El uso excesivo del móvil –o de la tecnología- perjudica a la relación, sencillamente porque dejas de prestarle la misma atención que al principio de lo vuestro. Hablar de los móviles, como detonante, es la excusa para que os demos pautas que fomenten la comunicación en pareja, la búsqueda de espacios comunes y la alegría por estar juntos y revueltos. Porque, por suerte, reconducir la situación es relativamente sencillo.
Vivimos en el país con más teléfonos inteligentes por habitante del mundo, su uso se ha duplicado en los últimos cinco años, pasando del 41% a más del 80%. Según un reciente estudio de la web rastreator.com, 3 de cada 4 españoles asegura que no podría vivir sin el teléfono móvil y le dedicamos 3,4 horas diarias de media, siendo el principal dispositivo con el que los españoles nos conectamos a internet. El Smartphone nos permite comunicarnos, entretenernos, informarnos… ¿Pero como lo compaginamos con nuestra vida más allá de la pantalla? Las alarmas deben saltar cuando estamos más pendientes del teléfono que de quien está a nuestro lado y con quien compartimos la vida. Elena Crespi, psicóloga, sexóloga y terapeuta de parejas, afirma que hay personas tan conscientes del abuso del móvil, que algunas parejas deciden apagarlo a partir de una hora en concreto. El motivo es que habían perdido el hábito de estar juntos charlando, mirándose, tocándose o comentando su día a día. Crespi recomienda que si una deja de hacer con su pareja lo que hacía habitualmente para navegar por internet o utilizar las redes sociales, debe cambiar su actitud y hacer sin dudarlo una cura de detox tecnológico.
A los tres años…
Hace poco más de un año que Verónica (42 años) y Carlos (41 años) son pareja. Viven a una hora en coche y él tiene una hija de 6 años de una relación anterior. Quedan cada dos fines de semana y los pocos días sueltos que consiguen arañar unas horas para verse. Cuando están juntos son plenamente conscientes que lo hacen porque quieren aprovechar el tiempo. “Estamos dedicándonos, únicamente, el fin de semana. Tal vez si viviéramos más cerca o en la misma casa sería diferente pero ahora disfrutamos todos los ratos que tenemos, lo vivimos como algo muy intenso... ”, explica Verónica. Ella reconoce que le encanta mirar fotos por Instagram y que cuando está enganchada a la app piensa: “Para, para… Ya lo mirarás más tarde, porque este es nuestro momento”.
Pese a las buenas intenciones, en general, a partir de los tres años de relación, es fácil que te empieces a fijar más en el móvil por un mecanismo de exposición propia de la intimidad. Dependerá de cada persona y de la calidad de la pareja, pero cuando llevas algún tiempo con alguien te conoces perfectamente. Ya no tienes tan en cuenta al otro, sabes cómo va a reaccionar o lo que te dirá al llegar a casa. “Es habitual que no atiendas tanto al otro y que te llame más la atención cualquier novedad antes que la pareja”, explica el doctor Francisco Cabello Santamaría, psicólogo, psiquiatra y sexólogo, director del Instituto Andaluz de Sexología y Psicología. El Dr. Cabello asegura que la primera causa de conflicto de las parejas es el doblete pasión-intimidad. Una relación de pareja madura es la suma de pasión, intimidad y compromiso pero pasado un tiempo baja la atracción y la base de la intimidad, que es la comunicación, comenta este experto. Si tú o tu pareja empezáis a fijaros más en el móvil que en lo vuestro, debéis utilizar estrategias para mejorar la comunicación y hacer una búsqueda proactiva de objetivos comunes, para que la relación tenga un refuerzo positivo. Cuando se convive se afrontan problemas y suele ser común que haya menos tiempo para ocio o para el sexo. Esto lleva a que decrezca la comunicación e inconscientemente puede crear rechazo hacia el otro porque solo lo asociamos a problemas. Si además le añadimos un proceso de crianza la cosa se complica. “Es duro, especialmente cuando los hijos son pequeños. Dan una alegría inmensa pero a la vez son fuente de conflicto. Suponen más trabajo, menos tiempo libre, más quebraderos de cabeza y requieren una dedicación absoluta. Dependerá de la capacidad de resolución de conflictos que tengan los padres y de si mantienen una buena relación o no, pero es habitual que cualquier miembro de la pareja disfrute cuanto tiene un momento de soledad para estar consigo mismo. Ahí el teléfono es básico. ¡Y que no te molesten!”, explica el Dr. Cabello.
