Hoy se cumplen cincuenta años desde que empezamos a darnos cuenta de que a La Tierra también había que cuidarla. Mucho ha llovido desde entonces, pero centrémonos en el presente.
En el momento en el que se declaró la pandemia global por coronavirus nuestro planeta estaba inmerso en pleno proceso de calentamiento global y adentrándose en un cambio climático cuyas dimensiones y consecuencias todavía desconocemos.
Algunos países europeos están empezando poco a poco a levantar las medidas de confinamiento. Sin embargo, todavía podemos decir que más de un tercio de la población mundial se encuentra confinada.
El descenso de la actividad social y económica está convirtiéndose en un auténtico balón de oxígeno para nuestro planeta. El mundo se para y la tierra respira. Tal y como declaró el secretario general de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, a finales de marzo:
Aunque el alivio sea momentáneo y no resuelva, de fondo, la crisis climática actual, lo cierto es que el coronavirus está trayendo buenas noticias al medio ambiente.
Para revertir los efectos del cambio climático se necesitan varios años consecutivos de pocas emisiones de gases simultáneamente en todo el mundo. Este breve renacimiento de la vida y la naturaleza no resuelve nada, pero una ayuda siempre es muy bienvenida.
¿Cuáles son los beneficios indirectos que la crisis sanitaria del coronavirus está provocando sobre el medio ambiente?