional, jet lag o el mismo envejecimiento pueden contribuir a su alteración.
La melatonina es una hormona que se encuentra de forma natural en nuestro cuerpo. Se produce a partir del aminoácido esencial triptófano en la glándula pineal y presenta su pico más alto por la noche, debido a la falta de luz. Sin embargo, su producción no está asegurada. Diversos estudios afirman que exponerse a la luz azul de los dispositivos electrónicos antes de acostarse podría bloquear su síntesis.
A considerar que la mayoría de quienes padecen sobrepeso y obesidad sufren lo que se conoce como cronodisrupción, una alteración relevante del funcionamiento del sistema circadiano. Por lo tanto, será muy recomendable no hacer uso de los dispositivos móviles antes de acostarse para evitar su repercusión en la calidad del sueño y en los niveles de melatonina. Y es que descansar correctamente determina nuestro estado de ánimo, nuestro metabolismo, cuánto y cómo comemos, nuestro peso y también nuestros niveles hormonales.

Leptina y grelina, las hormonas del hambre y la saciedad
La leptina y la grelina son unas hormonas encargadas de regular el hambre. Dormir poco aumenta la secreción de la grelina, una hormona secretada principalmente por la mucosa gástrica que estimula las ganas de comer. Y al mismo tiempo, disminuyen los niveles de leptina, una hormona procedente del tejido adiposo con efecto saciante. Así que, cuando dormimos mal, la leptina baja, sube la grelina y aumentan las ganas de picotear.
Y esto no es todo. La falta de sueño genera un aumento del cortisol, la hormona del estrés. El cortisol tiene la función de aumentar la glucosa en sangre, dado que es una manera de proporcionar combustible a las células para afrontar una situación que se percibe como amenazante.
El problema es que cuando este estrés es mantenido en el tiempo, puede desencadenar en resistencia a la insulina y, como consecuencia, en síndrome metabólico. Este hace referencia a una serie de factores de riesgo que incluye la obesidad, especialmente obesidad abdominal, problemas cardiovasculares y diabetes tipo 2.
Y, cómo no, a las personas que sufren de estrés y falta de descanso se les hace cuesta arriba incorporar nuevas rutinas para la pérdida de peso, y es que la ansiedad, el cansancio y la pereza son buenos compañeros del sofá y de la comida rápida.

Resistencia a la insulina: 7 técnicas para evitar picos de azúcar en sangre
Dieta antiinflamatoria para perder peso y recuperar tu salud
Aunque hemos visto que el sobrepeso y la obesidad son multifactoriales, un aspecto que no debemos pasar por alto es la inflamación crónica de bajo grado subyacente. Un cuerpo inflamado difícilmente va a bajar de peso. Cuando tu cuerpo está estresado por la inflamación, está centrado en “modo reserva” y no va a querer decir adiós a la grasa tan fácilmente. Por eso, el primer paso para lograr perder peso de forma definitiva es reducir la inflamación a través de una dieta antiinflamatoria.
No es una dieta donde el único foco es la pérdida de peso, sino que persigue un objetivo saludable más largo plazo. Es una propuesta nutricional que propicia una buena salud, y es que no debemos olvidar que los kilos de más tienen un gran impacto en nuestro cuerpo y pueden acarrear todo tipo de patologías que debemos tratar y prevenir.
La dieta, de la mano con hábitos saludables, es uno de los factores externos que más influye en la sincronía del sobrepeso, la obesidad y los ritmos circadianos. Si todavía no has probado nunca un menú antiinflamatorio, es hora de hacerlo, ya que pronto notarás todos sus beneficios.