Se habla de prevención pero, ¿qué incidencia real tiene sobre el cáncer?
El arma más poderosa que existe para combatir el cáncer es la prevención. No conozco otra que pueda hacer descender un 40% la incidencia de cáncer. En 2020 esperamos 17 millones de casos de cáncer en el mundo pero si ponemos en marcha los hábitos saludables reduciremos la cifra en cinco millones. Por lo tanto, hay que empezar a educar a la gente. En los colegios, deberían empezar a explicar a los niños, desde muy pequeños, qué cosas no se deberían hacer. Cuando el plato de verdura es un castigo y el premio es la hamburguesa con patatas fritas del fin de semana de ciertos establecimientos, hay algo que no funciona. Uno de cada dos hombres y una de cada tres mujeres padecerán un cáncer en el transcurso de su vida, pero da la sensación de que le tocará a otro. Además, hay que destacar que en estos momentos existe una alarma de cáncer de colón y recto en personas que no les toca, es decir, por debajo de los 50 años. Así que hay que empezar a concienciarse de la importancia de la prevención.
¿La clave está también en la medicina personalizada? Usted comenta no estar del todo de acuerdo con este término.
Durante muchos años, la clasificación de los tumores era demasiado genérica y nos encontrábamos que tumores con el mismo apellido tenían comportamientos muy dispares. Con las nuevas investigaciones se ha encontrado que los nombres genéricos que utilizábamos contenían múltiples variedades con firmas genéticas y comportamientos diferentes. El uso de fármacos diseñados para actuar contra dianas moleculares específicas, halladas en el seno de un determinado tumor, recibe el nombre de “tratamiento de precisión” o “tratamiento personalizado”. Sin embargo, creo que es más correcto hablar de medicina de precisión.
¿Por qué?
Porque cuando tenga un fármaco acorde con el sistema inmune –que es diferente en cada uno–, hablaremos de medicina personalizada. Podemos tener los dos el mismo tipo de tumor pero no la misma inmunidad, ya que hemos vivido en entornos diferentes y hemos estado en contacto con diferentes bacterias. Y entonces ya no es una medicina personalizada de verdad.
Se está investigando, pues, en tratamientos que buscan activar el sistema inmunológico para vencer el cáncer.
Desde hace años estamos luchando por intentar que la inmunidad propia del individuo sea capaz de luchar contra el cáncer. El punto crucial es que el cáncer adquiere un disfraz que hace que el sistema de inmunidad no lo detecte. Hace cinco años –aunque la terapéutica se ha desarrollado en los últimos tres–, encontramos tres lugares específicos tumorales que son los que consiguen que el disfraz se caiga. A esto se les llama check point. Hemos diseñado tratamientos específicos que le quiten el disfraz a muchas células tumorales. Y en ese momento, tumores con los que no teníamos tratamiento resulta que responden a la inmunoterapia. Esto ha abierto una nueva vía.
¿Y el futuro pasa por ella?
Podemos decir que tenemos cinco grandes tratamientos: la cirugía, la radio, la quimio, la medicina personalizada y la inmunoncología. Lo que hemos de aprender –que creo que ocurrirá en el futuro– es ver cómo combinarlos. Muchos me dicen que como tenemos nuevas terapias, no habrá que dar quimio. Pero esto no es así. Hay que continuar dándola pero se aplicará de otra forma, combinada. Hay que aprender cómo combinar lo mejor de cada una de esas herramientas contra el cáncer.