Estornudos, picor, congestión, conjuntivitis… Con la llegada de la primavera y el verano los síntomas de la polinosis, o alergia al polen, aumentan entre la población. Las plantas florecen y como consecuencia hay una mayor cantidad de polen en el ambiente. Es muy probable que las personas que son alérgicas hayan tenido síntomas más fuertes estos días. De hecho, solo en España, más de 8 de millones de personas padecen esta sintomatología que se ve agravada en las grandes ciudades, donde la contaminación atmosférica empeora y eleva los casos.
A día de hoy, cualquier persona es susceptible a desarrollar alergia al polen, sobre todo si se encuentra muy expuesta a éste. Por ejemplo, en varias zonas de España ya se ha demostrado que los niveles de polen de olivo y gramíneas han superado ampliamente los límites de riesgo. Unos datos a tener muy en cuenta ya que, según la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC), uno de cada cuatro españoles padece alergia al polen.
Es decir, que millones de personas pueden estar ahora mismo sufriendo los efectos del polen en contacto con la piel, los ojos o el aparato respiratorio. Al fin y al cabo, cuando esto sucede, el organismo se defiende liberando una serie de sustancias químicas al torrente sanguíneo, entre ellas, la histamina, responsable de los estornudos, el lagrimeo y otros síntomas comunes de la alergia al polen.

En concreto, hay varias comunidades que se verán más afectadas que otras, lo que contribuye directamente al grado o la intensidad de los síntomas. “Andalucía, Extremadura, el interior y norte de la Comunidad Valenciana, Madrid y Castilla-La Mancha serán las zonas más afectadas, donde las concentraciones sobrepasarán los 200 granos por metro cúbico (granos/m3), considerado el umbral a partir del cual los alérgicos muestran síntomas evidentes”, explica Natacha Payà, experta de Meteored.
Por otro lado, en los últimos días, el polen de las gramíneas —plantas herbáceas procedente de la familia de las Poaceae y causa principal de alergia en nuestro país— también está afectando a la salud de muchas personas en la mitad sur peninsular.
“En las comunidades de Andalucía, Extremadura y Castilla- La Mancha, se han alcanzado niveles “muy altos” en estos últimos días, considerados como aquellos que superan los 50 granos/m³”, confirma Payà. Es justo ahora, en plena primavera, cuando se esperan concentraciones superiores a los 90 o los 100 granos/m³ en estas regiones.
¿Cuándo es más aguda la alergia al polen?
Como ya hemos mencionado, la alergia al polen suele presentarse normalmente durante las estaciones de primavera y verano. Aun así, existen otros factores que, como el clima, suelen influir en los síntomas de la polinosis. Pero ¿de qué manera?
Si prestamos atención al ambiente, la sintomatología es mínima en los días de lluvia y en días nublados o sin viento, porque el polen no se desplaza en estas condiciones.
Los días cálidos, secos y con viento favorecen una mayor distribución del polen y, en consecuencia, la aparición de mayores síntomas alérgicos.
Además, hay un factor determinante que potencia todavía más el efecto alergénico del polen: la contaminación atmosférica. Sus consecuencias nos suenan cada vez más. En la mayoría de ciudades, la calidad del aire se ve perjudicada por la combustión de combustibles, los cuales liberan a la atmósfera gases tales como dióxido de carbono, monóxido de carbono y otros gases que contribuyen al ya irremediable efecto invernadero. El resultado es la contaminación del aire, el suelo e incluso el agua que bebemos.
En el caso de las alergias, la SEAIC ya ha avisado de que existe una relación directa entre la contaminación ambiental y la frecuencia de alergia respiratoria, de forma que su incidencia es mayor en la población que reside en medios urbanos.
La polución atmosférica potencia el efecto alergénico del polen, lo que supone que sea más frecuente en ámbitos urbanos que en ámbitos rurales.
Contaminación atmosférica y alergia al polen
Como vemos, para las personas que padecen alergia al polen, la contaminación ambiental no ayuda a mejorar su aparato respiratorio. Pero ¿cómo se produce este efecto colateral en nuestra salud?
Solo tenemos que fijarnos en las calles, atestadas de vehículos a motor, por mucho que las recomendaciones ideales para una cronociudad o ciudad próxima sean las de desplazarse andando o en bicicleta. Lo que ocurre entonces es que la emisión de las partículas contaminantes procedentes de los motores diésel altera la estructura del polen, aumentando su capacidad de inducir una respuesta alérgica en personas susceptibles.
Además, estas partículas diésel producen un ambiente totalmente agresivo para las plantas y los árboles del entorno. Para protegerse, las plantas reaccionan produciendo proteínas de defensa frente a este estrés, que se expresan en sus pólenes. El resultado son unas proteínas más agresivas que pueden generar mayores respuestas alergénicas en los individuos.
Las partículas diésel emitidas por los vehículos o las industrias aumentan la capacidad de causar daño en nuestras vías respiratorias.
Ahora bien, la contaminación ambiental no solo afecta a la estructura del polen alterándola: estas pequeñas partículas de diésel actúan al mismo tiempo como transporte de los alérgenos hasta lo más profundo de las vías respiratorias.
En definitiva, lo ideal para evitar los fuertes síntomas asociados a la alergia como el asma es un hábitat con aire más limpio. De hecho, si por sí solo el aire contaminado ya irrita las mucosas de la nariz, la faringe y los pulmones, de manera que, cuando hablamos de alergias respiratorias los efectos se multiplican.
La mascarilla: la gran aliada
Aunque no lo parezca, la que sería una primavera muy complicada para los alérgicos no lo será tanto gracias al uso de la mascarilla, un elemento que nos protege y que ya tenemos integrado en nuestra cotidianidad.
“Actúa como un filtro y esto hace que se reduzca el grado de exposición al polen, sobre todo en la calle, y puede ayudar por tanto a prevenir parte de los síntomas de esta alergia, sobre todo los que son respiratorios: la rinitis y el asma”, afirma el doctor Julio Maset, médico de Cinfa. Eso sí, recuerda que “es importante que esta mascarilla sea FFP2, puesto que la mascarilla quirúrgica no filtra tanto el polen”.
Aunque la mascarilla reduzca la exposición al polen, tomar algunas medidas puede ayudarte a evitar o disminuir el contacto con alérgenos como el polen. Por eso, te dejamos ahora con una serie de consejos para minimizar los síntomas de la alergia al polen. Unas soluciones prácticas que solo requieren de un poco de atención diaria.