Está comprobado que darle la espalda al cuerpo y escuchar únicamente a la mente nos aleja de nuestro equilibrio. ¿A caso no has sentido una fatiga absoluta a mitad de la semana? ¿Incluso nada más levantarte? Puede ser que entonces no hayas escuchado bien a tu reloj biológico, ese que en condiciones óptimas nos permite llegar a todas las actividades del día a día. Cuando este ritmo interno se desajusta, nuestra salud se ve repercutida: estamos más cansadas, nos sentimos infelices e incluso insatisfechas. ¿Cómo conectar entonces con la sabiduría del cuerpo?
Para las mujeres es un poco más fácil, ya que “al ser cíclicas pueden conectar mejor con estos ritmos”, explica la profesora de danza Rous Baltrons. Y es que, escuchar consciente al cuerpo no es ya ningún tipo de teoría sin fundamento. La ciencia lo dice claramente: “el organismo tiene sus propios ritmos y nuestro cuerpo solo podrá funcionar a pleno rendimiento sin estropearse si somos capaces de escucharlos y de respetarlos”, explican los doctores Eduard y Carla Estivill en su libro ‘El método Tokei’.
Seguro que a estas alturas ya lo has percibido mínimamente. Hay diferentes actividades biológicas en nuestro organismo y alrededor nuestro, como el día y la noche, que se repiten simultáneamente: son los ritmos biológicos o ritmos circadianos. Su objetivo es regular las funciones fisiológicas para que se repitan aproximadamente cada 24 horas.
Comprender los ritmos naturales del cuerpo y conectar con ellos permite aprovechar la energía disponible y vivir con más plenitud
El hecho de tener sueño cuando el sol se va tiene un sentido biológico. Nuestro reloj interno está preparado para dejar de segregar hormonas excitantes como la adrenalina o el cortisol al llegar la noche.

Sin embargo, muchas veces vivimos ajenos a estos procesos naturales, desconectados absolutamente del aquí y el ahora, y esto repercute en nuestro grado de satisfacción en la vida. La actividad mental de las ciudades tampoco ayuda, al empujarnos hacia un ritmo acelerado y consumista. Como todo, existen alternativas que, como la danza, nos ayudan a bajar al cuerpo y dejar de lado el sonido de unas mentes pensantes.
“Somos más que una mente”, reflexiona Baltrons, y añade: “Nuestro cuerpo funciona como la naturaleza, tenemos unos ritmos cíclicos que regulan nuestra vida en plazos muy cortos de un día, en un plazo medio de un año, marcado por las estaciones, o también en toda nuestra vida”.
Los ritmos de la mujer y sus cuatro arquetipos
Cada mujer tiene un ritmo y, como consecuencia, este se sucede en diferentes etapas. No nos sentimos igual cuando menstruamos que cuando estamos en plena fase de ovulación. Aprender a detectar las sensaciones que nos produce cada fase del ciclo es esencial para comprender y respetar nuestro cuerpo. Pero, sobre todo, para sentirnos más llenas y seguras al saber cuánto de mí puedo dar según cómo se encuentre mi organismo. Siempre hay tiempo para todo, así que, vayamos con calma.
La escritora Miranda Gray habla de “las cuatro diosas de la mujer”: la Virgen, la Madre, la Hechicera y la Anciana. Cuatro mujeres, bien diferentes, que representarían cada una de las fases del ciclo. Como es normal, mientras que unas son más enérgicas, las otras prefieren momentos de recogimiento y reflexión. Descubrirlas nos ayuda a conocer la energía sagrada de cada periodo para poder decirnos, “está bien, escucho a mi cuerpo, hoy me quedo en casa”. Por una vez, ¡dejemos de lado los juicios internos!
Rous Baltrons lo entiende de una manera similar. Digamos que en la mujer se conocen los cuatro arquetipos: Doncella, Madre, Hechicera y Bruja, y a cada cual se le asignan unos movimientos específicos para trabajar sobre los órganos y emociones importantes en ese momento.
Pero estos cuatro Arquetipos, “también los encontramos en las estaciones del año, en las etapas de la vida de una mujer, en un solo día o en ciclo menstrual. Es un conocimiento instintivo que facilita la acción y decisión de las mujeres”, comenta Baltrons.

Cada estación tiene su propósito, como cada arquetipo
Si queremos entender bien nuestro ritmo biológico, no solo podemos prestarles atención a los ciclos femeninos. Por ejemplo, no tenemos la misma energía en verano que en invierno, y esto no se debe solo al periodo de descanso vacacional, sino que existen unas reacciones biológicas en función de la época del año en la que nos encontramos. ¿Sabemos escucharlas?
No hace mucho, hablábamos de la debilidad generalizada que puede provocar la astenia primaveral, pues bien, este es un claro ejemplo de cómo los cambios de estación nos afectan física y emocionalmente. ¿Qué ocurre en el caso de las mujeres?
Durante la primavera brotan las semillas y florecen las plantas que hemos plantado en invierno. En verano, la vida brilla con todo su esplendor; tenemos ganas de crear, de vivir, de movernos y emprender. ¡La vida es nuestra! Entonces llega el otoño y vamos soltando aquellas hojas que queremos dejar marchitar, es decir nos deshacemos de lo que hemos proyectado y que no nos sirven: nos quedamos con aquello que verdaderamente queremos.
Obviamente, el invierno tiene sus propios cambios meteorológicos, nos obliga a adentrarnos en una cueva y es cuando aprovechamos para hibernar, reflexionar, descansar. Es momento de plantar la semilla que brotará en primavera. ¿Lo habías pensado alguna vez de esta manera? Al final, es una fórmula perfecta para entender cómo actúa nuestro cuerpo en cada momento del año.
La danza del empoderamiento: un espacio para sentir
Como ya hemos visto, la falta de escucha corporal, alejarnos de ese sano equilibrio entre cuerpo y mente, puede provocarnos muchísima insatisfacción al no ofrecerle a nuestro organismo lo que realmente necesita.
Al respecto explica la profesora de danza Rous Baltrons, “en mi cuenta de Instagram recibo a diario mensajes de mujeres que me explican que están deprimidas, desmotivadas, perdidas, tristes…”.
Los problemas emocionales no resueltos pueden alterar el ritmo menstrual y el medio hormonal normal.

Desde luego, no podemos llegar a comprender nuestro ritmo biológico si vivimos de aquí para allá, sin apenas espacio para sentir. Para Baltrons, la respuesta es la danza del empoderamiento femenino; una disciplina terapéutica que nos conecta con nuestra sensualidad femenina y nuestros ciclos a través de movimientos de danza del vientre, danza polinesia, kundalini y ayurveda.
¿Por qué es tan beneficiosa esta danza para las mujeres? Primero de todo, nos reconecta con la alegría y el sentir a través de algo tan sencillo como moverse y escuchar la música. Además, nos permite bajar al cuerpo y alejarnos de la voz de la mente. Cuando esto sucede “empezamos a sentir, y ahí nos damos cuenta de qué nos está pasando y nos volvemos a sentir vivas”.
Acercarse al cuerpo, ya sea a través de la danza o el ejercicio físico, nos ayuda a saber que dentro de nosotras existe un reloj biológico. A fin de cuentas, como explican los autores de 'El método Tokei'; “el reloj circadiano es como un director de orquesta que coordina todos los factores de los cuales depende la salud, la energía y el estado de ánimo”. En este sentido, si algo falla, toda la maquinaria se desajusta. Solo al darle cuerda podremos sentirnos más fuertes y seguras, con nosotras y con el entorno.