Reuniones familiares, comilonas con amigos, tapas, cervezas, vinos… Los encuentros en sociedad suelen traer consigo algo más que recuerdos inolvidables: la temida resaca. Ese desagradable despertar con molestias en la garganta, la boca pastosa, mucha sed, y, sobre todo, un dolor de cabeza que se sobrepone a cualquier otra sensación. El más mínimo susurro se convierte en una tortura, y cualquier pequeño rayo de luz nos puede hacer sentir como un vampiro.
En efecto, pese a que los efectos del alcohol son muy conocidos e investigados por la ciencia, lo cierto es que sobre los remedios para la resaca existen casi tantas teorías como días tiene el año. Algunas de ellas señalan que se trata de una situación en la que los ritmos biológicos del organismo se ven alterados, mientras que otros señalan que es en realidad una situación de abstinencia repentina después de un gran consumo.
Sin embargo, mientras que muchas de las teorías sobre cómo combatir la resaca sí tienen un fundamento científico, existen también una infinidad de mitos y leyendas urbanas que, en realidad, poco tienen que ver con los efectos del alcohol. Lo mismo sucede con la extendida creencia de que la resaca es sobre todo consecuencia de la deshidratación.
El consumo de alcohol en exceso puede conducir a la inflamación del estómago y los intestinos, afectar a la calidad del sueño y producir sustancias tóxicas que provocan vómitos, sudoración y un aumento del ritmo cardíaco. Asimismo, diversas investigaciones coinciden en que la resaca puede minar la capacidad de concentración y de retención de información. Sin bien la ciencia no nos ha revelado aún el remedio milagroso para esas temidas resacas, algunas de las soluciones de toda la vida sí tienen ciertos beneficios para nuestro cuerpo que nos pueden ayudar a mitigar sus síntomas.