Mucho se ha hablado de cuanto necesitamos el contacto con la naturaleza. Nos guste o no, somos seres vivos que, por muy evolucionados que estemos, seguimos y seguiremos formando parte de ella por siempre jamás. Es por eso que pasar más tiempo en entornos naturales tiene esta gran capacidad de sanación que podemos observar al ver cómo disminuyen nuestras pulsaciones, nuestra ansiedad se calma y una extraña sensación de bienestar y de plenitud nos invade.
En el artículo Trastorno por déficit de naturaleza: ¿qué es y cómo evitarlo? te explicábamos cómo la falta de contacto con la naturaleza tiene más consecuencias para tu salud física y psíquica de lo que crees… Pero, aunque vivas en la ciudad, tienes muchas formas de combatirlo:
- Acércate siempre que puedas a la orilla del mar
- Apuesta por el turismo rural
- Practica deporte en espacios verdes y al aire libre
- Haz baños de bosque
- Practica el earthing
- Cultiva un huerto urbano o un pequeño jardín en casa
Este último es precisamente uno de los más sencillos, eficaces y placenteros que absolutamente todos tenemos a nuestro alcance, vivamos donde vivamos. De hecho, el amor por el cultivo y el cuidado de plantas nos trae innegables beneficios a muchos niveles y representa una gran vía de escape, de relajación, de introspección y de salud que, además, es capaz de estimular y mejorar la memoria, la coordinación y la capacidad de responsabilidad, ya que no dejan de ser seres vivos a los que debemos prestar un cuidado constante.

El arte del cultivo del bonsái
Con todas estas premisas nació hace más de 2.000 años el arte del bonsái en China, como objeto de culto entre los monjes taoístas.
Para los monjes taoístas, el bonsái era un símbolo de eternidad y significaba un puente entre lo divino y lo humano
Seguramente ya los conocerás y puede que incluso tengas o hayas tenido uno en casa: los bonsáis son árboles de pequeño tamaño que, siempre que reciban los mejores cuidados, pueden llegar a vivir más de 150 años. Es por eso que, a menudo, son seres vivos que acaban pasando de generación en generación dentro de una misma familia.
La cultura y el conocimiento del bonsái es muy extensa ya que, además de la gran cantidad de variedades de árboles en miniatura que existen, también hay que tener conocimiento de muchísimas otras variables que influyen en su cuidado como las posibles plagas que pueden atacarlos, las herramientas necesarias para su cultivo, cuándo podarlo, qué abono utilizar o cuándo es el mejor momento para regarlo.
Y, precisamente por todo ello, su cultivo y cuidado resulta tan gratificante y, para muchos, representa una actividad espiritual o un método para practicar la atención plena o el mindfulness y disfrutar de todos los beneficios de estas prácticas contemplativas. Ver cómo crece y cómo luce su espectacular belleza supone un gran logro para su cuidador.
De la misma forma que hacían los monjes taoístas hace dos milenios, cultivar un bonsái sigue siendo una gran forma de conexión directa con la naturaleza y nos puede enseñar muchas cosas, más allá de la paciencia. la dedicación y el amor hacia los pequeños detalles.
A pesar de que, con el tiempo, se perdió el antiguo símbolo de eternidad, el hecho de podar, regar y cortar el árbol de manera regular hace que la mente se relaje y se transporte a otro lugar, lo que puede ayudar a mitigar el estrés, la fatiga, la depresión o la ansiedad.
Si crees que tener cuidado de un bonsái es misión imposible, no lo olvides: los únicos ingredientes indispensables para cultivar un árbol en miniatura son la dedicación y una gran dosis de paciencia. El resto, vendrá solo.