Para combatir o sobreponerse al resfriado conviene primero tener claro su modus operandi. Habitualmente, el catarro común dura entre tres y diez días y, en contra de lo que se cree, ni lo origina el frío ni es tratable. El virus se contagia entre el segundo y el cuarto día a partir del inicio de los síntomas y se transmite al hablar, toser o estornudar.
Los síntomas son diversos: estornudos, secreción nasal, dolor de cabeza, goteo y congestión nasal, ojos llorosos, picor, dolor o flema en la garganta, tos, cansancio y una sensación de malestar general. Mientras dura, lo único que puede hacer el enfermo es luchar contra los síntomas, minimizarlos, pero no acabar con él. Pasado el tiempo de maduración del resfriado, es el propio sistema inmunológico quien acaba definitivamente con los virus.
¿Qué lo ocasiona?
El resfriado se atribuye al invierno porque es en esta época del año cuando se disparan los casos, pero no es el causante. Hay tres elementos que justifican la estacionalidad del resfriado. Por una parte, el descenso de las temperaturas y el incremento de la humedad propios de esta época son un cóctel explosivo para el sistema inmunológico del ser humano. Lo debilitan. Por otra, el descenso de temperatura y los ambientes secos (calefacción) son muy propicios para la transmisión de las bacterias. Y finalmente, con el frío disminuye la secreción de mucosidad de la nariz y la boca, algo que ayuda a contener los patógenos.
Prevención, prevención, prevención
Evitar el resfriado durante todo el invierno se antoja una tarea ardua sobre todo teniendo en cuenta que el contagio puede atribuirse a más de 200 virus. Para evitar que los virus se desplacen libremente de organismo en organismo, los expertos hacen hincapié en la prevención. Ésta se basa en estas reglas de oro para evitar el contagio:
1. Higiene. Lavarse las manos a menudo, usar pañuelos para cubrirse la boca al estornudar o toser y evitar compartir cubiertos u otros enseres personales es básico. Esta medida es especialmente importante cuando hay niños pequeños alrededor. Los niños tienden a llevarse con frecuencia las manos a la boca y a la nariz.
2. Reforzar el sistema. La vitamina C, presente en muchas frutas tales como la mandarina, la naranja o el Kiwi; los alimentos que contienen propiedades antivirales o bactericidas (el ajo y la cebolla) o aquellos con alto contenido en folato como muchas verduras (remolacha, col de Bruselas) son básicos para cargar las pilas de nuestro organismo. Lo ideal es habituarnos a recurrir a recetas que nos ayudarán a reforzar nuestras defensas.
3. Beber muchos líquidos. El agua ayuda a que el fluido mucoso sea menos espeso, lo cual favorece su expulsión y evita la obstrucción de las fosas y los bronquios. También son muy aconsejables las infusiones con miel –este alimento natural refuerza el sistema inmunológico– o plantas que ayudan a combatir los resfriados.
4. Atención al uso de antibióticos. Los antibióticos son medicamentos fuertes que se prescriben para tratar infecciones causadas por bacterias, hongos y ciertos parásitos. No funcionan, en cambio, contra los virus que causan la mayoría de gripes y resfriados. Este punto es clave, el uso incorrecto de los antibióticos puede provocar que, en el futuro, ya no surtan su efecto. Pero en casos de faringitis, algunas infecciones de oído o de los senos nasalés, tu médico sí puede ser que te prescriba un antibiótico.
En ese caso, es clave que a la vez que cuidar tu resfriado cuides tu flora intestinal que se resiente con la toma de antibióticos. Para ello complementos como Sandoz Bienestar Bífidus, que contiene los probióticos Lactobacillus y los prebióticos, fructooligosacáridos (FOS) son clave. Cuando son los pequeños de casa los que enferman, Sandoz Bienestar Bífidus Jr les ayuda a subir las defensas y a regular el intestino evitando los efectos secundarios de la toma de medicación como dolor de estómago, gases o diarrea.
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