¿Qué sientes al entrar por la puerta de tu casa? ¿Paz y tranquilidad? ¿O caos y tensión? Nuestro hogar debería ser sinónimo de wellbeing, de bienestar y de armonía, es decir, un lugar al que acudir en busca de energía positiva, refugio y de confort, que nos permita descansar, recargar pilas y ser nosotros mismos.
Pero la teoría no siempre encaja con la práctica. Porque, más allá de practicar mindfulness o de comer saludable, en realidad, existen una gran cantidad de bloqueos y de obstáculos que, sin darnos cuenta, están impidiendo que nuestra morada sea ese espacio en el que nos sintamos mejor que en cualquier otro sitio. De hecho, nuestra casa es un claro reflejo de nuestro mundo interior, así que, si en tu hogar reina el desorden, en tu cabeza también lo hará. O si está lleno de objetos que ya no utilizas, que no te gustan o que no te representan, puede que también necesites deshacerte de mucho ruido mental que te resta en vez de sumarte.
¿La buena noticia? Con cambios mínimos podemos transformar nuestra casa en un hogar cálido y dichoso, que nos transmita toda la calma y el bienestar que necesitamos y, sobre todo, que nos permita conectar con nuestro ser. Porque, cambiando lo de fuera, cambiaremos lo de dentro.
¿Por dónde empezar? Como en todo, antes de nada, conviene hacer un estudio profundo de la situación de partida, decidir cuáles son los cambios necesarios que nos permitan conseguir más equilibrio y bienestar y, finalmente, ponernos manos a la obra y llevarlos a la práctica.
Normas básicas del Feng Shui para un hogar dichoso
Seguro que has oído a hablar del Feng Shui. Pero puede que no lo conozcas bien o que creas que trata de poner los objetos del revés o de decorar nuestra casa como un bazar multicolor. Nada de eso. El Feng Shui es un método “para recuperar nuestra vitalidad y bienestar poniendo orden en nuestro entorno de acuerdo a unas leyes milenarias que descubrieron los emperadores chinos para construir sus palacios”, explica Montserrat Beltrán, instructora y consultora certificada en Feng Shui.
Se trata, más bien, de una técnica de mucho sentido común, que nos aporta resultados a corto plazo y que está totalmente adaptada a la cultura occidental. ¿Su base? Quedarnos solo con lo que tiene sentido (material o emocional), y ubicarlo en el lugar adecuado. Así crearemos un hogar en el que reine la abundancia y la prosperidad, y en la que sea mucho más fácil vivir en armonía con el resto de integrantes de la familia o de la vivienda, recomponiendo, a la vez, el resto de ámbitos de nuestra vida.
Algunos de los errores más frecuentes que cometemos en casa y que nos alejan de un hogar dichoso son, según Beltrán, utilizar los colores inadecuados, acumular objetos que ya no utilizamos, tener la casa desordenada, contar con objetos y cosas que no nos gustan, convivir con humedades difíciles de solucionar o tener el blanco como color predominante. ¿Te suena? Vamos a ver cómo resolverlo.
Fotos: IKEA