Sin duda, hace unas décadas que la gestión del orden proclamado por la revolución industrial ya no funciona. Ahora, y más, de cara a este 2020, las empresas vuelven a la carga con nuevos propósitos y objetivos. Ya no importa el dirigir por dirigir. Se trata de generar climas de confianza y autogestión, además de un espacio en el que todos y todas las trabajadoras puedan aportar y reportar. Sin embargo, este modelo, ¿se practica en todas las empresas? Y los trabajadores, ¿saben realmente cómo desarrollar todas sus aptitudes?
Es una realidad. Actualmente la tasa de desempleo en España se sitúa en el 15,11%. Millones de personas buscan ese puesto laboral con el que llevan tiempo soñando o, aquel que, simplemente, les interesa para poder llegar a fin de mes. Sea cual sea el interés, lo que si que es evidente es que el mercado cada vez es más competitivo y con ello, la obligación de que la sociedad se ponga en la cola de los títulos, los másteres, los cursos, la mejora, el capital... y toda una retahíla de inversiones de tiempo para "nuestro futuro".
Sin embargo, si observamos lo que piden las empresas, muchas veces, nos encontramos con que todo reside en el potencial humano de una persona, además de su capacidad para gestionarlo y transformarlo en productividad. Se trata de sacar a relucir las herramientas personales más potentes frente a las empresas que, en este 2020, buscan trabajadores y trabajadoras con aptitudes como la creatividad, la capacidad de adaptación, la inteligencia emocional, el nivel de persuasión o las facultades de colaboración.
"Uno de los enemigos de la creatividad y la innovación es el sentido común", Ken Robinson
Una cultura empresarial sana puede sonar utópica. Más aún cuando, en ocasiones, el estrés ocupa el puesto de trabajo. Sin embargo, de esto mismo habla Txell Costa, autora de 'Liderar en femenino para hombres y mujeres. Guía antigurús para las empresas del futuro', un libro en el que se explica desde cómo cultivar el buen clima en el trabajo, cómo fichar el talento y hacerlo crecer hasta delegar y repartir bien las tareas y empoderase para ser más productivo. Pero, ¿cómo se alcanzan estas aptitudes? Para Costa, las empresas necesitan liderazgo en femenino o emocional, un liderazgo más natural, ético y colaborativo que integra la parte más humana de las organizaciones. Humildad, escucha y empatía se han convertido ya en ingredientes vitales para los negocios.