Tiempo de calidad
“Te puedes jugar las manos y los pies. Bueno, puedes jugarte todo el cuerpo que la proporción es de 100 a 0. Primero el móvil y después mi marido”. Con esta rotundidad responde Marta a la pregunta de “¿tocas más el móvil que a tu pareja?”. Y añade: “No solo eso. El padre de mi hija duerme en su habitación con ella, mientras que yo duermo sola. De día estamos trabajando o con la niña. Ahora haz números y saca tus propias conclusiones”, dice. Reconoce que se escandalizaba cuando oía a amigos que se quejaban de tener poco sexo. No entendía cómo teniendo pareja y queriéndose, no lo aprovechaban. Ahora que su hija tiene poco más de un año apenas recuerda momentos de intimidad. “Y no solo eso, es que ni me apetece, la logística no lo facilita y también hay muchos momentos de tensión entre nosotros. Nos queremos pero estoy a la que salta, él se ofende, nos sentimos distanciados. En muchas ocasiones tengo más ganas de aislarme, no hago ningún esfuerzo en este sentido”, afirma Marta. Admite que reconocerlo, le entristece. Sin embargo, es probable que la pareja no tenga intención de perder la complicidad aunque una lo sienta así. En ese sentido, los terapeutas de pareja coinciden en que hay que explicar qué necesitarías para cubrir esa carencia. “Es mucho mejor hablar que acumular porque entonces es cuando tienes un enfado oculto, te vas cargando tú sola y cuando la pareja se acerca no te apetece ni lo más mínimo”, explica Crespi. Marta siente que lo que echa más de menos es estar bien juntos, reír como antes, cree que el siguiente paso ya sería tocarse, quererse y hacer el amor. “Pero si no tengo un ambiente de complicidad y relax, lo otro no viene. Hasta ahora no he dicho nada del cansancio pero tampoco ayuda”, afirma ella. Los dos consideran que emocionalmente no han estado a la altura pero tienen la esperanza de que lleguen momentos para relajarse un poco y remontar la situación. La vida en pareja puede resultar una de las mejores experiencias pero hay factores que pueden hacer peligrar el bienestar de alguno de los miembros o de la propia relación. “Cuando se reduce lo positivo y aumenta lo negativo, si no se saben gestionar los conflictos de manera correcta o se reducen los intercambios agradables (dejan de tener momentos de intimidad, actividades de ocio de calidad, se sale menos o igual pero se discute), la persona puede replantearse la relación”, comenta Marta Ortega Otero, psicóloga, sexóloga y terapeuta de pareja en Luria Psicología (luriapsicologia.com). La clave es la buena comunicación.
Crespi insiste en la importancia de ser conscientes que el tiempo de calidad suele desaparecer cuando haces vida de pareja cotidiana. No solo cuenta el estar juntos, cuenta el estar juntos proactivamente. Ese tiempo de calidad hay que encontrarlo. No aparece por arte de magia, porque si no marcamos una estrategia, después de cenar acabaremos en el sofá con el móvil en la mano. Necesitamos momentos románticos, que no necesariamente sexuales, y entender que si quedamos con amigos y familiares, también tenemos que hacerlo con la pareja, por eso propone recuperar la idea de tener citas. No hace falta gastarse un dineral saliendo y buscando canguro. En casa cuando los niños ya duermen vale la pena dedicarse 10 minutos para mirarse, tocarse, hablar del día y recuperar las sonrisas que surgían con facilidad al principio de la relación. Es imprescindible buscar activamente tiempo de calidad con la persona que amamos.
Cultiva la complicidad
Cuando Jaime (38 años) empezó su relación con Andrea (34 años) tenía claro que no quería tropezar con la misma piedra. Estaba convencido de que el error con la pareja anterior fue dar por hecho que siempre estarían como al principio. “Con Andrea hemos mantenido nuestras parcelas de ocio por separado pero también planeamos nuestros espacios comunes”, dice satisfecho. Elena Crespi insiste en la importancia de cultivar el espacio de pareja, dedicarnos un rato cada día para cultivar la complicidad, recordar historias o hacer planes: “De esta forma el nivel de satisfacción general es más alto y el umbral de exigencia bajará. En cambio, si tardamos semanas en tener una cita tenemos tantas expectativas que si algo va mal hay más riesgo de vivirlo como un fracaso”. Esperamos que nuestra pareja nos aporte, soporte y nos de alegrías. La dura realidad es que cuando se convive, a poco que se descuide la relación, ya compartes más conflictos que ventajas, de ahí el altísimo nivel de separaciones. Hace unos años que en Luria Psicología organizan talleres en los que ofrecen un espacio para comprender y mejorar la relación de pareja. Los objetivos de los talleres son conocer las características que definen a las parejas para entender la diversidad que existe, porque no hay una pareja modelo, todas se van construyendo y evolucionan con la relación. En estos talleres también identifican creencias erróneas que pueden dificultar el buen funcionamiento de la pareja (como que el enamoramiento es eterno, que tenemos que ser iguales en todo momento o que debes adivinar lo que pienso); trabajan para incorporar habilidades de comunicación que permitan expresar emociones, pensamientos y deseos de forma asertiva; ser conscientes de la importancia de fomentar intercambios placenteros y deseados por la pareja, y de conocer y considerar los valores y proyectos de vida propios y del otro miembro para llegar a acuerdos si es necesario. En definitiva, se trata de potenciar la relación y fortalecer la pareja.