El cuerpo humano es un engranaje tan complejo que no se puede mirar desde un solo punto de vista, por órganos o por zonas. En nuestro organismo, la suma de las partes hacen el todo y este todo se debe abordar con un enfoque global e integrativo.
Por eso es tan importante conocer cada uno de los minerales y vitaminas que intervienen en nuestra salud, saber cómo influyen en nuestro organismo, e incluso cómo interactúan entre ellos. Hoy nos centramos en uno de ellos.
¿Qué es el zinc y para qué sirve?
Se trata de un oligoelemento, una de las múltiples sustancias minerales que están presentes en cantidades muy pequeñas en todo nuestro cuerpo, pero que es imprescindible para funciones corporales como la proliferación y la diferenciación de las células, la prevención ante la formación de radicales libres y la protección ante cualquier daño, mejorando también nuestra inmunidad.
La deficiencia de zinc (por debajo de los 50 mcg/dl) puede producir efectos secundarios como infecciones frecuentes, la pérdida de cabello, problemas con el gusto y el olfato, pérdida del apetito, disminución de la producción de testosterona en los varones, llagas en la piel y problemas de cicatrización y sanación de las heridas, entre otros.
¿Qué alimentos son ricos en zinc?
Podemos encontrarlo en alimentos como el germen de trigo, las pipas de calabaza y de girasol, la yema de huevo, el jamón ibérico, las lentejas, el avestruz, las almendras crudas naturales y también en las ostras crudas.

Los beneficios del zinc en la inmunidad
Este puede mejorar la función del timo, un órgano pequeño -ubicado en la parte superior del pecho, bajo el esternón- que forma parte de nuestro sistema inmunológico. El timo es el responsable de madurar los linfocitos T, ayudando así a proteger nuestro cuerpo contra posibles infecciones.
Esta función la hace a través, entre otras sustancias, de la timulina, una hormona esencial que se encuentra en el timo y que es fundamental para la maduración y diferenciación de los linfocitos T. Pero para que esta se active biológicamente requiere zinc.
En ciertas patologías, como la obesidad o la diabetes mellitus, se ha evidenciado una deficiencia de minerales esenciales como el magnesio, calcio, potasio, así como otros minerales traza como el selenio, vanadio, y también el zinc.
Así pues, para que nuestro organismo funcione correctamente necesita ciertos nutrientes vitales presentes, en niveles óptimos. En bebés (de 0 a 6 meses de vida) no existe una evidencia científica suficiente que pueda aconsejar una cantidad diaria, pero se establece un consumo adecuado (seguro y suficiente) de 2 mg/día.
En el caso de los niños, la tabla es la siguiente:
- De 7 a 12 meses: 3 mg/día
- De 1 a 3 años: 3 mg/día
- De 4 a 8 años: 5 mg/día
- De 9 a 13 años: 8 mg/día
En el caso de los adolescentes y adultos, los hombres de 14 años en adelante requieren una ración diaria de zinc de 11 mg, y en las mujeres de 14 a 18 años la cantidad es de 9 mg/día. Los requerimientos de las mujeres embarazadas son unos 11 mg/día y 13 mg/ día en las mujeres lactantes.

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El zinc en investigación
El reconocimiento de los avances en inmunonutrición y del rol del eje intestino-cerebro han llevado a algunos autores a explorar la importancia del zinc en enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer y el Parkinson. Parece ser que, en este tipo de enfermedades, existe una disminución en la concentración de zinc que podrían provocar una disfunción en la modulación y toxicidad de amiloide β y α-sinucleína, agentes clave para la transmisión de la información entre las neuronas.
También en el campo de la fertilidad, en un contexto actual con una alta prevalencia de infertilidad masculina y femenina (inducida por complejas variables sociales y medioambientales), es imperativo mejorar nuestra comprensión del zinc en el desarrollo de espermatozoides y óvulos sanos.
Otro campo en el que se está estudiando la eficacia de este oligoelemento es en el de las infecciones por coronavirus. Un estudio realizado por médicos e investigadores del Hospital del Mar y de la Universidad Pompeu Fabra concluye que administrarlo en pacientes con COVID-19 podría ayudar en su recuperación. En este estudio se postula que la mortalidad entre los pacientes con COVID fue del 21% frente al 5% en aquellos que tenían niveles más elevados de este.
Parece que la alteración de sus niveles provoca un incremento en la susceptibilidad a tener infecciones y a una respuesta inflamatoria. Por lo que, teniendo en cuenta las comorbilidades ocasionadas por la deficiencia de zinc y que este mineral interviene en los procesos inmunomoduladores y antivirales, tener buenos niveles puede ser una herramienta útil para afrontar las crisis de la COVID-19.

¿Y si tenemos unos niveles de zinc demasiado altos?
Este funciona en sinergia con el cobre. Si nos suplementamos o ingerimos demasiado pueden disminuir los niveles de cobre y nuestro sistema inmune se verá afectado. Puesto que el cobre es un oligoelemento necesario para el transporte de hierro, un déficit de cobre, producido por un exceso de zinc, nos puede producir un síndrome anémico.
Además, su exceso puede provocar también alteraciones en el número y en la actividad de las células inmunitarias, lo que conlleva una mayor susceptibilidad a infecciones y al desarrollo de enfermedades inflamatorias. Así pues, su deficiencia causa problemas de salud, pero su exceso también.
La suplementación excesiva e inadecuada es una de las causas más comunes de exceso de zinc, pero existen otras causas como el abuso de bebidas envasadas en recipientes cubiertos de zinc. Por eso, en el caso de que quieras usar suplementos, lo mejor es que consultes siempre a un profesional que valore tu caso.
Susagna Muns, experta en nutrición y vocal de la Junta de la Sociedad Española de Salud y Medicina Integrativa (SESMI)
Pedro Rodríguez, experto en Inmunonutrición y vocal de la Junta de la SESMI