La mandíbula, aunque no lo parezca, es una parte física esencial del cuerpo, pero una también una pieza emocional indispensable para los humanos. En El cuerpo emocional de Juan José Plasencia se le dedica un capítulo, donde apunta las claves de su importancia tanto funcional como de acumulador de sentimientos contenidos.
Cuando te muerdes las uñas o mordisqueas el extremo de un bolígrafo no eres consciente del efecto que ejercen los movimientos repetidos de la mandíbula sobre tu sistema nervioso. Según el milenario arte de la antigua China de la diagnosis por el rostro, que estudia la lectura de la expresión facial, en la mandíbula se encuentran las relaciones vinculadas a tu energía individual y social. Como si se tratara de una bisagra, abres y cierras tu cavidad inferior y permites establecer una relación entre lo interno y lo externo de tu naturaleza esencial. Pero la íntima relación que mantiene con las emociones, hace que las tensiones se acumulen en tu mandíbula.
Cuando se sobrepasan los límites de apertura, oclusión y presión por causas físicas o emocionales, se originan alteraciones muy frecuentes en el funcionamiento de esta articulación. Sin duda alguna toda la ira, la rabia, la ansiedad y los sentimientos reprimidos, se reflejarán en la mandíbula desencadenando varios síntomas. Algunos de ellos son:
- Bruxismo
- Movilidad dentaria
- Dolor en la cara
- Otitis
- Vértigo tensional
- Cefaleas
- Dolor cervical
- Fatiga visual
Para mantener una relación saludable con la mandíbula es importante que seas consciente de tus posibilidades expresivas y que encuentres una manera más sana de manifestar tus emociones. Al igual que lloras, eres capaz de reír, gritar, susurrar, cantar o silbar, apretar o liberar: solo depende de tu necesidad en cada momento. Si logras encontrar ese punto de equilibrio que te permita la expresión adecuada de tus emociones ante los acontecimientos, tendrás una vida mejor y se reflejará en tu rostro el bienestar de la salud física, mental y espiritual.
Principales funciones de la mandíbula
La mandíbula tiene una función biomecánica dentro del movimiento que une la cabeza con el cuello y el rostro. Permite la expresión verbal a través de la fonación y la alimentación a través de la masticación y deglución, pero también expresa los pensamientos y emociones a través de la mímica del rostro.
- Masticación: La masticación representa la fase cíclica inicial de la digestión, fundamental para tu alimentación y supervivencia. Es un acto placentero que puede llegar a transmitir sensaciones positivas. Los movimientos rítmicos que realizas al masticar hacen que se reduzca el tono muscular de la mandíbula y favorece el descenso de las actividades nerviosas.
- Deglución: Es la acción de tragar un alimento una vez has terminado de masticarlo. Consiste en una serie de contracciones musculares continuas que realizas de manera voluntaria, involuntaria y refleja. Hay dos tipos de degluciones: la somática, que hacen los adultos usando los dientes, y la visceral, la que usan los niños hasta desarrollar los molares.
- Fonación: Es muy importante en el ser humano, porque representa la base de la comunicación verbal y sonora. Así surge el lenguaje, esencial para el desarrollo del pensamiento abstracto, a través de la articulación de diferentes sonidos para formar palabras.
Síndrome ATM
Este síndrome de la articulación temporomandibular es un trastorno que se caracteriza por causar dolor sordo alrededor del oído, sensibilidad en los músculos mandibulares, chasquidos al abrir o cerrar la boca, limitación o modificación de la abertura de la boca, dolor de cabeza y sensibilidad con desgaste progresivo y anormal en los dientes. Este trastorno puede ser causado por una alineación incorrecta de los dientes, por apretarlos o rechinarlos, por traumatismos en la cabeza y cuello o por artritis subyacente.
Pero como hablábamos, la parte emocional juega un papel importante en estos trastornos y cuando se presentan situaciones adversas, recurres consciente o inconscientemente a la fuerza intrínseca de tu mandíbula para triturar emociones como la rabia y la impotencia existencial, con el fin de contener, tragar y disolver toda la amargura.
Lo único que logras con esta implosión emocional es que los sentimientos queden atrapados en los recovecos de la mandíbula, llenándote de una tensión aparentemente justificada que ocasiona un desajuste funcional y energético.